La Semana estuvo en la celebración de Iemanja y visitamos la Casa de Religión, ILÉ ASE TI ORISA, que espiritualmente guían el Pae Juan y la Mae Grey desde hace más de una década, en la previa a su décima procesión hacia el Río de la Plata a homenajear a la reina del mar, Iemanja.
Caía el sol sobre Ciudad del Plata y nos dirigimos hacia el barrio Parque Postel. La Casa de Religión ubicada sobre calle Sevilla, una de las arterias más circuladas por propios y ajenos al barrio. Juan es obrero de la construcción y Grey ama de casa, los dos además de formar su propio proyecto de vida como pareja, tienen una congregación de hermanos espirituales a quienes guían desde el Afro-Ubandismo como fe.
Cumplen con toda a liturgia en cada ceremonia y, plenos de alegría, según dice Juan, preparan cada 2 de febrero en señal de agradecimiento a Iemanja.
Del secretismo al “sincretismo”, así comenzamos la charla con el Pae Juan quien habló de historia y de los orígenes de su fe y la de sus hermanos de religión.
“El culto a Iemanja nace en el río Kutá, de Nigeria. Con la diáspora esclavista, llegaron a nuestro continente las personas capturadas, y con ellas sus creencias. Al cruzar el océano, Iemanja adoptó el reinado de las aguas oceánicas, de las aguas grandes, y dejó a Oxum (su hermana menor o hija, según la leyenda), el reinado de las aguas dulces. El culto sobrevivió en varios países de Latinoamérica a pesar de las prohibiciones y castigos severos a los que se sometía a los devotos si eran descubiertos”, contó Juan.
“Primero Iemanja fue sincretizada con la Virgen de la Candelaria, la Virgen de los Navegantes. Con la libertad y la tolerancia empezó a afianzarse la manifestación de Iemanja, sin tener que esconderse para ello en el culto católico. Hoy la convocatoria, entre devotos, curiosos, estudiosos y periodistas, puede llegar a las 500 mil personas cada 2 de febrero”, narró el Pae.
“Casi un 3 % de la población uruguaya practica la religión umbanda”, informó Juan, quien documentaba cada uno de sus dichos. Incluso su Casa de Religión fue el centro de estudio de conductas para que hoy un licenciado en antropología, preparase su tesis final.
LOS PEDIDOS | Consultado sobre qué piden los fieles, Juan dijo que hay de todo tipo de solicitudes desde las más simples hasta las complejas. Luego dijo: “nosotros no hacemos magia, solo somos intermediarios y encauzadores de fe, el vínculo con los ‘orixas’, que heredamos de nuestros antecesores y ellos de sus ancestros afro descendientes”.
Juan enciende un cigarro, mira hacia la barca y dice “miles de esclavos africanos, llegaron a estas tierras y toda América para ser sometidos y su fe nunca decayó ni ante la angustia de la muerte de padres, madres, hermanos y así podríamos seguir en una casi interminable lista de afectos. Usando el ‘sincretismo’ como herramienta, adorando santos ajenos, pero demostrando su fe ante sus dioses”.
Iemanja es una deidad, pero el Umbanda tiene su propio calendario, tal vez la más popular, para quienes llegamos desde el desconocimiento. Juan y Grey invitaron al cronista a ingresar al templo, ya la noche había acampado y decenas de hermanos de religión llegaban para marchar.
No son ajenos al tema de la contaminación por eso desde hace años la barca en que lleva las ofrendas a Iemanja, la construyen con junco, tipo piragua, en ella se depositan las ofrendas, preferentemente cosas dulces, miel, maíz acaramelado o frutas como la sandía, por ejemplo. En el camino van entonando distintos “puntos”, (oraciones o alabanzas), a su Reina del mar, representante de la fertilidad, protectora del hogar y la familia, de los barcos, los pescadores.
Sobre las 10 de la noche comenzaron a caminar hacia la playa de Autódromo, donde después de elevar sus canticos, solicitudes, agradecimientos y deseos echarían la barca hacia el amplio espejo de agua.
Juan y Grey contaron que dentro de los pedidos también están siempre la paz, la convivencia y una mejor calidad de vida para todos, sean creyentes o no.
Como dato anecdótico, decir que Juan y Grey, hoy en día están integrados plenamente a la comunidad, pese que cuando llegaron hace 25 años al barrio, algunos por no entenderlos los censuraban. Juan se sonrió y bajito dijo “alguno hasta viene al día de hoy”.
Por Carlos García.