Anibal Lattanzio tiene cuarenta años y junto a su compañera Paola comparten el placer de pintar y educar, al tiempo que aprenden y desarrollan el arte de crear una familia, educadores y educandos al mismo tiempo, experiencias compartidas con la gama de colores personales, algo así como es el arte de pintar según pudimos asimilar en una de esas entrevistas que dejan mucho más de lo que uno es capaz de reflejar en el papel.
El Caballo Azul es el taller donde Anibal da clases de dibujo, pintura, cerámica y otras varias disciplinas artísticas, al respecto el artista dijo que “el taller ha crecido en estos años, ha sido un poco más difícil armar grupos de adultos, es como si los grandes se animaran menos que los niños” y agregó que “el trabajo con los chicos en primer lugar deja un aprendizaje, es muy entretenido, en verano los extraño, es una hora intensa, con grupos de ocho, a partir por lo general de los 8 años, ahora comienzan unos grupos con algunos más chicos, de cinco e incluso de tres años y medio”.
En cuanto a la propuesta educativa, Lattanzio dijo que “yo propongo con ellos tres cosas con las que me manejo como para crear, una es la técnica, que va acorde al artista, la estética en la que vayamos a trabajar, y después la propuesta específica que tienen que lograr, la dificultad, el desafío, los alumnos deben buscar cómo resuelven la dificultad que se les plantea con su creatividad, que es mucha, y aparecen soluciones diferentes que yo no podría imaginar”.
Mantener la atención y lograr la concentración de niños y niñas en el trabajo planteado depende, según el docente, de que “la propuesta sea interesante, entonces salen cosas buenas y si salen cosas malas es porque yo no hice la propuesta correcta, porque el potencial está”.
En el taller “se trabajan todas las técnicas del dibujo, con diferentes materiales, escultura también, ensamblaje, generalmente sobre propuestas de ellos, el acierto o el error de la propuesta se expresa en el entusiasmo y en el resultado, la enseñanza está en mostrarles una dificultad y cómo un artista resolvió esa dificultad” dijo el artista para agregar que “ellos buscan su manera y ejercitan la capacidad de realización con su creatividad para resolver un problema, deben pensar mucho para resolverlo, para hacer arte también hay que ser inteligente, porque hay como un cierto prejuicio de que alguien es bueno para dibujar y no es bueno para las matemáticas, el tema es que eso responde a los intereses de cada uno, cuando a uno le interesa algo lo desarrolla mejor y cuando no le interesa no lo desarrolla tan bien”.
PREJUICIOS| Los adultos vamos adquiriendo una amplia carga de preconceptos a lo largo de nuestra vida, quizás por ello el docente admite que “las clases para adultos son diferentes, porque a veces uno se equivoca en el comienzo con lo que le parece que el alumno debe saber y de pronto no lo sabe, por ejemplo, para enseñar carpintería hay un método, cómo se hace esto o aquello, cómo se usa una u otra herramienta, en el arte se piensa que es libre y si lo es, pero cuando uno más conoce, más libre es, ahora si no sabés nada terminás haciendo lo que siempre hiciste, al que le gusta hacer mandalas, hace mandalas siempre, diferentes, de distintos colores, pero siempre mandalas.
Lattanzio explicó que “para realmente aprender se necesita un alto grado de curiosidad, arriesgarse a experimentar y equivocarse, hay gente que quiere aprender a pintar y no le gusta la pintura, no le gusta ir a un museo, no busca información, quizás busquen desestresarse, se puede utilizar el arte como terapia (aunque no lo sea), lo que para otros puede ser jugar un partido de fútbol con amigos, como un escape”.
Sobre el arte, el docente dijo que “cuando a los niños dibujan o pintan, hacen arte, porque es tremendamente vivo lo que hacen, transmiten vida en lo que hacen, a veces lo que hacen se puede explicar otras veces no, quien lo interpreta no lo puede describir con palabras, porque cada disciplina tiene su fuerte y su comunicación”, en ese sentido agregó que “ahora en estos tiempos parece que el arte plástico hay que explicarlo, como que la gente espera que le hagan ese cuentito sobre la melancolía del artista y de pronto es cercano a lo real, pero no es tan preciso”.
PROCESO| El proceso creativo es muy personal, Lattanzio dijo que “cuando yo hago un cuadro, por ejemplo de un florero, lo que hago es tratar de resolver un problema plástico, supongamos que quiero lograr una armonía de colores, entonces lucho con los colores para lograr ese punto de armonía y no sé dónde va a ir a parar ese cuadro, no hay una idea previa, está lo básico, pero hay que transmitirle vida al cuadro, y el que tiene que quedar conforme es el artista, si no le satisface puede descartarlo”.
En la Escuela Nacional de Bella Artes Anibal fue alumno de Anhelo Hernández (1922-2010) y sobre las enseñanzas adquiridas con el galardonado artista nacional, dijo que “entiendo a la docencia como la transmisión de los propios conocimientos, mi maestro fue alumno de Torres García y Torres lo fue de otros anteriores, se trata de interpretar los objetivos de cada período histórico y las estrategias que adoptaron cada uno de los artistas, las diferencias y cómo en las mil caras que tiene la pintura, siempre están, yo le puedo dar eso a otra persona y si lo entiende podrá apreciar el arte del renacimiento o el arte del cubismo porque ve los valores que tienen, más allá de los gustos personales”.
El docente recordó que durante su propio aprendizaje “la preocupación de los alumnos jóvenes era si se podía vivir del arte, entonces el maestro decía que el problema no era vivir del arte, sino permanecer en él, buscar las estrategias para poder estar haciendo lo que nos gusta, un músico por ejemplo, quiere ser famoso, se está adelantando en el proceso, el recorrido debe ser aprender más, hacer lo que te gusta durante el mayor tiempo posible, lo otro puede llegar o no”.
En la enseñanza, Latanzzio dijo que el docente debe evaluar a los alumnos, “Anhelo nos decía a este hay que apretarle las clavijas, porque si hay potencial se le puede exigir un poquito más, y de pronto el alumno lo interpreta mal, como que uno es demasiado exigente, que a él siempre le dijeron que lo que hacía estaba muy bien, pasa que a veces se espera que el maestro nos diga que somos fenómenos y nos palmee la espalda, juegan mucho los egos y los prejuicios, resulta difícil ser frontal”.
Aunque el arte no tenga reglas precisas, el docente dijo que “para determinado objetivo el artista tomó determinadas decisiones o estrategias para llegar a su fin y si aprendemos más sobre eso, adquirimos determinados conocimientos que permiten trabajar y crear, sin reglas, con más herramientas, pero si no se sabe lo que es una escala de valor, o un acorde cromático nunca lo vas a intentar, porque si nunca lo escuchaste no se te va a pasar por la cabeza utilizarlo, si no hay curiosidad se hace denso, pero si hay curiosidad entonces se arriesga, incide el carácter de cada quién, cómo asume los desafíos”.
Al consultarle sobre la relación entre los clásicos maestros y los modernos, Lattanzio dijo que “la relación es que todos hacen pintura, hay un proceso que los conecta, por ejemplo Modigliani (1884-1920) tiene de Boticcelli (1445-1510) y tiene de otros más cercanos como Brancusi (1876-1957), aunque se procesa lo visto o estudiado y se hace de otra manera, pero el vínculo está presente”.
El tal sentido puso un ejemplo bien gráfico, dijo que “es como preguntarnos qué tienen en común Behetoven o Pitufo Lombardo? lo que tienen en común es que hacen música, cada artista con su propio estilo, con su personalidad y su talento, hay como una firma de cada artista que puede reconocerse en cada obra”.
Finamente consultamos a Lattanzio respecto de si hay un “arte comercial”, el docente dijo que “si, si alguien hace siempre paisajes, porque el común de la gente puede apreciarlos y el artista crea en función de ese gusto, no se arriesga a buscar otra cosa, hay de todo, como hay consumidores que pueden o no saber de arte, no hay respuestas absolutas sobre el arte”.
Como siempre sucede, el tiempo y el espacio se fueron volando, seguiremos escuchando el crudo de la entrevista con Anibal Lattanzio y admirando su arte, su comunicación artística y el coraje de sus estudiantes para aceptar el desafío de arriesgarse a crear y equivocarse en el proceso.
por Jorge Gambetta