En todos los desequilibrios orgánicos, existen causas que provocan un avance gradual pero constante de ciertas enfermedades. Uno de los temas importantes que tiene que ver con el cuidado y prevención de una en especial, sobre todo a medida que pasan los años, es la patología que involucra a los huesos.
Son varios los factores que pueden llevar a sufrir pérdida de movilidad debido a deficiencias óseas. Una de esas patologías es en especial la osteoporosis. Esta se caracteriza por una fuerte pérdida de masa ósea y un deterioro de la propia composición del hueso, dos factores que vuelven el esqueleto muy frágil y propenso a sufrir fracturas e incluso que cierta parte del cuerpo necesite prótesis para volver a desarrollar las actividades y reparar la movilidad. El problema es que esta enfermedad silenciosa tarda mucho tiempo en mostrar síntomas claros. De hecho, suele pasar desapercibida durante años, hasta que frente a una caída o ciertos movimientos se produce la primera fractura.
La causa principal de la aparición de las fracturas es la disminución de la densidad ósea asociada a la vejez. En la sociedad actual, donde las expectativas de vida son cada vez mayores y la población anciana tiende al alza, el fenómeno puede derivar en un grave problema de salud pública, ya que afecta a cada vez más personas en el mundo, según dicen los profesionales en la temática.
CAUSAS | Dicen los especialistas que uno de los factores fundamentales de esta patología es el sedentarismo, que comienza desde los primeros años de vida, por ejemplo, pasar muchas horas delante de la televisión o del computador en la infancia, reduce la salud de los huesos en la edad adulta. Los estudios demuestran que, los hábitos alimenticios y el ejercicio físico durante los primeros 20 años de la vida, resultan determinantes en la aparición de la osteoporosis en la edad adulta, según la Especialista Marta Van Loan, del Centro de Investigación de la Nutrición Humana de Davis (California).
Aparte de las causas derivadas de una formación ósea insuficiente y el deterioro causado por el paso de los años, las mujeres son más propensas a padecer la enfermedad como consecuencia de la menopausia y la consiguiente pérdida de estrógenos. La conjunción de factores de riesgo acabará derivando tarde o temprano en una fractura, siendo las más comunes las de muñeca, columna y cadera.
TRATAMIENTO | La densidad de los huesos es en parte, cerca de un 75%, responsabilidad de los genes heredados, explica Van Loan, pero el otro 25% depende sobre todo de los hábitos de una persona, y los más involucrados en este tema, son la nutrición y el ejercicio.
“El ejercicio físico aumenta la masa ósea que compone el andamiaje del cuerpo humano, el esqueleto. Y la nutrición representa la vía para reponer el calcio necesario para la renovación y el fortalecimiento de los huesos. Éstos están formados en un 65% de este mineral y son el reservorio del que se nutre el resto del organismo para acometer funciones tan esenciales como la estructura dental, la contracción muscular, la coagulación sanguínea o la transmisión del impulso nervioso”, explica.
Si los primeros años de la vida son tan importantes para los huesos es porque, como subraya la investigadora norteamericana, durante la etapa de crecimiento, la infancia y la adolescencia, cuando la masa ósea va desarrollándose hasta llegar a su valor máximo o pico. “La densidad de los huesos puede incrementarse más adelante, pero después de mediados de los 20 años cuesta mucho más, lograr aumentos significativos. En lugar de esto, pasados los 30 años, la curva de la densidad de los huesos empieza a declinar y, con el tiempo, el descenso es cada vez más pronunciado”, dice Van Loan.
Es por ello que ella establece que después de los 30 años, debería incrementarse la actividad física y cambiar ciertos hábitos tanto alimentarios como de sustancias tóxicas para el organismo.
De todas formas se establece que cuanto más alto sea el pico logrado durante la juventud, será más lento el descenso y menor será el riesgo de padecer osteoporosis en la tercera edad. Agrega que para conseguir una mayor densidad de huesos, ejercicio y buena alimentación, debe agregarse un tercer ingrediente, evitar los hábitos tóxicos como el tabaco, el exceso de alcohol o cafeína, y fármacos como córtico-esteroides o antiepilépticos.
El calcio necesario lo proporcionan, la leche y sus derivados, en caso de la no tolerancia a los lácteos, se pueden sustituir por pescados, cereales, fruta, la verdura o el pan integral. Los especialistas le dan una gran importancia a la actividad física ya que según explican, un envejecimiento activo es fundamental para mejorar el tono muscular y para enfermedades como la osteoporosis o la insuficiencia cardiaca, así como para reducir los niveles de colesterol y controlar el peso corporal.
Son muchas las actividades que pueden desarrollarse para evitar el sedentarismo. Algunas pueden ser de alto impacto como ejercicios de peso o de resistencia, pero pueden incluirse otros más simples que también pueden ser de gran ayuda para el objetivo de mantenerse activo y ágil por más tiempo, mejorando la calidad de vida. Bastará para ello pasear durante 30 minutos, subir y bajar las escaleras, teniendo presente que, toda práctica deportiva, se debe desarrollar después de consultar al médico para que prescriba el tipo, la frecuencia y la intensidad adecuada del ejercicio, teniendo presente la edad, patologías existentes y estado general del organismo de la persona.
El deporte es, en definitiva, una manera efectiva de envejecer con calidad de vida, haciendo sentir a la persona más activa, mejorando altamente su autoestima, para lo que ayudará también un instructor deportivo que guíe y coordine determinados ejercicios que se adapten a cada persona.
Por Yudith Píriz.