Y finalmente llegó el verano a este insignificante punto del planeta tierra. Pasamos todo enero esperándolo pero apareció en su último día, ingresando con todo en este mes de febrero, que en 2024 viene con 29 jornadas. Ola de calor mediante, la columna elucubradora les recibe en una nueva edición de verano, esperando poder darle de qué hablar para el resto de la semana, sin tener que terminar conversando sobre “la calor”. Si le parece, a renglón seguido, empezamos a elucubrar. Veamos qué sale.
Le cuento que poco a poco se le van viendo las patas a la sota. ¿A qué me refiero con esa frase del refranero popular? Bueno, a los discursos que nos deparará la venidera campaña hacia las elecciones de octubre (y quizás, hacia noviembre). El del partido de gobierno parece estar bien definido, al menos eso uno intenta concluir por lo que se ha escuchado de principales referentes del oficialismo en sus primeras salidas de este 2024; la estrategia pasa por atacar el supuesto radicalismo de los candidatos con más posibilidades de ganar en la interna del Frente Amplio. El MPP y el Partido Comunista son el cuco, el demonio del que hay que defender a la nación, nos dicen los referentes nacionalistas.
O sea, no nos dicen que si ganan van a llevarse los niños para Rusia, porque a Rusia está difícil llegar ahora (además hay un asunto con ciertos pasaportes, por lo que es mejor no nombrar a Rusia), pero sí intentan identificarlos con lo peor de lo peor, con el mal personalizado. Tupas y comunistas, ¡¡hijos del demonio!!
Usted sabe que yo tiendo a la exageración, pero a uno que le asustan pocas cosas y que está curtido en alguna que otra campaña electoral, se le representa esa imagen alegórica cuando escucha a Álvaro Delgado, a Javier García, o a Jorgito Gandini (que sigue intentando llegar a algo y ni en su partido lo dejan), largando ese mensaje que intenta ponernos miedo en los medios.
La mayoría de las veces, termino riéndome con ironía, pero en otras, me pregunto: ¿en serio piensan convencer a la gente con eso? ¿En serio intentarán hacer como que no pasó nada en estos cuatro años anteriores y atizar el susto contra los comunistas será el centro de su discurso? ¿Será que no tienen nada bueno para mostrar y apelan a agitar el miedo para suplantar esa falencia? ¿Será que piensan que somos tontos? ¿Será que ellos creen en eso? ¿Será que no estuvieron en el país durante los años en que comunistas y tupas fueron gobierno? ¿Será que no recuerdan que nada raro pasó en ese tiempo? ¿Será que les da resultado?
Por supuesto que no soy politólogo y no soy capaz de dar respuestas definitivas a ninguna de estas interrogantes. Es real que ciertos miedos bien activados son efectivos, pero los miedos al barrer, así como los está presentando el oficialismo estimo que no logran hacer carne en la gente. El miedo al IRPF le hizo perder la elección de 1999 al Frente Amplio; el miedo a la motosierra, hizo que Lacalle Herrera no fuera Presidente por segunda vez en 2009; la inseguridad, el miedo al delito, le hizo perder el gobierno al FA en 2019. Esos son miedos concretos y bien manejados comunicacionalmente, logran hacer daño.
Sin embargo, en este 2024, estimo que todos los coaligados van a tener que inventar muchos miedos para evitar perder la elección; con insistir con el miedo al comunismo, me parece que no les va a alcanzar. Demasiadas cosas son las que han pasado en lo que va de este período como para convencer al electorado de centro (al que supuestamente va dirigido ese discurso), hablando en contra de los supuestos radicales del Frente Amplio. Al final, le terminan hablando a la barra, a los que los votan sean cuales sean las circunstancias.
Pero tranquila/o, que no se entere nadie de lo que le estoy diciendo, no sea cosa que me lleven el apunte. Si así llegara a ser, que paguen derechos de autor, porque a Roberto Lafluf, le pagan muy bien por sus estrategias (esta de atacar por el lado del cuco comunista es suya). El tema es que el cerebro detrás de las estrategias de “Luisito” va a andar enredado en tribunales en los próximos meses, porque hay más de una causa que lo espera a él y a otros referentes del gobierno. La más mínima condena contra algún jerarca por los líos Astesiano, Marset o Casa de Galicia va a causar a la gente más temor la difusa figura del “oso ruso”.
Pero le insisto, usted no me haga caso, todo lo acá escrito tan solo son elucubraciones de un escriba de pueblo chico, que es mejor que se dedique a hablar de flores y pajaritos antes que de estrategias electorales en las ligas mayores.
¿Con qué seguimos ahora? Bueno, con otra preocupación de cada mes de febrero de muchos comunicadores televisivos cercanos a los partidos coaligados en el gobierno: las críticas que las murgas le hacen al gobierno de Luis y las supuestas no críticas hacia lo que fueron las administraciones frenteamplistas en el pasado reciente.
Sabe usted que yo no soy afecto a los embrujos de Momo, que le puedo recitar de memoria la letra de “Escalera al cielo” de Led Zepellin, pero que no me conozco una sola retirada murguera. Ello, no me impide apreciar los valores que tiene el género y destacar también su postura contestataria y crítica con su tiempo (algo que temo que el rock and roll ha perdido, porque los nuevos artistas del género están más preocupados por salir en los programas de “talentos” que en hacer músicas que digan cosas), porque así es como entiendo el arte, en cualquiera de sus expresiones.
Para desarrollar una expresión artística, cualquiera que ella sea, hay que tener cierta sensibilidad, no basta con ser bueno con un instrumento o con una técnica para comunicar bien, hay que ponerle sentimiento al hecho artístico. En materia de textos tanto de canciones, de literatura, de cine o de murgas (también de periodismo), el autor debe expresar lo que es y lo que piensa en el texto elaborado, por eso exigirle, pedirle que hable de tal o cual cosa y encima que lo haga de una forma determinada, es un despropósito.
En serio le digo, que haya gente, comunicadores, que les digan a las murgas que cuestionen al Frente Amplio es para la risa. No porque las murgas no puedan criticar al FA, que lo hacen (sólo que los que lo exigen no se dan cuenta porque piden literalidad y se encuentran con poesía), sino porque les dicen la forma en que deben hacerlo.
En realidad, si uno cree tener claro cómo hay que hacer una cosa, entonces la hace y no pide a los demás que lo hagan por sí. Por eso, si usted sabe qué debe decir una murga, pues haga una murga y exprésese como bien tenga en ganas, ahora, no le exija a los demás que lo hagan por usted y no se moleste porque no lo hacen como usted quiere.
La expresión artística es libre y no puede ser condicionada por ningún poder, ni siquiera por el poder que ejercen los espectadores. Por eso, cada murga seguirá siendo lo que quiera ser. Si sus integrantes son de izquierda, seguro tendrá una sensibilidad determinada, si sus integrantes son de derecha (aunque a pocos les gusta denominarse así), tendrá otra sensibilidad. Nadie puede dirigir los discursos.
Me he quedado corto de espacio. Sin dudas que el último tema merece más desarrollo, pero no importa, la semana que viene estaremos en pleno carnaval, así que podemos seguir profundizando. Es lo que tiene este espacio, ningún tema queda cerrado. Hasta la próxima.
Imagen ilustrativa tomada de la web.
Por Javier Perdomo.