¡Este es el mejor momento! Podrá ser sólo una simple frase pero dentro de su simplicidad, se encierra una gran premisa, la de estar atentos al presente. Y en esta semana en particular, en la cual se organizan salidas, paseos al aire libre, encuentros, sumado a los hermosos días otoñales, puede ser un gran momento para el disfrute. El otoño invita a recorrer entornos naturales, diferentes a los habituales y en ellos, poder apreciar lo que en la cotidiana rutina, se va perdiendo.
Esta semana de turismo puede ser el momento ideal del año para visitar lugares de esparcimiento, parques, playas, cerros, zonas rurales y salir del círculo cotidiano de computadoras, plasmas, iphone, redes sociales, que si bien se han vuelto imprescindibles en estos tiempos, provocan un hábito que cada día desconecta más a las personas de los entornos naturales.
LITERATURA |Históricamente el ser humano ha estado de una forma u otra, en contacto con los espacios que los rodean. A partir de los avances tecnológicos de las últimas décadas, ese contacto ha ido desapareciendo. Muchos especialistas han realizado trabajos con esta temática, por entender que esos comportamientos generan consecuencias negativas tanto en niños como en adultos.
De ahí que, llevar una vida conectada con entornos naturales, recibiendo los beneficios de una práctica diaria de gimnasia “verde”, es recomendada en todas las etapas de la vida.
En el caso específico de los niños, existe variada literatura al respecto y un buen trabajo que hace referencia al tema, es el libro del periodista y pedagogo Richard Louv titulado “The last child in the woods” (El último niño en los bosques).
El autor norteamericano, aborda en su libro, la problemática de la urbanización, centrado en investigaciones que demuestran las ventajas de salir al campo o a áreas verdes de las ciudades para mantener la salud.
El ya popular libro, ha inspirado a centros de estudio y organizaciones ambientales. Hay quienes dicen que ningún libro anterior ha tenido tanto impacto dentro de los círculos de la educación ambiental. El mensaje es simple: intenta mostrar cómo los niños del siglo XXI crecen desconectados del mundo natural.
El texto surge de la investigación de varias disciplinas que van desde educación, psicología, medicina, sociología, con entrevistas a profesores y a padres, a niños y a expertos.
Con su trabajo, Louv, abrió la puerta a diferentes actividades. Fundó junto a otros colegas y especialistas, Children and Nature Network (Red Niños y Naturaleza), una organización sin fines de lucro que apadrina el movimiento iniciado por el libro, que también ha llevado a la creación de centros de naturaleza, de espacios de juegos desestructurados con ramas, rocas y suciedad, intentando que los niños jueguen más en espacios abiertos y jardines, animándose a salir de casa y estar más en contacto con la naturaleza.
El Libro fue galardonado en 2008, con la 50ª Medalla Audubon de la Sociedad Nacional Audubon, que es una de las organizaciones más antiguas del mundo. Ambientalista y sin fines de lucro, tiene su sede en Estados Unidos y está dedicada a la defensa y preservación de las aves y su hábitat, la restauración de ecosistemas y la pureza del aire y del agua.
El premio le fue otorgado por mostrar e informar acerca de los perjuicios para la salud que representa el aislamiento de los niños del mundo de la naturaleza y por despertar en las personas, una conciencia sobre el tema y no sólo quedar en un simple mensaje.
INVESTIGACIÓN | Richard Louv, parte de una hipótesis, que ayuda a comprender las dificultades que presentan los niños en un mundo de tecnologías en constante crecimiento y que han dejado de lado un aspecto esencial, que tiene que ver con su contacto con el afuera, con lo natural.
Louv ha acuñado el término “Síndrome de déficit de naturaleza”, intentando con él, describir el desosiego y desapego que existe entre niños y adultos con respecto a la naturaleza.
Dice el autor que tanto niños como adultos, se han distanciado de una práctica necesaria y beneficiosa. “Ese distanciamiento de la naturaleza, puede provocar desde una disminución del uso de los sentidos, problemas de atención, así como enfermedades físicas y emocionales”, dice Louv, que agrega que el alejamiento de los lugares al aire libre -como parques, plazas o zonas rurales-, crean depresión, estrés, déficit de atención, hiperactividad o ansiedad. “20 minutos de contacto con la naturaleza tiene el mismo efecto que una dosis de Ritalina”, dice Louv.
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, tan común en este tiempo, se ha relacionado con el exceso de horas frente al televisor y otros aparatos, lo que se agrava, por la carencia del contacto con la naturaleza.
El libro plantea la necesidad urgente de volver a un sano contacto con la naturaleza. “Tanto niños como adultos, tenemos una necesidad innata de contacto con el mundo natural. Madres, padres y educadores debíamos asumir que al menos, tanto como afecto, buena nutrición y un sueño adecuado, los niños necesitan mantener relación con la tierra. Contribuir a reducir el déficit de naturaleza, a sanar la alienación infantil respecto al medio ambiente, es nuestro interés no solo por razones románticas, estéticas o de justicia, sino porque de ello depende la salud mental, física y espiritual de nuestra especie y del planeta en su conjunto”, dice.
Louv, dice que existe una vitamina que nadie puede dártela, salvo la naturaleza. “El déficit de naturaleza no es una enfermedad clínica, no es un trastorno que se pueda tratar con medicamentos. Es más bien una enfermedad social y el único remedio posible es lo que yo llamo Vitamina N, de Naturaleza: pasar más tiempo al aire libre, manteniéndonos activos y en contacto con los seres vivos”, dice.
Explica el psicoterapeuta que las personas se alejan de su propia esencia y que debido a ello, en la actualidad ha aumentado de forma exponencial muchos trastornos de salud. “Los síntomas son evidentes y todos los conocemos: depresión, obesidad, fatiga crónica, estrés, hiperactividad y déficit de atención, trastornos de aprendizaje en los niños”, enumera Louv, que entiende que esa desconexión afecta tanto a niños como a adultos por lo que cre que se trata de verdadero problema de salud, al igual que otros que sí son tomados en cuenta y tratados adecuadamente.
El libro busca que, a partir de la comprobación del problema, se logre revertir la situación por la salud de todos. “Para los niños, la naturaleza era antes la vía de escape del mundo de los adultos. El mundo digital no tiene por qué competir con el mundo físico. Pero es importante la labor de los padres y los educadores para que los niños no se aíslen con la tecnología, y para que tengan a diario suficiente cantidad de Vitamina N”, sugiere Louv.
CONCLUSIÓN | “El último niño en los bosques” es una obra reflexiva, que deja abierta la puerta al cambio necesario y posible. Explica Louv que el tema ambiental sólo podrá entenderse si se lo muestra, no es sólo hablando de él. “A mí no me gustan los mensajes apocalípticos, y creo que le hacemos un flaco favor a los niños si les hablamos en abstracto de los problemas ambientales. Para estimular el tema hay que acercarlos a la naturaleza, que aprendan a conocer y a amar la naturaleza”, dice Louv.
Louv reflexiona que “no hace mucho, los niños pasaban la mayor parte del tiempo fuera de casa, jugando a béisbol, al escondite, montando en bicicleta y construyendo fuertes. Los niños de la ciudad no eran diferentes; jugaban en la calle y salían por ahí. Sin embargo hoy en día, numerosas modas han logrado desconectar a los niños del exterior”, dice Richard Louv.
Agrega que “los niños viven estresados y su vida se rige por horarios; el miedo a los extraños, a las garrapatas y a los virus, los hace reacios a dejar que sus hijos jueguen fuera de casa o a que vayan andando al colegio. El desarrollo urbano se ha comido zonas naturales y el tema de la responsabilidad mantiene a los niños lejos de los espacios verdes que quedan”, dice.
Opina Louv, que los niños que tienen acceso a la naturaleza y al aire libre aprenden mejor, son más calmados, se comportan de forma más adecuada, son más creativos y dominan mejor el pensamiento crítico. Pasar tiempo en la naturaleza llena sus déficits físicos, emocionales y espirituales. Además, la naturaleza necesita a los niños también.
Por Yudith Píriz