Al empezar, alerto a quien espere que me pronuncie sobre la polémica de la canción “azuquita pa’l café” que se va a decepcionar; no tanto por lo que se pueda decir sino por lo que no se dirá. La columna elucubradora siempre ha sido complaciente consigo misma, por lo cual el ritmo se lo marca el propio interés de su autor. Si le parece, vamos comenzando casi sin ninguna introducción, seguro que habrá temas más importantes para tratar.
Me gustaría empezar poniendo en perspectiva un asunto trascendente para el futuro josefino, que entiendo que generará preocupaciones mayores que la polémica sobre qué canta o qué no canta la banda de música de la Intendencia josefina. Me refiero al rol central que empieza a tener San José en la cuestión de la provisión de agua para el sur del país.
En estos momentos el departamento está siendo “invadido” por personal de empresas de la construcción que están montando toda una instalación de cañería para trasvasar agua del río San José al Santa Lucía de forma de mezclar su agua dulce con el agua salada que llega desde el Río de la Plata, para así abastecer al área metropolitana con agua no tan salada, como la que están tomando montevideanos y canarios. Esto, mientras no llegan las benditas lluvias, que aliviarían el ánimo de nuestro Presidente, que ya no sabe qué hacer con tantas crisis (incluida la que lo separa de su esposa, la Loli).
Pero esto no es lo único, ya que a esta obra voluminosa pero provisoria en el río San José, hay que agregarle toda la cuestión del proyecto Neptuno, que construiría en la zona de Arazatí. Más allá de la oposición que existe a la realización de esa planta potabilizadora, nos guste o no nos guste, es una posibilidad latente su construcción y como habitantes de este departamento tenemos que pensar nuestro futuro con su eventual presencia.
A este escriba de pueblo chico le asombra la absoluta pasividad de la mayor parte del sistema político josefino en relación a estas obras. A no ser algunos dirigentes frenteamplistas que se hacen preguntas, nadie se cuestiona qué es lo que está haciendo el gobierno nacional en el territorio del departamento. En ninguno de los dos proyectos la Intendencia es consultada y desde la comuna, sólo se atinó a hacer una consulta sobre qué se hará en el río y comunicarlo.
No hay ediles que hagan pedidos de informe para saber más de lo qué hacen; pocas son las organizaciones sociales se están haciendo preguntas sobre los problemas ambientales que estas obras pueden causar, de qué forma podrán afectar al suministro de agua de los josefinos en el futuro o a lo que se produce en el departamento. Todo el mundo está distraído con “azuquita”.
Es cierto que, por ejemplo, el trasvase de agua es realizado por una emergencia, pero es ingenuo pensar que esa obra no causará problemas al ambiente. Además, existe la posibilidad que terminen sacando agua del acuífero Raigón si la situación en Montevideo y Canelones continúa incambiada, es decir si no llueve en abundancia (pensando en la salud y el bienestar de nuestro Presidente, esperemos que caigan unos buenos chaparrones, así sale de la cueva), por lo que se estarán forzando aún más las reservas de agua del departamento (ni hablemos de las soderías y los miles de metros cúbicos que venden a diario). Por eso es tiempo que empecemos a preguntar y a obtener respuestas, claro está.
En el caso del dique, ¿se harán los estudios medioambientales una vez las obras estén terminadas y vertiendo agua? ¿Qué ocurrirá si encuentran afectaciones? ¿Se seguirá como si tal cosa, se harán mejoras o se desmantelará el dique? ¿Por qué nadie sabe responder si estas obras serán permanentes o no? ¿Qué pasa con el acuífero Raigón? ¿Qué volúmenes de agua sacarán, en caso de ser necesario? ¿Será San José el nuevo proveedor permanente de agua para el área metropolitana? ¿Cuáles serán las “ganancias” que el departamento tendrá con el Neptuno? ¿Alcanza con algo más trabajo en la construcción durante un tiempo?
En fin. Usted sume todas las preguntas que se le vengan en gana. Este solo es un muestrario de las interrogantes que se le plantean al escriba de pueblo, que está más preocupado por el futuro del agua que por el destino de una cumbia en la banda de la comuna.
Ironías aparte, estoy comenzando a pensar que hay una intencionalidad manifiesta en levantar este tipo de polémicas que no tienen consecuencias efectivas sobre las vidas de las personas comunes y corrientes, pero que distraen de las que sí importan. Lo de “azuquita” es el caso más reciente, pero podría mencionar otros momentos de la agenda noticiosa, algunos bien recientes como el de la bomba de humo que tiraron los trabajadores de FFOSE o la de los obreros del SUNCA en Maldonado enfrentándose verbalmente a otros obreros que trabajaban en medio de un paro.
Por supuesto que en estos últimos casos hay intencionalidad política de desprestigiar a las organizaciones sindicales (los cruces entre quienes trabajan y quienes no trabajan en un paro de la “constru”, son más viejos que el agujero del mate, lo que pasa es que antes no había celulares que lo grabaran todo y un par de gritos pegados por algún “morocho”, vienen bien para asustar a las abuelitas frente a la pantalla de la tevé, dicho esto con el respeto que se merecen las abuelitas), pero no son los únicos casos en los que se desvía el foco.
Por ejemplo –y sigamos con el caso del agua-, el gobierno ha recibido varias críticas internacionales sobre cómo ha abordado la cuestión del suministro del líquido elemento y sus principales voceros, en lugar de intentar rebatir los cuestionamientos se han dedicado a atacar a los mensajeros y a su procedencia ideológica (el autor de uno que difundió la ONU parece que cometió el crimen de ser de un partido de izquierda y eso al “presi” y sus adalides no les gusta nada), como también ocurre con cualquier persona en el país que ose cuestionar sus políticas. Otro ejemplo nacional, el presidente del gremio de los fiscales es atacado por negro y “comunista” (entiéndase por comunista toda persona que pretenda justicia social, no importa si pertenece al partido o no), y no por lo que dice.
Podría seguir dando ejemplos locales, pero la estrategia siempre es la misma, intentar desprestigiar al emisor del mensaje que los cuestiona, nunca buscan rebatir lo que se les dice, aunque yo creo que no lo buscan porque no pueden, porque son tan contundentes las críticas que reciben que no les queda otra que atacar a las personas. Aquello de “suave con las personas, duros con las ideas” que decía el “presi” está lejos de ser verdad, lo primero que atacan es a las personas porque a ellos, seguro les faltan las ideas.
Así que por acá comienza la despedida de esta edición elucubradora, no sin antes decirle que no me gusta la cumbia en general, en mi entorno está prohibido ese género musical (censuro en mí espacio y soy libre de hacerlo), el reaggeton y todos los sonidos chillones y supuestamente divertidos de este tiempo, pero dicho esto, la verdad es que tampoco me gusta el resto del repertorio de la banda de la Intendencia, así que me tiene sin cuidado si toca o no toca “azuquita”, porque trato de arrancar para otro lado cuando empieza a sonar. Hasta la próxima semana, le digo, mientras suena un suave piano de fondo, que me ayuda a escribir sin estridencias.
Imagen ilustrativa, tomada de la web.
Por Javier Perdomo.