Elucubraciones

Elucubraciones semanales, edición 25/01/2022: «De metáfora en metáfora»

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Dicen que enero es el mes ideal para planificar lo que se hará en el año que comienza, pero con esto de las nuevas cepas pandémicas, de las olas de calor y las tormentas que causan desastres, uno no puede dedicarse más que al presente, dejando que el futuro decida solo, lo que será de nosotros. En medio de un comienzo de año cuasi caótico, las elucubraciones son el solaz para los que están cansados de que siempre le hablen de lo mismo. Si le parece, a renglón seguido, comenzamos el recorrido de la segunda y última edición del primer mes del año 22.

A mi juego me llamaron, podría decirle al definir el primero de los temas que decidí traerle a colación. El gobierno difundió en estos días cifras sobre criminalidad a partir de las que volvieron a enfrentarse los dos relatos sobre el fenómeno delictivo (que a mí parecer, si uno rasca, difieren poco entre sí). No haré mención de las cifras porque, de verdad, poca atención les presté (los gobiernos siempre dicen que bajan), pero sí me sorprendió una actitud, que si quiere paso a explicarle.

Como ocurre habitualmente, en enero el Ministerio del Interior -de esta o de cualquier administración anterior-, presenta los datos del año que terminó e intenta destacar lo que mejor le deja parado. Ocurre siempre y es parte de las reglas del juego político, como también es parte de esas reglas, que conocidas las cifras que presenta el gobierno, la oposición -la actual o la anterior-, las analice, las cuestione y a partir de allí se genere un debate -a veces interesante, a veces un diálogo de sordos-, que termina laudando la población cuando vota en las elecciones y define rumbos de los cinco siguientes años.

Hasta ahí lo que está dentro de lo normal, pero lo que me llamó la atención esta vez fue la virulencia con la que “contraatacaron” (dudo si está bien utilizada la metáfora futbolera), algunos actores del gobierno a los cuestionamientos que recibieron de la oposición. Salieron despavoridos, no a brindar nuevos argumentos para defender su posición (parte de la normalidad), sino a denostar a las personas que los cuestionaron. Al senador Charles Carrera, por ejemplo, le dijeron cualquier cosa, no rebatiendo sus dichos, sino agrediendo a la persona.

Heber salió a los gritos diciendo que no admitía que lo cuestionaran y uno se pregunta  por qué no ¿Quién es él para permitir o no permitir que lo cuestionen? ¿Desde cuándo el cargo de Ministro del Interior está ungido de una santidad tal que no puede ser cuestionado? El director de Convivencia Santiago González, que no sabe convivir con nadie, saltó a lo barrabrava, casi desafiando a pelear en la calle para ver quién tiene razón, a todo el Frente Amplio. El intendente Umpiérrez, saltó desde Rocha -allá, donde la cultura popular es considerada subversiva por su administración-, desafiando a discutir a “cualquiera” sobre la LUC, tras conocerse los primeros cuestionamientos frenteamplistas.

No sé, yo entiendo que están preocupados por lo que pueda ocurrir en el referéndum de marzo -que ya no es tan seguro que lo ganen, como decían hasta hace poco-, pero llevar las cosas al ataque personal y a la bravuconada no me parece buena idea, pero bueno, en este tiempo en que hacer ruido paga, es probable que ellos piensan que así ganan votos, aunque en verdad a mí me parece que sólo le llegan a los hinchas, más que al electorado con una mínima conciencia crítica (¿que ese electorado no existe, me dice usted? Bueno, esa es otra discusión).

Antes de irme hacia otro terreno de juego, insisto con algo que le he expresado como preocupación en elucubraciones pasadas. Lo hizo Larrañaga durante el tiempo que duró su gestión y lo continúa haciendo Heber ahora. Me refiero a esa idea con la que machacan tanto, de la infalibilidad de la policía.

“La policía no se equivoca”, es el mensaje que se escucha de las autoridades y eso no es cierto, como todo colectivo humano está lleno de errores (forzados y no forzados, siguiendo con las metáforas futboleras). Ni la policía, ni ninguna institución integrada por seres humanos resulta infalible, por lo tanto querer imponer esa idea es peligroso, porque nos deja librados al buen o mal criterio del funcionario policial que se nos ponga adelante.

Sí señor, sí señora, los policías, como cualquier persona, se pueden equivocar y para que se equivoquen menos, tienen que haber férreos controles sobre su accionar, debe haber quienes los controlen en la interna, pero por lo que se dice por ahí, los mecanismos de control interno policial, es de lo que más se ha debilitado en este tiempo de gobierno multicolor. Quizás sea por eso, porque piensan que los policías no se equivocan y no necesitan ser controlados, algo en lo que por supuesto está lejos de la realidad.

Como este espacio va de un lado al otro y no tiene prurito en meterse en lo que sea -usted lo tiene más que comprobado con el paso de los años-, le comento que estuve mirando los convocados para la selección por Diego Alonso. En realidad, no hay mucho de novedoso. Como grandes novedades, citó a los dos o tres que pedían los barras bravas de los grandes y se quedó con la base que traía el maestro Tabárez, como no podía ser de otra forma.

La verdad es que sacar a un técnico inteligente y consagrado a nivel mundial, para poner a un técnico barato y del montón, porque el Maestro no citaba a Sosa y al “Diente” López, fue demasiado arriesgado. Ojalá que les salga bien el invento, pero los verdaderos hinchas de la selección, vemos esta nueva etapa con absoluta frialdad y desinterés.

Cierto es que cuando juega Uruguay, a uno le surge algo en el interior que lo lleva a hinchar a pesar de todo -tendré que ver qué ocurre en mi interior el jueves próximo-, pero en el fondo le confieso que así, prefiero no ir al mundial. Quizás sea bueno quedar afuera y entender que los procesos exitosos (porque el de Tabárez lo fue), tienen también sus momentos bajos y que no se pueden cortar por un par de nenes caprichosos que buscan imponer su parecer a los gritos.

Será una lástima no poder ver jugar su último mundial a Cavani y Suárez, pero desde el momento en que los dirigentes del fútbol uruguayo optaron por la mediocridad, es lo que nos merecemos (no los jugadores, claro está). En una de esas para 2026 aprendimos algo.

Pero qué me voy a estar preocupando por lo que ocurra en 2026, si yo no llego ni al final del próximo mes, se estará diciendo usted. “Está bien que esta es una edición veraniega pero podrías haber hablado de cosas más importantes”, puede agregar al cuestionamiento que me realiza. La respuesta obvia es que el fútbol es de las pocas cosas que nos importa a la mayoría de los uruguayos y por eso se aborda en este espacio como si fuera algo trascendente.

Dejamos por acá. En siete días es probable que haya mejores temas de los que hacernos eco. Tenga paciencia, recién se está subiendo el primer conjunto a un escenario de carnaval y usted me pide que le hable como si estuviéramos en julio. Tenga paciencia, ya vendrán temas de urgente consideración. Hasta la próxima.

 

Por Javier Perdomo.

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