Es una de esas notas que surgen del momento, alguien que llega a redacción, pasa el dato y la nota es en el momento o no es. No es nuevo, ya hemos hecho decenas de notas sobre personas que pasan por Libertad -en bici, moto o cuadrúpedo-, en tránsito hacia algún insólito lugar del planeta, pero en todas ellas se descubre a personas especiales, con objetivos especiales y que son dignos de contar. En este caso se trata de una pareja de colombianos de 28 y 29 años, Lina Terquino y Alejandro Arredondo, que rumbo a Montevideo vieron que había un lugar que se llamaba Libertad y decidieron parar.
Ya en la ciudad, se encontraron con Luis “Titer” de Armas, que se encargó de hacer los contactos necesarios para que este cronista y los colegas de Canal 8, estuvieran en la plaza de los 33 para conversar con los dos viajeros. De ese diálogo, surgen estas líneas.
Nacidos en Bogotá y agobiados por la gran ciudad, hace dos años y tres meses, Lina y Alejandro acondicionaron dos bicicletas con envases reciclados para llevar lo necesario para un viaje largo y comenzaron su recorrido por toda América del Sur. Transitaron primero por su país, luego pasaron a Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina hasta Tierra del Fuego, desde allí fueron subiendo hasta ingresar en Uruguay. El objetivo es seguir por Brasil, pasar a Venezuela y desde allí volver a Colombia. Problemas con el visado de ingreso, no les permite ingresar a las Guayanas, aunque era su intención inicial.
Alejandro Arredondo declara que la idea de realizar este viaje “surgió de nuestra intención de salir de la zona de confort, de hacer un cambio en el sistema que nos llevaba porque venimos de una gran ciudad donde todo es estudio y trabajo”.
Así que como “nos gustaba la bici, decidimos emprender este viaje. Al principio fue duro adaptarse al peso, al constante ejercicio, pero uno va superando nuevos retos, como el viento, el agua, el frío o la temperatura de ahora, el calor”, dijo Alejandro, quien contó enseguida que en esta época entre las 12 y las 17 horas buscan resguardo en alguna localidad o paraje por el calor.
Comenta Lina a su vez que en estos más de dos años de viaje, nos hemos ido quedando “el tiempo que es necesario en cada lugar; estamos cumpliendo un ciclo del viaje, ya estamos de subida y nos quedará mucho menos para llegar a destino”.
El costo de la travesía corre por completo por cuenta de ellos y ha habido momentos en que han debido afincarse un tiempo para trabajar y reunir dinero para continuar. “Yo soy licenciada en pedagogía infantil y tuve la oportunidad de trabajar con niños y Alejo también ha tenido que trabajar en diferentes cosas, en lo primero que salga; hasta administrar un edificio hemos tenido la oportunidad, pero nos ha dado lo justo y necesario para llegar hasta el próximo punto”, cuenta Lina Terquino.
APRENDIZAJES | A la hora de hablar sobre lo que les ha dejado este viaje, dice Lina que fundamentalmente se trata de “un gran crecimiento espiritual, porque creer es algo que en una capital grande uno ya no cree, ni en las personas ni en alguien más arriba, que nos ayuda constantemente”.
También “nos ha dejado un conocimiento personal con mi pareja, porque uno en la ciudad no alcanza a conocerse totalmente, nos tenemos que respetar nuestros tiempos, nuestros horarios, nuestra vida y nuestros pensamientos. Me ha dejado felicidad, mucha gente que he conocido, muchos lugares que nunca vamos a olvidar”, dice Lina.
Por el lado de Alejandro, el viaje le ha dejado “muchas vivencias, experimentar cada lugar, cada cultura, cada zona que he conocido, me ha dejado ese grato calor de que todos somos seres humanos, somos que más que una bandera, una frontera, no hay que diferenciar entre colores o equipos”.
Ambos expresan un decidido rechazo a las grandes ciudades. “Sí -dijo Lina Terquino-, yo siendo capitalina totalmente, la ciudad es algo que nos gusta pasar de lejitos, en todas las capitales hemos tratado de estar, uno, dos o tres días a lo sumo (con Montevideo vamos a hacer eso), porque lo lindo se vive fuera de las ciudades”, dijo.
En cuanto al equipamiento de sus bicicletas, dijo Lina que “todas nuestras bicicletas están equipadas con cuatro bidones hechos con material reciclado. En uno tenemos todo lo referente a aseo, en otro la ropa de los dos, el computador porque hacemos videos en Youtube (skale peregrino). En otro cargamos la comida”.
“Hacemos artesanías con material reciclado con las tapas de las gaseosas y eso está en uno de los bidones. También hay otro que tiene para arreglar dificultades de la bicicleta, además de la carpa, agua, chaquetas”, dijo.
Respecto a si han experimentado problemas de salud en el viaje, ambos dijeron que no, que “simplemente nos alimentamos del sol, las buenas energías y de pensar que todo va a salir bien. Hasta ahora las enfermedades han quedado a un lado”, dijo Alejandro.
EL DESPUÉS | Pero el viaje tendrá un fin y hay que pensar en el después, algo que los dos viajeros no eluden. “Así como se inició algo hay que terminarlo, hay que cumplir con el continente y cuando lleguemos será tiempo de tomar la decisión de en qué tierra nos sentimos más a gusto, más cómodos, más felices”, dice Alejandro, que con el respaldo de Lina dice que está la puerta abierta para no quedarse en Colombia y regresar a alguno de los puntos que ha tenido el viaje. Por ahora, es muy temprano para decidir.
Lo que sí tienen claro es que “la posibilidad no es la ciudad. Eso está decidido, amamos a nuestras familias, pero tocará estar lejos si encontramos ese lugar que queremos. Tiene que ser un lugar que cumpla muchas características, pero cuando estemos de regreso en Colombia decidiremos”, dijo Lina Terquino.
Por allí culmina la nota, queda el intercambio posterior, los pases de correos, los comentarios finales de cada charla y los deseos de buen viaje y prosperidad. Una historia más, de esas tantas que surgen de viajeros en el camino.
Por Javier Perdomo.
