Elucubraciones

Elucubraciones semanales, edición 26/09/2023: «A boca de urna»

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¿Vio? Siempre me pasa lo mismo, no le puedo dejar un tema pendiente de una semana a la otra porque la complejidad de este tiempo nos presenta nuevos temas cada día y ello nos obliga a alterar lo proyectado de forma continua. De todas formas, en las elucubraciones, el escriba de pueblo no se deja aplastar por la agenda del disparate y pese a estar tentado a escribir sobre todo, lo mejor que uno hace es bien seleccionar las cuestiones de las que escribe. Si le parece, a renglón seguido, comenzamos por lo comprometido.

Cerrando la anterior columna mencionábanse los bailecitos de Robert Silva y su meteórico ascenso hacia la precandidatura del Partido Colorado que, si todo sale como van diciendo las encuestas, obtendría la menor votación de su historia y se convertiría en un partido cuasi testimonial, apenitas por encima del Partido Independiente en cuanto a caudal electoral. Tranquila/o, no voy a entrar a examinar las razones de la debacle colorada porque me llevaría una edición entera del periódico y esa no es la idea (además, hay otros que escriben mejor sobre esas cosas).

Todo eso lograría el Robert, habiendo tenido centralidad informativa durante los pasados cuatro o cinco años (previo y luego de la elección 2019), a partir de ser el mentor de la promocionada reforma educativa y de prometer junto a Talvi (¿se acuerdan de él?), la construcción de 150 liceos, de los cuales me arriesgo a decir que no ha construido ni medio edificio.

Yo entiendo la escasez de figuras que tienen los colorados (de pensar que otro posible precandidato es Gabriel Gurméndez, uno se da cuenta lo “tirado” que está el coloradismo), pero precandidatear a Robert Silva, con la negativa visión que hay sobre la reforma y con su enfrentamiento permanente con los sindicatos de la educación, es como que en los años 90 del siglo pasado, el partido hubiera llevado a Germán Rama como candidato a la Presidencia, en medio del proceso de lucha contra la reforma que éste llevó a cabo y que generó también fuerte rechazo (el FA al llegar al gobierno en buena parte la revió). Es ir al muere, como se dice habitualmente.

De verdad que la tiene muy difícil para sobrevivir el partido que supo gobernar el Uruguay casi todo el siglo XX; sin figuras, desfigurado, bajo el ala del Partido Nacional y olvidado de todo rasgo de socialdemocracia, tiende a quedar en el pasado. Eso sí, será un olvido a pura pachanga, como se ve que le gusta a Robert Silva, que te hace unos bailecitos re-simpáticos en todas las actividades oficiales, demostrando que educarse con él es una fiesta continua (y un derroche de mal gusto musical, le acoto).

Pero bueno, los problemas de los colorados son problemas de ellos y uno no se los va a andar solucionando, ya bastante tiene este escriba con los pesares propios como para estar preocupado por la música que baila el candidato colorado. Ya va siendo tiempo de variar de temática.

En 39 millones de dólares se incrementó el patrimonio de Juan Sartori desde que asumió como Senador, según la información que él mismo debió entregar a la JUTEP en el marco del diferendo que mantiene con ese organismo por la declaración jurada de bienes de su esposa. Todos sabemos que buena parte de ese dinero no lo hizo gracias a sus negocios en Uruguay, pero sí cabe pensar que su condición de Senador le dé la posibilidad de negociados varios, dentro y fuera de fronteras.

Como tantas otras veces en mi vida reconozco que me equivoqué con Sartori. Cuando surgió su mediática figura creí que no iba a encajar en el sistema político uruguayo, creí que la fortaleza de los partidos no iba a permitir el ascenso de un “outsider” y que el uruguayo medio tenía una cierta cultura política que le permitía detectar al oportunismo y no dejarse llevar por fuertes campañas publicitarias. Pero me equivoqué feo, Sartori hizo una buena elección interna en el Partido Nacional y después llegó al Senado acompañando al Luis Presidente.

Evidentemente el electorado uruguayo ha cambiado y eso permite que cualquier fenómeno mediático se exprese en votos, por eso no me puedo jugar hoy a decir cuál puede ser el futuro de Juan Sartori en la vida política del país. Mi certeza respecto a lo que pasará con los colorados y también con los cabildantes (que al igual que los de partido de Batlle, estimo que bajarán bastante su votación), es duda en el caso de este afortunado empresario (que no es lo mismo que exitoso), devenido en político.

Si bien su pasaje por el Parlamento ha sido más que testimonial, su sonrisita amigable y los millones de dólares de los que puede disponer para hacer campaña, hacen que no pueda descartarlo. No, no digo que le dé para aspirar otra vez a la precandidatura presidencial, pero sí para seguir estando en el Senado, detrás de alguno de los grupos grandes del nacionalismo. Todo depende de los acuerdos que teja, del dinero que quiera invertir en campaña y del caudal electoral que obtenga el Partido Nacional, que seguirá siendo el más fuerte de la “colisión”, tanto si continúa en el gobierno como si pasa a la oposición.

Lo cierto es que ahora Juan está jugando el partido de víctima con todo eso de la declaración jurada de los bienes de su esposa, la rusa, pero eso también puede serle beneficioso. Quizás no le arrime nuevos votos, pero sí que le puede permitir retener algunos de los que obtuvo en 2019.

Pero no sé, basta ya de pensar en Sartori (¿me pregunto qué pensará el Senador sobre la posición de su gobierno sobre el conflicto ruso-ucraniano?), ya que toda esta columna ha devenido en especulaciones electorales y ya que he recorrido tiendas coloradas, nacionalistas y cabildantes, en el final, unas líneas sobre la interna frenteamplista.

Como le dije la semana anterior, en esta historia de que estamos en campaña desde el final del proceso electoral de 2019, ya se sabía desde 2020 que en la izquierda la discusión iba a ser entre Carolina y Yamandú, sabiéndose que el Intendente canario comenzaba la carrera con bastante ventaja por el peso de los votos del MPP en general y por la bendición del “Pepe” en particular. Esta sensación creció en la medida que se concretaban nuevos respaldos sectoriales hacia Orsi, pero al parecer la gente siempre termina siendo el contrapeso y las últimas encuestas -con lo relativas que son éstas-, demuestran que la intendenta montevideana, no será fácil de derrotar.

Se ha impuesto la idea de que la izquierda tiene más posibilidades de ganar el gobierno con Orsi que con Cosse (también en base a encuestas), pero la verdad es que la montevideana se ha plantado firme ante el gobierno y eso en tiempos de malestar y descreimiento con el presente del país, es mejor visto que andar por la vida tratando de no hacer olas. En una de esas, no le alcanza a Orsi con tener los respaldos sectoriales que ahora tiene para ganar, pero no lo sé, recuerde usted que todo lo escrito aquí sólo son delirios de un escriba de pueblo y no deben ser considerados como material serio o de consulta.

Llegados a este punto, es momento de parar la máquina de opiniones interesadas. Y así, tan abruptamente como comenzó, se produce el cierre de la última edición elucubradora de setiembre. Si le parece, en siete días nos volvemos a encontrar en la página 4 de La Semana, ahora ya inmersos en el mes de 22 aniversario del pasquín que nos soporta. Hasta entonces.

Imagen ilustrativa, tomada de la web.

Por Javier Perdomo.

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