Cultura

Soledad Castro y la historia de la movida alternativa «Más Carnaval», que no pudo realizarse en Kiyú este 2023

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El verano 2023 le ha dado a los veraneantes dos meses fantásticos para disfrutar de actividades de playa y al aire libre, pero el pasado viernes 17 impidió una nueva presentación del colectivo “Más Carnaval” que estaba prevista en el Parador Suri del balneario Ordeig de Kiyú y que en cinco o seis propuestas pondría más de 40 artistas en escena, con entrada libre.

Desde aquellos primeros pasos de principios del siglo pasado con las pioneras troupes y comparsas que alegraban los barrios en carnaval hasta los sofisticados y selectivos conjuntos que hoy por hoy compiten en el Carnaval Oficial, hay una evolución tremenda y en muchos sentidos muy cruel y contradictoria con la lógica original de la celebración de Momo.

Como otras expresiones populares el carnaval fue devorado paulatinamente por las implacables leyes del mercado y lo que se acepta como carnaval oficial si bien ha alcanzado un gran reconocimiento regional y mundial como expresión cultural, simultánea y paradójicamente, le ha alejado de sus raíces populares.

Lo que antes se hacía en cada barrio con creatividad e ingenio de vecinas y vecinos o de la gurisada más entusiasta de cada esquina, hoy requiere una costosa cobertura de rubros que en su majestuosa competencia excluye a una enorme cantidad de artistas y de público.

ALTERNATIVA | Como opción a esa lógica mercantilista surgió hace un tiempo la movida Más Carnaval que cuenta entre sus más importantes coordinadores a Soledad Castro que viene de una familia de estirpe murguera y creció entre ensayos y actuaciones de uno de los íconos del género, como lo ha sido Falta y Resto con Raúl Castro a la cabeza.

Soledad Castro dijo que en este año “venimos agotados pero también muy felices porque pasan un montón de cosas bellísimas en el festival que este año está enorme porque solamente entre Montevideo y Canelones tenemos unos 60 escenarios en 28 días”.

A eso deben agregarse algunas presentaciones “en Maldonado, Rocha, San José, con algo más de 10 escenarios y el equipo de trabajo lo integramos no más de seis o siete personas”.

Castro agregó que “felizmente cada vez más gente entiende la onda y se suma y la verdad que es una belleza que sea gratuito, autogestionado, abierto y más allá de la locura de cada día eso es lo que nos mueve por la belleza de cada noche”.

Asimismo agregó que “con esta movida lo que hicimos fue agrandar la cancha porque no tiene ningún requisito más que la voluntad de participar, no hay prueba de admisión ni ninguna clase de filtro. Eso es bastante raro porque quien quiera estar puede hacerlo”.

En cuanto a la logística que requiere la actividad Castro explicó que “hemos logrado gestionar el transporte para todos los participantes, tenemos el audio, hacemos cantinas, pasamos la gorra, desde el año pasado venimos gestionando el apoyo de varios sindicatos y todo eso demanda mucho trabajo pero lo más importante es que sea inclusivo no por un cartel sino porque en realidad sólo se requiere la voluntad de querer hacerlo”.

MÁGICO | En ese contexto “ocurren cosas mágicas, por supuesto que hay espectáculos que funcionan mejor que otros según el gusto de la gente, pero en general lo importante no es tanto lo que pasa arriba del escenario sino lo que ocurre abajo, surge como un espíritu compartido para que las cosas salgan lo mejor posible y no dependa de un intercambio de dinero sino de otras cosas que pasan ahí y eso es muy raro (se ríe)”.

Castro agregó que “a nosotros nos parece que es así que el carnaval logra romper la lógica de lo que pasa todo el año que vas y pagás una entrada para ver un festival, acá suceden cosas como las ocurridas en Plaza de las Pioneras donde hubo una murga chilena y una argentina porque los compañeros de Latinoamérica encuentran también su espacio para mostrar su arte”.

Entre la amplia gama de propuestas “hace unos días tocó Leo Masliah en el Covi Reus y tocó a Bach en el barrio con todos los gurises sentados en la calle y esa magia se puede dar porque no hay más normas que el respeto y la no violencia”.

Castro agregó que cada tablado de Más Carnaval “es como una kermese, con algo muy colectivo donde se busca habitar los espacios públicos, clubes, cooperativas y tantos otros escenarios de la ciudad que están abandonados”.

A modo de ejemplo destacó que el domingo hubo “un escenario en la Cooperativa VeneRou, que es una cooperativa de migrantes venezolanos en el oeste montevideano donde un grupo va a tocar música venezolana y que haya migrantes tocando su música en un tablado del carnaval uruguayo me parece fantástico, es una experiencia única”.

NORMAS | Soledad Castro opinó que el actual carnaval oficial “está lleno de normas, cada vez más”. Comentó que “hay un reglamento, una prueba de admisión, un lugar para que lo ocupen quienes están abajo y otro lugar para ocupar por quienes están arriba, un circuito armado que no se mueve mucho y un lenguaje que tiende a estandarizarse inevitablemente porque hay un concurso de por medio”.

Agregó que “está bien que exista ese carnaval, es una evolución de las tradiciones que fue para ese lado y la gente lo ama y está buenísimo, lo que pasa es que también está bueno que hayan otras ofertas culturales y otra manera de entender el carnaval más asociada a la idea de carnavalear que tiene que ver con el desordenar y que no sea igual a lo que pasa el resto del año, no en términos de espectáculos sino en términos de lógica mercantil, que pasen otras cosas, que haya carnavaleo en el concepto juguetón de trasvestir la vida, convertirla por un rato en otra cosa”.

Como ejemplo de esas otras cosas explicó que se pretende “que haya espacio para la sorpresa”, que pasen cosas como las de la Plaza de las Pioneras que aparecieron 46 compañeros de una murga argentina y fue algo increíble y son esas cosas que realmente te sorprenden y esas cosas pasan en Más Carnaval, como también de pronto ves algo que no te gusta o de pronto no hay un puesto de chorizos porque los vecinos no se organizaron para armarlo. Pasa de todo, lo lindo, lo feo, lo bueno, lo malo, porque al no estandarizar uno deja que pueda pasar todo, el riesgo es distinto, como nadie paga una entrada tampoco la gente espera que haya un estándar”.

OPORTUNIDADES | Este carnaval alternativo también ofrece “la oportunidad para gurises que de pronto tocan una vez cada seis meses y se encuentran con 10 tablados en una semana y ahí pasan cosas también con el aprendizaje de los propios artistas que si no tienen espacios para actuar ante la gente porque tienen que estar concursando y cumpliendo 80 requisitos se les dificulta el crecimiento”.

Al ser consultada sobre las lógicas selectivas del Carnaval Oficial Castro quiso puntualizar que “en este punto voy a responder a título personal, es una opinión de Soledad Castro y no de los colectivos que integro: amo el carnaval en todas sus formas, porque nací allí, tuve la suerte inmensa de vivir en aquel carnaval de los años 80 que fue una cuna y una escuela de formación de sensibilidad política y solidaria que no tenía los parámetros de trabajo que hoy tiene el carnaval”.

Agregó que “no había prueba de admisión sino que había un espíritu de mucha solidaridad entre varios de los conjuntos que participaban y de mucho hacer entre colegas. Era una solidaridad mucho más sentida y menos tribal a pesar de las rivalidades que las había y había además una función política que no solamente tenía que ver con ganar un concurso sino que tenía otros objetivos culturales y políticos”.

PROCESO | Soledad Castro recordó que “sobre todo en el carnaval en el que yo me crié después pasaron otras cosas, porque en el país de los años 90 hubo una instalación tremenda del neoliberalismo con un montón de criterios respecto a las industrias culturales y hubo como una necesidad de llevar el carnaval hacia la clase media” y explicó  que aquella “fue una decisión entre los diferentes actores y la Intendencia de Montevideo, llenar el carnaval de teatro, cambiar la esencia por cuestiones también de existencia y negocio”.

Agregó que “algunas cosas que fueron pasando como que se pretendía aburguesar la cosa para hacerla existir, es como esa idea tan del progresismo que siempre ha tenido como una vanguardia burguesa de izquierda que es la de profesionalizar la cultura popular”.

Castro entiende que hubo un proceso, “con el cual no estoy para nada de acuerdo pero fue un proceso en el que participaron muchos actores con las mejores intenciones en un momento en el que la historia iba por ese lado”. Agregó que “había también como una intención de intelectualizar la cosa para que fuera respetada por los medios, que llegara a los teatros para que dejara de recibir el ninguneo histórico de la alta cultura, se puso mucha energía en ese sentido”.

Luego dijo que “eso derivó en una mercantilización tremenda y los medios aparecieron como actores fundamentales, como el caso de la televisión, cuando yo era chica no pasaban a las murgas en el informativo y ni hablar de una transmisión en vivo desde el teatro que me parece tan terrible como si un día se pudiera ver teatro en vivo por televisión. Es como desnaturalizar el fenómeno cultural, pero fue para ahí”.

POLÍTICAS | Soledad Castro expresó que “hay algunas carencias en cuanto a la política pública, no me parece que hoy solamente se banque ese carnaval y por eso quienes quedamos por fuera de a poquito a través del sindicato vamos logrando algunas cosas como el apoyo de Esquinas de la Cultura y el Municipio B y el Municipio G, varios municipios de Canelones porque está bueno diversificar un poco hacia dónde van los recursos públicos”.

Castro se cuestiona “¿qué pasa con la gente que queda fuera de la política pública?” y planteó que “acá hay gente que para la prueba de admisión ensaya muchos meses y se queda sin nada y son trabajadores. Si pensamos al carnaval como un derecho de la gente es un sin sentido que esas 20 murgas queden afuera y que a nadie le importe, ni a los murguistas, ni a los parodistas ni a nadie y eso es muy cruel”.

Sobre el público que también en gran medida queda fuera de tales políticas que apuestan al carnaval oficial, Castro dijo que “si bien tiene opciones de tablados populares con acceso gratuito para quienes tienen la suerte de poder llegar hasta ahí, hay mucha gente, sobre todo mujeres que no tienen esa suerte. Nos pasa con Más Carnaval que se nos acercan mujeres que nos dicen que es la primera vez que van a un tablado porque tienen cuatro gurises y ahora nosotros le llevamos el tablado a la esquina de su casa”.

Opinó luego que le parece que “el Estado debería diseñar políticas públicas más incluyentes y que puedan convivir con ese otro carnaval más aburguesado que ya está hecho así y donde tenés a alguien que gana 10.000 dólares por salir en carnaval y compañeras bailarinas que cobran 100 pesos por tablado. Es un modelo que repite la vida misma, ganan los más ricos, los hombres blancos, los más famosos, los que tienen mejores credenciales, los más exitosos, los que salen en la tele, esos son los que ganan más en el carnaval ¿Y qué pasa con todos los demás?”.

Por tales razones Castro entiende que “está bueno que el carnaval desafíe esas normas y vaya por otros lados también para recuperar el espíritu comunitario de la cuestión, que propiciemos el encuentro de la gente por las ganas del encuentro y que no sea todo tan monetario. Dejar eso tan capitalista de pensar que algo tiene valor sólo si hay un intercambio monetario porque hay cosas que tienen valor y no pasan por el dinero”.

FEMINISMO | Soledad Castro es una activa militante feminista y entiende que Más Carnaval le permite desarrollar esa lucha social. “Ya el hecho de que sea gratuito y abierto va contra la cultura patriarcal de que cada uno debe ocupar el lugar que tiene asignado y no puede moverse de ese lugar y eso no contempla el acceso de las diversas posibilidades artísticas que está por fuera de ese modelo de calidad”.

Recordó que días antes en Covi Reus “cantó el coro de la cooperativa y fue una fiesta, nunca habían tenido aquellos micrófonos para cantar. Después tocó un rapero del Cerro y después actuó Masliah y la Gran 7 y entonces se trata de abrir la cancha para que cada uno sienta la libertad en un laburo que no es solo para mujeres sino para todo el mundo y eso es feminismo porque va en contra de la violencia, en contra de la exclusión, va en contra del racismo y del sexismo”.

Castro sostuvo que “la cultura comunitaria es feminista, porque sin las mujeres no hay comunidad” y explicó que “más del 90% de las organizaciones sociales con las que nosotros trabajamos están lideradas por mujeres que son las que sostienen la cultura en los barrios. En ese sentido Más Carnaval es feminista porque le damos armas y recursos a esas compañeras para que mantengan la organización del barrio para hacer un mango para comprar una garrafa para hacerle de comer a los maestros que llegan a ayudar a sus niños, que necesitan arreglar los juegos del barrio o para poner un techo en la parada del bondi y eso lo gestionan las mujeres porque ellas gestionan la vida y nosotros hablamos todos los días con ellas”.

Finalmente y en cuanto a la actividad suspendida en Ordeig y las posibilidades de reprogramarla Soledad Castro expresó que “es difícil para nosotros reagendar una actividad porque ya tenemos un calendario acordado, es muy bravo para Más Carnaval cuando llueve porque es esa noche en ese lugar. Ojalá que sí, pero lo veo muy difícil aunque no estoy en esa parte de la organización”.

Por Jorge Gambetta.

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