Elucubraciones

Elucubraciones semanales, edición 18/05/2021: «Discursos en cámara»

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Es tarde ya. Viernes a la mañana y aún no está trazado el camino para una nueva edición elucubradora, habrá que ir improvisando sobre la marcha, una tarea que al escriba no le es ajena en lo más mínimo. Así que, advertida/o está, de ahora en más la imaginación tomará vuelo y difícil es prever sus consecuencias. Seguro que será un texto como tantos otros, en el que la máxima verdad será que todo está por discutirse, incluso, la propia existencia de la columna, así que veamos qué sale esta vez.

Reconozco que a veces el ocio me conduce a realizar cosas insólitas y si me permite le voy a comentar una de ellas. El miércoles 12 sobre el mediodía -cuando mi semana laboral apenas si estaba por comenzar-, al no tener nada entre manos, se me dio por mirar un rato la transmisión de la sesión de la Cámara de Senadores en la que se estaba aprobando la ahora ley que creó los “jornales solidarios” (¡si tendrás poco para hacer!, pensará usted), y justo -no quiero poner por desgracia-, me tocó ver una seguidilla de oradores multicolores, argumentando con floridas exposiciones a favor del proyecto y sin querer ser malicioso, le diré que alguna de ellas me causó cierta risa.

Parecía que estábamos ante el descubrimiento de El Dorado: a los pobres hay que darles pero haciéndolos trabajar, porque el trabajo dignifica y bla, bla, bla. Uno se preguntaba mientras miraba, dónde estuvieron todo este tiempo esos legisladores, que se pasaron durante años cuestionando planes como el de Uruguay Trabaja sin saber bien qué era y ahora votan casi lo mismo con diferente nombre, queriendo mostrarse como dueños de una exquisita sensibilidad social ante las dificultades que genera la pandemia.

En serio se lo digo, uno que algo de información maneja -por profesión e interés personal-, se siente burlado intelectualmente, al escucharlos hablar de lo negativo que resulta el asistencialismo, cuando sabe que es gente que siempre se ha servido del clientelismo para generar núcleos de dependencia del caudillo o de líderes locales, algo que termina siendo más negativo que el asistencialismo puro, porque genera una subordinación casi hereditaria en la que los favores y las “deudas” se perpetúan por generaciones.

Al final votaron los famosos “jornales solidarios”, por unanimidad de los senadores presentes. Oficialistas y opositores. Como ya tenía la media sanción de Diputados (no vi ninguna transmisión de la sesión), el proyecto se transformó en ley, todos los departamentos tienen asignado un determinado cupo de puestos laborales y ahora comienza la tarea de las comunas para su distribución. Dicen que no habrá clientelismo, que las reglas serán claras, pero uno ya está tan acostumbrado a que a las declaraciones políticamente correctas se las lleve el viento, que no se extrañará de nada lo que pueda ver o deducir, viendo trabajar a tal o cual. Porque vio cómo es esto. En el interior, nos conocemos todos.

¿Qué creo de los “jornales solidarios”? No, están muy bien, todo lo que sume en materia laboral en este momento crucial tiene que ser bienvenido. Sólo que me parece bueno decirle a algunos senadores (que no me van a leer), que no descubrieron la pólvora, como pretendían mostrar en sus discursos en la sesión de la cámara (entre nosotros, muchos hablan sólo para que sus palabras queden registradas para la posteridad).

Es como una constante esa idea de “bueno, sí, este programa está muy bien, pero nosotros lo vamos a hacer mejor” y al final no pasa nada. Uno de los ejemplos es precisamente “Uruguay Trabaja”, que se iba a reformular porque no cumplía sus objetivos así, que no sé qué y que no sé cuánto; al final hace dos años que casi no funciona el programa viejo -el que era malo-, ni aparece el nuevo, el que iba a salvar las deficiencias del malo. Como contrapartida sale este programa, que tiene menos exigencias que las que tenía el “Uruguay Trabaja” (para esos pobres que hay que mandar a trabajar), y que no tendrá continuidad en el tiempo, más allá de los seis meses que establece la ley. Ah, pero eso sí, ahora anuncian que pronto se viene el nuevo “Uruguay Trabaja”.

Algo similar ocurrió con los Centros MEC. Llegaron y de un plumazo los cerraron, dijeron que no servían más, que tenían algo mejor para hacer pero aún estamos en veremos, por más que ahora están comenzando a trabajar. Es cierto, implementar nuevos programas en la estructura del Estado lleva tiempo pero, ¿no era mejor seguir utilizando lo que ya había, mejorando sobre la marcha, mientras se instrumentaban los nuevos programas? ¿Era necesario que cientos de miles de dólares en equipos en todo el país -que se pagaron con fondos públicos-, languidecieran en galpones o habitaciones oscuras porque los Centros MEC ya no sirven? ¿Era necesario mantener sin hacer nada a decenas de funcionarios a los que se les debía pagar el sueldo a la espera de una decisión sobre qué estructura iba a sustituir a los Centros MEC? Me parece que no, lo que pasa es que en la onda de supuestamente saber hacerlo mejor que los otros, caen cosas muy valiosas, por puro desinterés o “desidia”, término que ha sido utilizado mucho en el último tiempo por los multicolores.

Ya lo sé, usted me considera un eterno disconforme, al que nada le sirve y puede que tenga toda la razón. Los periodistas somos bichos que no servimos para conformarnos con lindas declaraciones y buenos modales (los que trabajan así son sólo agentes publicitarios), por eso tiene que tener claro que en esta columna es difícil que usted encuentre plena positividad. Esa idea de ver el medio vaso lleno no va con un buen periodista -no es que yo me considere tal cosa-, más bien buscamos el espacio del vaso que quedó vacío para llenarlo de significados, que por lo general se transforman en fuerza para los procesos de cambio de cada tiempo, porque al tiempo en que nos toca vivir, tenemos la misión de cambiarlo siempre.

Disculpe que me haya ido del tema, le empecé hablando de discursos senaturiales y al final me puse a hablarle de periodistas. Vio cómo es esto de elucubrar, uno va transitando por encima de los temas, por eso puede saltar con tanta facilidad de uno a otro. Lo peor de todo ahora es que ya está quedando tan poco espacio que no vale la pena adentrarme en otras temáticas, corro el riesgo de dejar por la mitad cualquier explicación, pero no lo haré, porque una cosa es elucubrar y otra que no se me entienda ni lo que escribo.

Yo le diré que es preferible que le comencemos a dar un decoroso cierre a esta edición elucubradora y desear volver a estar acá, en siete días, aún en el largo mes de mayo, para que todo lo que pudo haberse dicho y no se dijo, sea dicho y para que todo lo nuevo que surja, tenga posibilidad de ser abordado acá, en el espacio al que no le asusta que se hable  de nada. Nos vemos pronto.

Por Javier Pérdomo.

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