Entre agua que fue y vino, se pasó otra semana en la que las temáticas que podían interesar al escriba de pueblo para sus elucubraciones fueron cambiando según iban pasando los días. Sin pleno convencimiento de lo que tengo para decir, le voy anunciando que comenzamos una nueva edición de la columna que nunca está segunda de nada, no bien saltemos al siguiente párrafo. Veamos qué nos depara este nuevo paseo por un tiempo que resulta cada vez más extraño.
Mire, le reconozco que si fuera por mí no le hablaría del asunto de Yamandú Orsi, pero sé que debo hacerlo o daré espacio a que quienes cuestionan las posturas ideológicas de este escriba tengan nuevos elementos como para hacerlo. Claro, si usted espera que yo le escriba en base a lo mismo que se escucha y se dice por ahí, es preferible que no me siga el razonamiento, pero si quiere escuchar algo diferente entonces puede seguir este hilo, que no es un gorjeo.
A ver, parto del convencimiento de la inocencia del precandidato frenteamplista. No hay en su conducta pública elementos que me lleven a pensar que sea una persona que actúe con tanta irracionalidad como para terminar expuesto de esa forma. El más común de los sentidos me lleva a creer en su inocencia.
Le explico, si bien el hecho habría ocurrido hace nueve o 10 años atrás, Orsi ya era una persona pública e iba camino a transformarse en el Intendente de Canelones. No lo imagino tan torpe como para “regalarse” de esa forma tonta, tosca; no lo imagino manteniendo una relación con una mujer trans en el parque Roosevelt, agrediendo a la persona además, arriesgándose a una denuncia en ese mismo momento, cuando está a punto de ser Intendente del segundo departamento en importancia del país. Suena irreal, por donde lo piense.
Dicho esto, lo que queda por preguntarme es si la mujer trans se equivoca, si es una operación montada para desprestigiar a un presidenciable o si es el torpe accionar de una mujer trans (Romina Celeste), que tras haber expuesto el caso Gustavo Penadés, pretende seguir trascendiendo a partir de denuncias escandalosas sin verificar la autenticidad (aunque hay que aclarar que lo del ex Senador sí tenía bases sólidas y va rumbo a terminar en su condena).
Y la verdad es que no tengo una respuesta definitiva, aunque tengo alguna idea de por dónde viene el asunto. Primero pensé que era un tema que se iba a diluir con rapidez, que nadie le iba a dar mucha trascendencia, pero a medida que han ido pasando los días y que el tema siguió instalado con fuerza inusitada en la opinión pública, me comencé a preguntar qué está pasando.
Hay quienes apuntan al diputado Lerette, oriundo de Canelones y uno de los aspirantes nacionalistas a la Intendencia de Canelones, como el responsable de un montaje para afectar a Orsi. Otros apuntan al asesor Lafluf, el acusado de destruir documentos públicos, y de paso también cuestionan el trabajo del medio que le brindó atención al tema -Montevideo Portal-, señalando al senador Sartori como su propietario (que entre paréntesis le digo que si va por la reelección, no la logra aunque invierta mucha plata como en la anterior elección), que sería quien estaría detrás de toda la conspiración.
La verdad es que creo que la responsable de todo es Romina Celeste y que después sí, ha habido un aprovechamiento de los aparatos políticos, porque el asunto está de “cachón” y si la gente se prende, van a seguir intentando aprovecharse del flanco débil que encontraron, como es natural que ocurra, aunque sea todo una gran mentira como entiendo que es.
Lo que no es natural, no es bueno, es dejarse arrastrar por esa marea que están creando a su alrededor y ahí es donde creo que Orsi está errando. Le digo más, creo que no debió salir a contestar en ningún momento, no debió realizar conferencia de prensa alguna, por el contrario debió seguir haciendo su campaña, porque si fue una operación, lograron el objetivo que era distraer al adversario. La denuncia de Romina no hace más que distraer y Orsi y su equipo entró en su juego.
¿Lo afectará esto en la posibilidad de llegar a la Presidencia de la República? Y bueno, en toda campaña de enchastre algo siempre queda y por más que se demuestre su inocencia, habrá quienes seguirán machacando con el incidente y quienes se crean todo lo que le digan, porque este es un tiempo de creer o reventar. La verdad fue embargada hace tiempo y parece que todo pasa por cuántos “likes”, “retuiteos” y “me gustas” consigas para que algo sea real o creíble.
Dicho todo esto entiendo que es momento de ir cambiando de tema, porque aunque quieran desviarnos la atención, en el universo hay otros asuntos de los que ocuparse y que se basan en pruebas fehacientes y con un sustento jurídico mucho más firme.
Por ejemplo, tapado por todo este asunto en el que implicaron a Orsi, se conoció que el gerente de la famosa Vertical Skies, otra de las tantas empresas creadas a inicios de 2020 para hacer negocios con el actual gobierno de coalición, fue condenado mediante un proceso abreviado como responsable de solicitarle al jefe de seguridad del Presidente, Alejandro Astesiano, que espiara a los senadores frenteamplistas Mario Bergara y Charles Carrera de forma de encontrar algo que sirviera para chantajearlos y evitar así que siguieran sus denuncias sobre el negocio del puerto.
El militar retirado reconoció el delito y cumplirá medidas sustitutivas a la prisión al ser imputado, pero como parte del acuerdo se reservó el derecho de no decir quién le encomendó la tarea a su empresa. Es más, dijo que se llevaría a la tumba el nombre de quien pidió la pesquisa, en una demostración de lealtad propia de una “omertá” mafiosa.
Entiende este escriba de pueblo que bien vale la pena hacer referencia a esta condena, porque no hay que dejarse distraer con situaciones como la supuesta agresión de Orsi. Y este caso -todo lo vinculado con el accionar de Astesiano como Jefe de Seguridad del Presidente-, es un caso que nos seguirá dejando novedades gruesas -seguramente cuando la campaña esté en su fulgor-, y ya no servirán los elementos distractivos que se fragüen.
Un último comentario. Las inundaciones de los últimos días dejaron en evidencia un viejo problema del Uruguay y es la lentitud en la concreción de cualquier cosa. En 2016 hubo cientos de evacuados y se hicieron mil y una declaraciones sobre soluciones para las familias que viven contra el río San José; mil y una reuniones, negociaciones, intercambio, protestas, movilizaciones.
Ocho años después, un evento de similares características -más o menos fuerte que el anterior, eso es relativo-, provoca los mismos problemas, porque en los anteriores ocho años, el Uruguay logró apenas financiar un complejo de 30 y algo de viviendas que aún no está finalizado. No es un problema de la Intendencia, ni de los organismos del Estado, es un problema de Uruguay; nada fluye, todo lleva la firma, sobre la otra firma, del acuerdo, de la negociación, del préstamo de uno con el aporte del otro y así pasan los años.
Mientras el Estado se toma todo el tiempo del mundo para decidir qué hacer y cómo hacerlo, para la gente común y corriente se pasa la vida y vuelven a ocurrirle los mismos problemas, porque la estructura del Estado no sabe decidir rápido.
Dichas todas estas cosas le comento que va siendo tiempo de terminar esta edición elucubradora. Le alerto que el martes 26 la columna estará ausente como lo estará el medio que nos soporta. Volvemos el 2 de abril para, ahora sí, comenzar el año. Hasta entonces.
Imagen ilustrativa, tomada de la web.
Por Javier Perdomo.