Esto de estar con la estufa a todo trapo cuando comienza setiembre no me convence, pero así es el tiempo atmosférico y con los años uno le encuentra el encanto a casi todo. Así que acá estamos, en una noche de jueves, fría y lluviosa, empezando a trazar las líneas de una nueva edición elucubradora. Cuando finalice el texto, puede que ya sea domingo, así que se imaginará usted cómo le gusta a su autor ir y venir sobre el texto, para mejor presentárselo. Es que así debe ser cuando lo que uno dice, nunca pasa desapercibido y hasta puede ser mal asimilado por sus lectores. Comencemos, si le parece.
Un compañero de la redacción me aconsejó escuchar lo dicho por el edil Mario Guerra en la sesión de la Junta Departamental del lunes 29 de agosto, antes de comenzar a escribir; me dijo que me daría “un montón de material” para esta columna. Así que le hice caso, me armé de valor y lo escuché. Y era cierto nomás, Guerra dice una serie de cosas que son para tomarlas para la risa o para el llanto, según sea el ánimo de quien le escucha, pero si le soy sincero no creo que merezca la pena dedicarle espacio elucubrador a esta persona.
Quizás sea mejor que el interesado o la interesada en escucharlo, lo busque en el canal de Youtube del deliberativo y lo escuche por sí mismo/a. Está sobre la parte final de la grabación de una sesión que duró poco más de una hora y media.
De todas formas, si bien se puede pensar que fue una pérdida de tiempo escuchar a Guerra (a quien hace tiempo ya se le dedicó algunas líneas acá mismo), porque no lo tomé como tema para esta edición, entiendo que de todo, algo se rescata y el Edil de la lista 50 nacionalista entre todos los disparates que dijo, repitió una idea que ha querido instalar parte del oficialismo, pero que en la gente ya dejó de “hacer carne”, por más que se piense en aquella teoría que dice que una mentira repetida mil veces se transforma en verdad.
Me refiero a la idea de que en seguridad estamos mejor que con el gobierno anterior. Lo dicen todas las jerarquías ministeriales, lo repiten todos los legisladores del gobierno y los dirigentes locales y zonales de los coaligados, pero en definitiva, creo que ni ellos mismos lo creen de verdad.
No, no, tranquila/o, no tengo intención de defender la gestión anterior (apenas si puedo defenderme a mí mismo), solamente diré que de verdad nadie cree que “estamos mejor que antes”, como repiten y repiten. No sé si estamos peor, no soy especialista en cifras como para dárselas -y no me gusta manejar números a la ligera-, pero la sensación térmica de la que tanto se hablaba en la pasada administración, dice que la gente está preocupada por la seguridad y por más que Guerra, Bacigalupe -que en San José también dijo lo mismo pero de forma menos bruta-, y todo el oficialismo se empeñe en reiterarlo, la gente, en su gran mayoría, no piensa que estemos mejor.
Y sabe qué, la preocupación viene en aumento desde 2021 y confirma lo que era evidente durante la pandemia, pero que era negado por el oficialismo: la criminalidad y la propia sensación sobre la inseguridad, habían bajado porque todos estábamos encerrados y asustados por otra cosa. Pero una vez que se abrieron las actividades y de forma progresiva se volvió a la “rutina” pre-pandemia, el incremento del delito ha sido notorio (por más que digan que tal o cual delito bajó porcentualmente), porque no se hizo nada que lo pudiera contener de la forma en que lo contuvo el coronavirus. No hubo méritos gubernamentales, todo fue gracias al “cobicho” y ahora se ve con mayor claridad esto.
Pero bueno, quien quiera quedarse con la idea de que estamos mejor, se quedará con ella y quien piense algo similar a lo que acá está expresado, reafirmará su sentir. No pretendo que nadie cambie su forma de ver las cosas sólo por leer la columna de opinión de un periódico de pueblo, sólo le cuento lo que me parece de las cosas que escucho y que veo a mi alrededor, porque me gusta escribirlas y porque las logro mejor expresar, cuando es en el papel.
Ya rumbeo para otro asunto que puede parecerle nimio, pero en esta columna, como ya se ha dicho, nada de lo humano nos es ajeno, así que le paso a hacer mención de algo que le contaron a este escriba en su rol periodístico en la escuela rural 35. Me refiero a su participación en la instancia “Sea Edil por un Día” de la Junta Departamental y sus repercusiones en redes sociales tuvo.
Las maestras y hasta los propios niños se vieron sorprendidos por los cuestionamientos que se les hizo por participar en esa actividad, que es cierto, es protocolar, un acto de puras relaciones públicas que no tiene mayor trascendencia para el mundo adulto, pero sí que lo debe de tener para los niños y las niñas que concurrieron a ella.
El problema es precisamente ese, que las redes sociales permiten que la gente escriba “sin filtro”, que escriba porque puede y de esa forma se permite cuestionar sin conocer nada (hay tanto imbécil hablando en la tele, que en las redes los hay más). Molestarse porque una escuela lleva a sus alumnos a una actividad pública, a un espacio de interacción con el mundo adulto, a aprender sobre lo que es participar de un órgano democrático, no tiene razón de ser, a no ser que uno tenga una vida paranoica, en la cual piense que todo puede perjudicarme.
Lo peor es que acciones como estas demuestran que nuestro nivel de tolerancia es cada vez menor y nos estamos pareciendo demasiado a los “hermanos” argentinos. No, tranquila/o, no digo que estemos al borde de un intento de magnicidio como ocurrió con Cristina (realizado por un neonazi, que se dedicaba a agitar contra la líder peronista en las redes), pero sí noto que crece la crispación.
Mire, ya que estamos meto un bocadillo final. Se difunden en estos días menciones de solidaridad con el director del CODICEN Robert Silva, por las agresiones que recibió en el Cerro. Ahora, ¿cómo fue que llegamos a esta situación? Cuando uno llega a un cargo con la decisión de hacerle la guerra al personal a su mando, es difícil que no tenga guerra. Como ya le dije antes, la coalición multicolor llegó con la intención de disciplinar a los gremios de la educación. Empezó por las suspensiones de docentes de San José a pocos días de asumir y ha continuado con sanciones, denuncias montadas, comisiones parlamentarias de las que se sabía lo que iban a decidir antes de empezar a sesionar, rebaja presupuestal y así sucesivamente podría continuar con ejemplos.
Era impensable, si me permite, pretender que los gremios de la educación y los gremios estudiantiles se quedaran callados ante tal ataque. Los hechos de violencia no se justifican en ningún escenario -a nadie le hizo bien el “termazo” en la camioneta-, pero siempre hay que ver si no se hizo algo para que reacciones como esas se concretaran. Silva, el ministro Da Silveira y todo el gobierno de la educación abonaron y abonan para que exista este nivel de confrontación. Es una lástima, porque al final, perdemos todos.
Como siempre le he dicho, en la columna elucubradora usted no encontrará los discursos armados que se escuchan en la tevé y si alguien esperaba palabras de condena hacia la movilización estudiantil y docente, no la tendrá.
Lo que sí tendrá es una despedida hasta la próxima semana. En siete días la o lo espero para seguirle contando de cosas que ocurren a nuestro alrededor.
Por Javier Perdomo.