Comienzo diciéndole que saber que otro de los fieles lectores de la columna elucubradora se ha ido (en ejemplares que le llegaban tarde, porque vivía fuera de San José), me hace iniciar este texto con una especial sensación de vacío; falta alguien, pero como claro está que todos vamos a faltar, tenemos que seguir andando mientras nos den las fuerzas y celebrar cada uno de los lazos y las personas que se nos cruzan en el camino. Dicho esto, queda claro que se hace necesario que la columna siga diciendo sus pensares y hacia eso iremos a renglón seguido.
Para el medio que nos sostiene -y nos soporta-, en esta edición culmina la cobertura de la instancia de referéndum del 27 de marzo, ya que en la última de marzo sólo tendremos la posibilidad de hablar de los resultados de la compulsa y de sus posibles consecuencias para el futuro del país, por lo cual el asunto no puede ser ajeno a esta columna elucubradora, que declara más de lo que aparenta.
Para ir entrando en la cuestión, le quería comentar que en estos días fui partícipe, en mi rol de periodista, de dos instancias públicas de los defensores del No. Por suerte uno tiene un largo trille en esto de los “mítines públicos” y sabe mirar las cosas con la suficiente distancia para no contaminarse de los discursos que escucha, pero sí me quedé pensando -ya cuando me iba-, en cómo deben de irse de esos actos los simples votantes de los multicolores, aquellos que son más emotivos que racionales. No me caben dudas que se van convencidos que todos los promotores del Sí, los frenteamplistas y los gremialistas, son un manga de seres despreciables, apátridas desalmados que buscan hacerle daño al país y a nuestro pobre Presidente.
Claro, pensaba, cómo no va a ocurrir después que esa gente, al regreso a la comodidad del hogar, se siente frente a su “ordenador” o con el celular en la mano la emprenda a lo loco contra “los comunistas”, el “pi cnt”, los malvados profesores y Bonomi, pobre, que ya falleció, pero que sin nombrarlo lo siguen maldiciendo en cada uno de sus discursos.
De verdad le digo, estamos ante una forma muy negativa de hacer campaña y no es una cuestión recíproca, es en un sólo sentido. Mire, por la tarea que desarrollo, a partir de la cual voy de un lado a otro, escucho a los unos y también escucho a los otros, a veces pregunto, a veces no repregunto y me quedo con la sensación de que debería haberlo hecho, le puedo asegurar que no sucede lo mismo del otro lado, de los promotores del Sí en referencia a los del No. No existe esa carga de odio discursivo que escucho en los discursos multicolores, más allá que siempre puede haber algún desubicado que diga un disparate o se mande una ordinariez.
Ese tipo de discursos a los que le hago referencia, son los que generan la famosa brecha; los buenos son de mi bando y los del otro lado son los malos. Ese es el discurso predominante en la coalición gobernante; toda aquella persona que cuestione su gestión tiene un interés espurio, oculto, maniqueo, que busca perjudicarlos y que debe ser aplastado. No aceptan la posibilidad de un legítimo disenso con la forma en que ellos pretenden conducir el país, que es lo que está pasando en estos momentos en el país. Hay una importante porción del país que legítima y honestamente cree que se están equivocando en el rumbo y por eso impugnan esos 135 artículos famosos.
Pero no, la idea que difunden es que todo el que se les opone quiere hacerles mal a ellos y al país. Esa es la síntesis de su discurso y eso no es cierto. La mayoría de los que se oponen a estos artículos de la LUC y a muchas otras cosas que están ocurriendo en el país con el gobierno multicolor, es gente que cree que las cosas pueden salir mejor si se va en una dirección distinta a la actual. No le busque más patas al cangrejo. Es una postura legítima por donde se la mire. Si usted piensa que el mercado todo lo arregla, está en su derecho de pensarlo, pero hay quienes piensan -pensamos-, que al mercado hay que controlarlo y eso es también legítimo. Así que deje de atizar cucos, deje el autoritarismo de lado y entienda que desde el disenso, también se pueden generar cosas positivas.
Dicen que Lacalle Pou y Fernando Pereira estuvieron dialogando para bajarle los decibeles a los cruces que se están dando en la campaña hacia el domingo, pero como bicho desconfiado que soy, a falta de un par de días para el cierre de la campaña, estoy seguro que seguiremos escuchando un montón de barbaridades discursivas más, porque los desbocados no se contienen por más que el jefe les ordene hacerlo, pero además en este caso, el “jefe” también tiene la tendencia a desbocarse y a despreciar a sus contrincantes políticos.
Y ya que estoy con el Presidente le digo que la forma en que ha intervenido en esta campaña hacia el referéndum es de una desprolijidad que quedará en los anales de la política uruguaya. Justifíquemela como quiera, disfrácemelo como se le antoje, pero un Presidente no puede ser parte de una campaña electoral, debe permanecer al margen. La Constitución es clara al respecto, un Presidente no puede hacer política partidaria, debe mantenerse al margen de las disputas.
Claro que puede defender su gobierno, que puede hacer declaraciones a la prensa en las que se exprese sobre los temas de discusión pública, pero no puede encabezar una campaña electoral, mucho menos encabezar una conferencia de prensa para defender la ley impugnada.
¿Sabe lo que creo? Que aquello de que la LUC es una ley buena y popular, que se defiende sola y que beneficia a los más pobres, ni el propio Presidente se lo cree y es por eso que él debe encabezar la campaña.
Mire, yo lo entiendo al Presidente, si para defender este engendro de ley, toda la coalición multicolor cuenta sólo con Sanguinetti y Manini Ríos como figuras principales (más alguna figura blanca desteñida, como Heber, con sus salidas sobre las carteras y los disparos en algunos barrios montevideanos), es lógico que piense que él tiene que salir a la cancha, porque al parecer -según lo que dicen las encuestadoras-, es el único que mantiene alguna credibilidad entre los electores multicolores (no al punto de llamarlo “principal estadista de Latinoamérica” o algo así, como tuve que escuchar en estos días). Pero ese problema interno de los coaligados, que no tienen figuras, no hace que sea menos evidente la violación de la Constitución por parte de Lacalle Pou.
Pero bueno, en realidad ahora no pasa nada con nada, porque quienes están gobernando se consideran impunes, sienten que pueden decir y hacer lo que quieran y no pasará nada. Si no, pregúntele a Bustillo que usó la estructura del Estado para beneficio propio y nadie lo cuestiona (si Sendic hubiera hecho algo parecido lo colgaban en una plaza pública), o vuelvo a Heber, riéndose de los barrios pobres en los que muere gente, porque estaba hablándole a un auditorio “paquete” de Montevideo.
Debería haber sido “renunciado” de inmediato, le digo casi como despedida de esta edición elucubradora previa al referéndum. Estaremos acá en siete días, ya con las cartas vistas, aunque es probable que las elucubraciones no se hagan cargo del análisis electoral hasta dentro de un par de ediciones, por cuestión de tiempo. Nos seguimos leyendo, si así le parece, hasta que se pueda y teniendo presentes a quienes ya no están.
Imagen ilustrativa tomada de la web.
Por Javier Perdomo.