A través de la historia, ciertos sucesos han sido mojones. Los contextos socio-económicos, políticos, culturales, sanitarios y hasta astronómicos, llevaron a que las personas se realizaran preguntas, en muchas ocasiones, mucho más profundas que los propios hechos.
Debido a la pandemia que todo el mundo ha debido enfrentar, hubo análisis, cuestionamientos, críticas y en algunas circunstancias hasta una búsqueda interior para comprender la situación, encontrar respuestas y desarrollar una actitud que permitiera hacer frente a la adversidad.
Ni la única, ni la más desafiante, ha sido la presente crisis para la humanidad. Desde todos los tiempos, la religión, la filosofía, el arte, han intentado reflexionar sobre los desafíos que se han suscitado en cada época y que en su momento se mostraban insuperables. Ante esas encrucijadas, el estoicismo, tenía sus respuestas.
ESTUDIOS | Muchos expertos en el estoicismo han realizado investigaciones sobre algunas máximas que, desde los albores de la historia de la humanidad, los antiguos han sabido atesorar. Uno de ellos es el doctor John Sellars, profesor de Filosofía en Royal Holloway, miembro del Wolfson College, en Oxford. Ha realizado varios trabajos sobre el estoicismo, entre los que se encuentra un ensayo, “Lecciones de estoicismo. Filosofía antigua para la vida moderna”.
Su investigación se centra en la historia de la filosofía, principalmente la filosofía antigua y su influencia posterior, y en particular el estoicismo y su recepción.
En lo que respecta a la interpretación de la filosofía estoica, el trabajo está centrado en el pensamiento de tres de los grandes filósofos de esta corriente. A partir de ese análisis, Sellars intenta realizar una conexión entre aquella filosofía, la vida actual y sus problemáticas, mostrando cómo las antiguas estrategias, se pueden aplicar también hoy, frente a la actual crisis sanitaria.
En síntesis, que el estoicismo puede ser válido también para el presente siglo XXI. Quizá en estos y aquellos momentos de crisis, la filosofía ha intentado hurgar en esa búsqueda de otras formas, para hacerle frente a situaciones en donde las emociones, llegan a su punto de mayor expresión. El sufrimiento, el miedo, la desilusión, la ansiedad, la frustración y la insatisfacción, se ponen de manifestó ante los acontecimientos que la humanidad debe vivir en ciertos momentos históricos.
Para el filósofo británico, buscar en el estoicismo, aquellas lecciones que permitan acercarse a otras salidas ante las crisis sean personales o sociales, es una alternativa posible.
La obra de Sellars ha sido traducida al español por el escritor Abraham Gragera, quien explica que el estoicismo está tan vigente como siempre. “Eso quizá tenga que ver con su propio origen, pues nació en un momento de la época helenística que se parecía bastante al actual. Es un instante histórico en el que prima el desarraigo con lo previo y en el que experimentan esa violencia psicológica que supone reaccionar a un mundo que se les escapa”, señala el traductor.
Esa filosofía que viene de Oriente se extenderá años más tarde por Roma, convertida ya, según explica Gragera, “en una alternativa que da la posibilidad de alcanzar la paz, a través del compromiso de los más cercanos y del humanismo, todo ello en un momento de violencia e incertidumbre”.
Para explicar esta forma de ver la vida, John Sellars se fija en Séneca, Marco Aurelio y Epicteto, por ser los tres autores estoicos, todos ellos romanos de los siglos I y II, que vivieron de acuerdo a esta filosofía.
Del pensamiento de Séneca, se vale también para explicar que la regla es apreciar si lo que sucede está dependiendo de las personas o si por el contrario es ajeno a ellas y también de la importancia de no alimentar las pasiones, así como la aceptación de lo que suceda. “El estoicismo, cuando nos habla de cómo afrontar la muerte y el dolor, en realidad nos está hablando de cómo vivir mejor la vida”, concluye.
Estos filósofos entendían que el exceso de pasión y las emociones negativas, necesariamente debían evitarse, y por el contrario, vivir desde la serenidad y la tranquilidad, más allá de las circunstancias, con el objetivo de enfrentarlo y superarlo.
El destino, las emociones negativas y comprender lo que se puede controlar y lo que no, son claves en esta forma de entender el mundo.
Las cuatro virtudes principales para los estoicos son la sabiduría, la justicia, la valentía y la moderación, entendiéndose que son esos valores éticos, surgidos hace más de 2000 años, desde la época helenística, los esenciales para vivir bien.
Para John Sellars, “casi dos milenios y medio más tarde, ser un estoico significa tener fortaleza o dominio sobre la propia sensibilidad. Tomarse la vida con estoicismo, suele equivaler a asumirla y sobrellevarla con buen temperamento, por difícil que se presente”.
HISTORIA | El estoicismo fue una forma de entender y aceptar aquello que no puede cambiarse y tomar una actitud de quietud y entrega frente a la adversidad. Varios fueron los estoicos en la historia. Fueron llamados así debido a que el fundador de la escuela filosófica, Zenón de Citio, daba sus clases en el siglo III a.C. en la stoa, un pórtico en el centro de Atenas.
Sellars examina en su libro la filosofía de estos tres grandes pensadores que, tres siglos después de Zenón, y ya no en Grecia sino en Roma, escribieron obras sobre cómo vivir, manejar las emociones e intentar salir adelante en medio de una situación crítica. A pesar de lo diferente de sus vidas -Séneca como tutor del emperador Nerón; Epicteto, un esclavo que consiguió la libertad y fundó una escuela de filosofía; y Marco Aurelio, emperador de Roma-, todos se relacionan a partir del paradigma estoico.
Sellars comienza por Epicteto, el que pensaba que el filósofo es un médico y la escuela donde enseña es un hospital para las almas. Y cuidar el alma para los estoicos significa tener cuatro virtudes: ser sabio, justo, valiente y moderado.
Los estoicos reflexionaron sobre el destino, la naturaleza y el espíritu; fueron moralistas y contemplativos, defendieron una vida de virtuosismo. Para esta filosofía de vida, la falta de reflexión, impide saber la auténtica realidad en la que se vive, de todas formas, y a pesar de que entendían lo saludable de expresar las emociones, entendían que la ira, el rencor, el miedo, y otras pasiones negativas, empeoran la vida de las personas y, por tanto, deben ser evitadas a pesar de las circunstancias.
Respecto a la adversidad, entendían que es importante ponerse a prueba con las dificultades y de esta forma, se podrá conocer la capacidad que cada uno tiene, porque se deberá utilizar el coraje y la tenacidad para superar cualquier situación no deseada.
Como indica John Sellars, Marco Aurelio practicaba la reflexión al despertarse. “Ser filósofo y emperador no era una tarea sencilla, ya que requería de mucha inteligencia o reflexión”.
En cambio Séneca, de acuerdo a lo que explica Sellars, pensaba al anochecer. “Sobre el día que estaba acabando y realizaba una especie de balance analizando lo que había hecho bien y considerando también sus errores. La finalidad era mejorar su conducta y sus acciones al día siguiente. De este modo, podía mejorar en el camino de la vida”.
En general y de acuerdo a los estoicos, esforzarse y luchar de la mejor manera, es lo deseable y lo demás vendrá por añadidura. La perseverancia, la tenacidad y la constancia son muy poderosas para superar obstáculos. Esto también lo sabían los filósofos estoicos.
Quizá pueda argumentarse que el estoicismo debe interpretarse desde su contexto histórico. De todos modos, acercarse a algunos de sus postulados en estos momentos puede ser de gran ayuda. Entre ellos, reflexionar sobre las emociones que muchas personas han presentado, para gestionarlas de forma armoniosa, fluir con lo que sucede y no dejar de apreciar lo importante de la vida. También un tema muy controvertido actualmente como es el respeto por la naturaleza y vivir acorde a ella, preservándola. Y otro de sus postulados, quizá el más importante para los estoicos, aceptar el propio destino con los acontecimientos que puedan aparecer y sobre todo, no esforzarse en intentar cambiar lo incambiable.
Por Yudith Píriz