Sociedad

Cerró Imprenta Leo, el final de un tiempo del comercio en Libertad

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El movimiento comercial en Libertad es dinámico y todos así lo reconocen; más allá de un momento como el actual en que se pueden ver muchos locales vacíos sobre 25 de Agosto en particular, siempre están abriendo y cerrando negocios, pero en el medio de ese panorama, hay algunos que parecen haber estado siempre y que estarán eternamente, sin embargo no es así, porque el tiempo pasa para todos y para todos hay un tiempo para decir basta.

Y ese tiempo llegó para uno de los comercios históricos de Libertad, la Imprenta Leo, de Leonel Velázquez y su esposa Margarita Galain, que cerró sus puertas el pasado 1° de marzo tras 63 años de labor interrumpida en el medio y luego de haber sido la primera imprenta que tuviera el pueblo, luego villa y hoy ciudad y sede del Municipio de Libertad.

Toda persona que haya vivido en Libertad, tiene algún recuerdo del emblemático comercio ubicado hasta ahora en calle Medina entre 25 de Agosto y Artigas. Para su propietario, el cierre de la empresa que fundó en 1955, llega luego de mucho pensarlo: el cansancio y las pocas posibilidades para que alguien siguiera la tarea, fueron determinantes a la hora de marcar el cierre, aunque claro está que no fue una decisión exenta de tristeza. Comenzando un extenso diálogo con La Semana, Velázquez recuerda que “cuando tomé la resolución de cerrar, tuve que decirle a algunos clientes que no iba a trabajar más; fui a conversar con el gerente de la fábrica Bonprole -un muy buen cliente nuestro- y honestamente se me llenaron los ojos de lágrimas, pero luego traté de sobreponerme y enfrentar la situación”.

 

INICIOS | Pero si bien la charla con Velázquez comenzó por el final, todo tiene su inicio y el de la Imprenta Leo fue allá por 1955, en un pueblo que aún tenía un cantero central en su calle principal, que era de tierra.

Leonel Velázquez y su esposa Margarita Galaín, son originarios de San Carlos, Maldonado y llegaron a Libertad por circunstancias de vida. Velázquez era linotipista en el Diario Oficial en Montevideo y su primer contacto con el departamento se da cuando el periódico “La Idea” de San José de Mayo compró su primera linotipo. Era el año 1952. Cuenta Velázquez que en la imprenta de ese periódico no tenían un linotipista y para “dar una mano” para enseñar, se comprometió a viajar a San José. “En aquel tiempo viajar de Montevideo a San José era complejo, así que salía a las 5 y media de la mañana, para llegar a las 8 al diario y trabajaba hasta el mediodía, después me tomaba la Cita para ir a trabajar en el Diario Oficial y por supuesto, pasaba todos los días por Libertad”, narró Velázquez.

En el año 1954, su esposa Margarita ganó un concurso con la posibilidad de elegir en Libertad y llegó como docente a la escuela 49. Así fue que el matrimonio decidió  radicarse temporalmente a Libertad. “Desde acá queríamos hacer el salto posterior a Montevideo, cuando estuviéramos un poco más afirmados, pero eso nunca pasó”, cuenta Velázquez entre risas.

“Primero alquilamos una casa en calle Detomassi, logré el cambio de turno en el Diario Oficial y me iba a las 11 de Libertad y para las 19 estaba de vuelta”, cuenta. Pero en ese tiempo en el pueblo “no había imprenta y un contador del Banco República me planteó por qué no abría una imprenta acá; él me dijo que me tramitaba el préstamo, cuando me lo concedieron comencé de inmediato a buscar máquina y me instalé en el garage de mi primera casa en Libertad. Estuve un año y medio allí y en 1957 me mudé hacia 25 de Agosto casi Detomassi”, recuerda el empresario. La vinculación social a partir de integrar distintas comisiones le permitió generar más clientes y ya para 1959, se instaló en calle Medina entre Artigas y 25 de Agosto, lugar en el que tuvo sus puertas abiertas hasta el final del pasado mes de febrero.

 

DE BUENAS Y MALAS RACHAS | Como todo comercio, Imprenta Leo tuvo sus buenos y malos momentos. Respecto a los buenos, recuerda Velázquez que allá por 1964, cuando Supermercados Disco abrió su segunda sucursal en Montevideo en Avenida Agraciada, lo contrataron para imprimir las bolsas de papel que entregaban a sus clientes. “Empecé con dos máquinas, costura a mano, con tres turnos para cumplir con los pedidos. Ese fue el mejor momento, pero después vino otro gran momento entre 1981 -1982”, cuando actualizó sus máquinas y tenía un espectro de clientes muy importante. “En Montevideo tenía como clientes a ‘El Emporio de los Sandwiches’, ‘El Maestro Cubano’ y la empresa IMSA, que comercializaba comidas envasadas; pero también tenía otros clientes de Montevideo, algunos de los cuales permanecieron con nosotros por 40 años”, recuerda.

“La actividad siempre fue pareja hasta que salió el tema de la factura electrónica”, dice Velázquez y añade que en los últimos tiempos de su emprendimiento, “nos defendíamos imprimiendo materiales internos de algunas empresas y las facturas para pequeños comercios”.

Consultado respecto a las razones que lo llevaron a decidir el cierre definitivo de la empresa, menciona Velázquez varios factores. “Primero que yo tengo 87 años, ya es demasiado para hacer el trabajo de imprenta, además no hay gente joven que tenga el oficio de impresor y también influye la baja en la cantidad de impresiones. En realidad, yo no estaba para enseñar ni para poder esperar el resultado de esa posible enseñanza”, dijo.

Sobre cuáles serán las empresas del rubro que podrán subsistir en el futuro, dice Velázquez que las grandes imprentas son las que se están viendo más afectadas porque tienen grandes presupuestos, pero “hay un sector del medio, que trabajan con un combo de servicios; nosotros nos estábamos defendiendo con la papelería, las fotocopias y la imprenta y esa es la forma de seguir, pero para eso debe ser con una persona, que sepa computación, diagramación y que le pueda poner horas al trabajo”. Algo que Velázquez ya no puede hacer.

 

GREMIALISTA | Pero Leonel Velázquez, además de su trabajo tuvo una intensa trayectoria gremial. Estuvo en la Asociación de Impresores del Uruguay (AIPU), donde “me recorrí todos los puestos, entré como vocal, fui Tesorero, Secretario y terminé como Presidente durante dos períodos”. Fue además integrante de la Directiva de la Cámara Empresarial del Uruguay (CEDU).

Pero todo esto para Velázquez está quedando atrás. Ahora es tiempo de descanso, de escuchar radio, leer prensa papel -por supuesto- y seguir desde el living de su casa los devenires de esa profesión que muchos auguran que desaparecerá. Sin dejar de estar comprometido con sus ideas de siempre -aún hoy es notorio referente del Partido Colorado en el departamento-, sigue las actividades desde lejos, pero para el final deja un último comentario: “le agradezco fervientemente a la sociedad de Libertad el apoyo que nos dieron durante todos estos años”, dice Velázquez antes que el grabador se apague.

Por Javier Perdomo.

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