En las elucubraciones no nos tomamos vacaciones adelantadas, seguimos al mismo ritmo que veníamos, aunque es probable que pronto hagamos una parada para continuar de mejor forma. Por ahora seguimos haciendo la exégesis de un presente bastante conflictivo y que cada tanto provoca sacudones intensos. Si le parece, sin mucha más introducción, comenzamos a transitar por una nueva edición de la columna que usted espera con cierta curiosidad, aunque más no sea para despotricar contra su autor.
Usted me va a disculpar, amigo/a nacionalista o multicolor, dirá que soy medio obsesivo, pero no puedo dejar de sorprenderme por las cosas que oigo, veo y/o presencio de nuestros gobernantes. No, no me refiero a lo del agua ni siquiera a los problemas de inseguridad, temáticas por demás abordadas acá y en todos lados, el frente que le abro ahora es el exterior, porque nuestro Presidente acaba de lucirse una vez más, en la reunión de mandatarios del Mercosur que se hizo sobre el inicio de la semana pasada.
La verdad es que uno a veces es iluso y quiere pensar que hay algún grado de cordura en el entorno presidencial, por ello esperé que el “Cuqui” fuera al encuentro de presidentes con un perfil un poco más conciliador una vez que quedó claro que China no quiere, por suerte -creo que ya se lo dije-, firmar un TLC con nosotros solos, pero más que errado estaba porque Lacalle Pou fue más confrontativo que nunca a la reunión con los presidentes de los países vecinos.
Les fue a decir que si no hacen lo que él quiere se va, como un niño chico que se lleva la pelota en el picado del campito porque lo pusieron de golero y él se siente un 9 goleador. Lo mejor de todo es que los “amiguitos” -en este caso los presidentes vecinos-, le dijeron, “mirá si te vas a ir, te vas a aburrir, vas a quedar solo como un hongo, porque de tan chiquito que sos nadie te va a notar”. Claro que este es un diálogo ficticio, que solo cabe en la mente de un escriba de pueblo con mucho tiempo para elucubrar, pero en síntesis fue lo que ocurrió en Foz de Iguazú.
De verdad que es una locura la sola idea de pensar en dejar el tratado común o de transformarnos en Estado asociado. De verdad es vivir en una fantasía pensar que todas las soluciones del país están fuera del Mercosur, no porque crea que es la panacea, solo porque -y sin entender mucho-, entiendo que las relaciones comerciales de un país pequeño país como el nuestro, no se construyen peleándose con unos y amigándose con otros. Se hacen en base a la colaboración y la cooperación, en lo posible, con todos.
Por eso es que me surgen un montón de preguntas: ¿En serio el Presidente piensa que es una buena idea estar fuera del Mercosur? ¿En qué se basa para hacer esos temerarios planteos? ¿No estará jugando con fuego? ¿Puede él por sí y ante sí, tomar una decisión de ese tipo sin consultar a nadie más en el país? ¿Nada tendría para decir sobre eso el Parlamento? ¿Qué piensa la sociedad uruguaya sobre esa posibilidad? ¿Nos lo va a preguntar? ¿Qué piensan los partidos políticos? ¿Qué piensan los empresarios, los trabajadores, sus agremiaciones y sindicatos?
Sabe qué, en definitiva lo que veo es que el Presidente va a estas instancias a hacer un discurso para su barra más fundamentalista; no le habla ni a los presidentes -que lo escuchan obligados por el protocolo-, ni a los ciudadanos uruguayos en general, le habla a los “malla oro” del campo (los que decían que había un solo Uruguay), y a los herreristas más puros y duros, que sueñan con un país de estancia cimarrona, sin Estado y con la peonada controlada.
Claro, le comento yo al Presidente sin que él se entere, ese es un público muy limitado, no le va a ayudar a ganar las elecciones, que al parecer cada vez las tiene más complicadas. Por suerte para los coaligados -y voy cambiando de tema si saltar al otro párrafo, porque hasta esas libertades me doy-, en el Parlamento la coalición funciona aceitada para las cosas importantes. La Cámara de Diputados le dio media sanción al proyecto de ley de reparación a las víctimas de la guerrilla (no me haga mucho caso con el nombre, no es textual, pero ese es el espíritu del texto), con el voto de todos los coaligados.
Es una ley hecha a medida de Cabildo Abierto y que pretende igualar la violencia estatal con la violencia ejercida por los movimientos insurgentes de los años 60 del siglo pasado. Mejor dicho, no pretende igualar, pretende ponerla por encima porque los montos de las reparaciones son mayores a los que recibieron quienes fueron presos y torturados por el aparato represivo del Estado por pensar diferente.
Ninguna muerte por violencia política se justifica y hasta capaz que corresponde algún tipo de reparación (no la que quieren darles ahora), pero esta ley en proceso de aprobación lo único que pretende es seguir abonando en la teoría de los dos demonios, una teoría que, como usted sabe, todos los historiadores serios de este país rechazan. En definitiva, la ley va a ser aprobada pronto, pero no será una ley justa y la vamos a pagar todos; bueno, como ocurre siempre, va, todo sale del Estado.
Otra cosa que le quería comentar, antes de comenzar a emprender la retirada, es que me dio mucha pena la última salida de Gustavo Penadés; responsabilizar de su “desgracia” a un joven estafador de poca monta me pareció propio de una persona que está desvariando o que no era tan inteligente como uno pensaba.
Ya se le había escuchado decir que había una gran conspiración en su contra y cuando un ex legislador de su importancia (porque era importante), dice algo así, uno piensa en oficinas oscuras, habitadas por oscuros personajes, pergeñando la trama conspirativa, pero no, al final se refería a un amante despechado o simplemente malicioso que se habría contactado con Romina -la “Romi”-, y juntos habrían generado el escándalo. Lo mejor de todo es que el tipo se llama Jonathan Mastropierro y es inevitable su comparación con Johan Sebastian Mastropiero de Les Luthiers, por eso las redes se han encargado de reírse el doble de toda la situación “expuesta” fuera de los juzgados por el propio interesado.
Y si algo me faltaba para confirmar que estamos ante una historia de cabaret fue ver declaraciones de Mastropierro en distintos medios, desmarcándose de las acusaciones del ex legislador. Me dio pena, no por Penadés, ni por Mastropierro, ni por la “Romi”, me dio pena por el país, porque tengamos que pasar por estas cosas.
Como comentario final le digo, si ya de por sí a uno le daba cosa el escaso nivel intelectual del actual Parlamento, el final de Penadés aporta el broche de oro a un período de luces bajas. ¿Qué pasará en el próximo período? ¿Seguiremos a la baja o habrá mejoramiento? No se necesita mucho -se lo digo en confianza-, yo creo que más abajo no podemos caer ¿Usted dice que sí? Bueno, no hagamos futurología, es solo cuestión de tiempo.
Por lo pronto la columna elucubradora de esta semana se está quedando sin tema o mejor dicho sin espacio para comenzar otro tema, porque como usted sabe temas siempre hay en este tiempo confuso que nos toca transitar. Es seguro que no nos faltará de que hablar la próxima semana así que si le parece acá le estaré esperando, para que coincida o reniegue de lo dicho, pero que no le sea indiferente. Hasta entonces.
Por Javier Perdomo.
