En una esperada lluviosa tarde de agosto, comienza a surgir una nueva edición de las elucubraciones, una columna que por más que tenga un inicio que pueda ser previsible, tiene el encanto de no saber por qué caminos nos llevará antes de finalizar. En sus más de 11 años de existencia, se ha hablado de todo un poco y acá sin embargo, aún quedan cosas por decir. Si le parece, vamos arrancando ya mismo, antes que la pereza nos gane.
Cuando estaba terminando la anterior edición de esta columna, me vi tentado de cambiar el rumbo luego de ver los videos en los que se ve al jefe de Policía de Maldonado Erode Ruíz, cacheteando y gritándole a un gurí joven frente a la Jefatura porque andaba en auto con la música alta. No lo hice por varias razones (entre ellas la lejanía noticiosa), pero ahora me doy cuenta que estuve bien, porque pasada una semana hay nuevos elementos que me ayudan a hacer una composición más clara de la persona de Ruíz y del tipo de Policía al que respalda la actual administración.
“Me dio vergüenza ajena”, dijo Mario Layera -el jerarca policial retirado, puntal de la gestión Bonomi y de la lucha contra el narcotráfico-, cuando le consultaron sobre su opinión respecto a la actitud del Jefe de Policía fernandino, que quedó registrada en videos de móviles y que se difundió por redes sociales el fin de semana del 12 y 13. Y bueno, si a Layera le da vergüenza a uno, un poco que le lleva a la preocupación.
Mire, empecemos aclarando alguna cosa. Seguramente sí, los pibes estaban de vivos (seguro que andaban escuchando al palo esas cumbias horrendas que escuchan los gurises de ahora, pero eso les hace culpables de mal gusto musical y no de delito alguno), y era necesario que alguien les dijera que bajaran un cambio. Ahora, de eso a ver que el mismo Jefe de Policía cachetee, golpee y le grite desaforado “respetá a la Policía” a uno de ellos, hay una diferencia grande, tremenda diría.
¿Es esa una forma de ganarse el respeto? ¿Desde cuándo darle una paliza en el medio de la calle a alguien por escuchar música alta, puede generar respeto hacia la Policía? En todo caso genera miedo, odio, rechazo a la autoridad, nunca puede promover respeto una acción de ese tipo.
¿Cómo se gana el respeto una persona o una institución? El respeto se gana convenciendo, dialogando, nunca se logra a los golpes ni insultando; es más, le insisto en eso, ese accionar tiene el efecto inverso al enunciado, hacen perder el respeto. Usted me dirá, bueno, pero la Policía existe para poner orden y yo le respondo que no, que la Policía existe para brindar seguridad a los ciudadanos, incluidos a esos dos pelotudos que le hacían escuchar el “menea, menea” a Erode (no estaban cometiendo delito). Y la seguridad para el caso de estos dos graciosos era que, a través del diálogo y no del “peseteo” y la agresión se les hiciera entender la necesidad de dejarse de romper con la musiquita.
Otra de las razones por las que esperé para decidir si comentar o no este asunto, es que quería ver las repercusiones políticas que tendría el incidente, quería saber si de filas del oficialismo habría alguna condena al accionar de Erode (no le digo que lo echaran porque lo nombraron hace unos pocos días, pero por lo menos que le tiraran las orejas), pero no, ello no ocurrió, es más salieron todos a justificar y/o respaldar su conducta. “A la Policía hay que respetarla”, saltaron todos. Parece que la Policía que se hace respetar a los palos, es la Policía que quieren los multicolores. Por mal camino vamos.
Le dije que tenía más cosas para decirle sobre Erode, porque bueno, Maldonado fue el escenario de otro femicidio que impactó al país. Una gurisa de 17 años fue asesinada por un ex de la misma edad. Terrible, y podremos profundizar sobre ello en otra instancia, pero quería referirme al poco tacto que tuvo el Jefe fernandino al hablar con la prensa durante la búsqueda de la joven asesinada. En momentos en que los familiares de la chica Valentina aún la buscaban y tenían esperanza de encontrarla viva, el jefe Erode declaraba a los medios que estaban buscando el cuerpo.
Es cierto, apareció la chica asesinada, pero en ese momento no se sabía aún y por más que él tuviera la convicción de que iban a encontrarla muerta, como máxima autoridad policial del departamento, tendría que haber tenido más delicadeza al hablar, ser más “empático” (la palabra de moda), ante el dolor, las esperanzas y la desesperación que podía tener la familia de la gurisa. También dijo Erode, siguiendo con su particular tacto declarativo, que la chica tuvo un “desliz” al reunirse con su matador.
En tiempos en que hay que tener una Policía inteligente, tenemos una Policía bruta y no lo digo sólo por Erode, ya que no es la primera vez en este período que la fuerza prima sobre la inteligencia. El camino sigue siendo el errado, al menos desde la nada especializada mirada de este escriba de pueblo.
En este punto del texto, llegó el momento de cambiar el rumbo. Sé que está esperando que le exprese algo sobre la victoria de Milei en Argentina y la verdad es que no sé si tengo mucho que comentarle. Expreso tristeza de saber que íconos del rock and roll pueden ser utilizados por la extrema derecha para captar adhesiones (porque por suerte aún hay jóvenes que escuchan rock, no como los amigos de Erode); desorientado al saber que la “juventud rebelde” del siglo XXI ama el libre mercado y quiere un Estado ausente (que no es lo mismo que aspirar a una sociedad sin Estado), y asombrado por cómo emergen estos monstruitos salvadores de la nada en todos lados.
Anda a la vuelta la pregunta de si en Uruguay se puede dar un fenómeno similar y si bien la lógica me tienta a decir que no, que eso es difícil en un país de partidos fuertes como el nuestro, en un tiempo sin lógica como el presente, ninguna afirmación puede ser definitiva. Además, si miramos bien, en este período, nuestro Parlamento está lleno de loquitos a lo Milei, sin tantos voto como él, pero del mismo estilo. Sartori, Vega, Lust, Monsillo (Cabildo es un verdadero zoológico), son algunos de los ejemplos, pero debe haber más que se me escapan de la memoria ahora, así que no nos hagamos los cracks, también estamos aportando al disparatorio político del siglo XXI.
Un último comentario, cambiando de tema. Hicieron una obra que les costó casi 40 millones de dólares para trasvasar agua del San José al Santa Lucía, la inauguraron, a la semana se les vino el diluvio y debieron retirar las bombas usadas para bombear el agua. La improvisación, la falta de planificación estratégica, el talenteo, siguen siendo la norma. Es una lástima que tengamos un gobierno que invierta cuando está con el agua al cuello (bueno, en este caso con la sequía al cuello), porque entiende que el Estado se debe retirar de toda actividad productiva y deja todo en manos de privados (como quiere hacer con el Neptuno y el suministro de agua al área metropolitana).
Serán éstas cuestiones para profundizar en otra instancia, porque la hoja de papel se termina y hay que ponerle punto final a esta edición elucubradora. En siete días les espero por estar acá, es probable que haya muchas cosas nuevas de las que hablar y si no las hay, las encontraremos. Hasta entonces.
Imagen tomada de la web, ilustrativa.
Por Javier Perdomo,
