En una fecha especial se publica una nueva columna elucubradora; una columna en la que su autor, este para nada humilde escriba de pueblo, ha dicho lo que ha creído conveniente y ha intentado -a partir de citar hechos de la cotidianidad-, reflejar su pensamiento, mientras se pasea por el teclado del ordenador, generando este contenido. En el día del 50 aniversario del golpe de Estado (los que lo lean en la web, la verán en los días sucesivos), le doy la bienvenida a las elucubraciones, para seguir diciendo las cosas que sintamos, como debe ocurrir en una sociedad que se precie de democrática.
Espere, espere, que de la fecha recordada quizás le hable sobre el final -aún no lo sé-, primero hay otros comentarios por hacer, teniendo en cuenta que el agua de lluvia es el bien más preciado de este seco 2023 en la república oriental. No señor, no señora, tampoco es que vaya a hablarle de la mini conferencia de prensa que dio el Presidente sobre las medidas para paliar la escasez del vital elemento en los departamentos de Montevideo y Canelones, más bien comienza este texto en las consecuencias que tuvieron los escuetos anuncios presidenciales, que produjeron una sensación de mayor sequía.
Lo hice otra vez, me confieso, dediqué parte de mi miércoles a presenciar una sesión del Senado y precisamente fue el día en que votaron la exoneración del IVA a las embotelladoras de agua anunciada por Luis Alberto (tranquila/o no miré la sesión de principio a fin, además me salteé la discusión en Diputados de la que vi algunos retazos interesantes en las redes). Más allá de la dudosa efectividad de lo aprobado en ambas cámaras y por unanimidad, me detengo en el informe inicial que hizo el senador Sergio Botana en nombre del oficialismo (que fue sarcásticamente y muy bien resumido por Zin TV).
Luego de “talentear” en todo (dígase de la acción de hablar de cosas de las cuales uno no tiene ni idea), y de desestimar opiniones académicas por la supuesta filiación partidaria de los técnicos (la Bianchi también lo hizo), Botana justificó la negativa del gobierno a bajar las tarifas de OSE, por lo menos a los habitantes de los departamentos afectados por la escasez de agua -como lo pide la oposición-, diciendo que hacerlo podría hacer aumentar el consumo de agua.
¡Pero mijo, no ve que le están diciendo que el agua está intomable, que tiene un gusto desagradable, que se rompen los calefones y no sé cuánta cosa más! ¿Cómo va a tener ganas la gente de aumentar su consumo de esa agua? Pareciera que pensaran que la gente es tonta, ¿quién va a creerse que habrá miles de montevideanos y canarios que van a aprovechar para usar más agua en las condiciones que en está? Ni las empresas pueden “abusar” del beneficio porque el agua no les sirve para producir, es más, un frigorífico mandó a todo el personal de licencia porque no pueden usar agua ¡cómo la gente va a querer abusar de esas aguas!
Lo mejor de todo fue que no fue solo Botana argumentó eso para decir que no van a bajarle el agua a la gente. También lo hizo el risueño Alfie (dicho esto con ironía, claro está), el dueño de la caja del gobierno. El amarrete tesorero del club del barrio, dijo también que había gente que iba a abusar del “agua barata” y por eso no la bajaban, aprovechando a su vez para rezongar a todo el mundo, diciendo que deben consumir poca agua. “¡Ahorremos agua!”, dice el rey del recorte y uno tiembla ante ese llamado, por eso hay que correr a almacenar el vital elemento en todos los recipientes que uno tenga.
Bromas aparte, le digo que hay veces que tengo la sensación que desde el gobierno tratan a la gente como a esos niños chicos a los que los padres los pasan rezongando, “no hagas esto”, “no hagas aquello”, “mirá que así te va a ir mal en la vida”. Pero no, no es por incapacidad de comunicar que le hablan a la gente de esa manera, el tema es que esa es la forma que tienen de entender la gestión de gobierno; para quienes están al frente del Estado hoy, la gente debe ser dirigida, encaminada por una autoridad moral superior (que serían ellos mismos), en pos de su propio bienestar, por eso Alfie nos rezonga (en este caso no a nosotros los josefinos que no estamos tan escasos de agüita como esos “citadinos”), y por eso la vicepresidenta de OSE (que sabe tanto de gestión de aguas como yo puedo saber de ingeniería aeronáutica), mandó a la gente a dejar de comprar coca para pasar a comprar agua (¡parece que fue hace tanto tiempo que se mandó ese barbárico comentario!), y así podría seguir con otros ejemplos de rezongos gubernamentales hacia nosotros los ignorantes orientalitos, que debemos ser guiados por las lúcidas mentes que nos gobiernan.
Un comentario más antes de cambiar el rumbo: los habitantes de San José hemos visto toda esta crisis con cierta tranquilidad -a no ser los vecinos de la capital departamental que en algún momento vieron comprometido el suministro de agua-, pero ahora seremos quienes aportemos una solución temporal para el suministro de agua para montevideanos y canarios. El río San José será represado, de forma de llevar agua hacia el Santa Lucía y evitar que llegue agua salada del plata a éste.
Los técnicos de OSE dicen que es la única solución que hay de momento (en verdad la solución es que llueva en abundancia), pero lo que también dicen es que esa obra no estará en un mes como ha dicho el gobierno (desde el anuncio hasta ahora ha pasado una semana y apenas están empezando a instalarse), sino que estiman que con suerte, estará en dos meses, por lo tanto es una solución que no estará lista para cuando se acabe el agua en Aguas Corrientes. La pregunta que uno se hace es qué harán los montevideanos y canarios mientras la terminan, seguro derrocharán el agua que Botana y Alfie quieren impedir que se derroche.
Cierro el grifo y procedo a hablarle de otra cosa. Como decía al inicio, se cumplen 50 años del Golpe de Estado. Como toda fecha conmemorada, lo ocurrido en ese día es consecuencia de hechos anteriores que desembocan en un acontecimiento puntual. El golpe no fue algo que surgió de la nada, fue un proceso paulatino de hechos a partir del cual parte del sistema político permitió el “empoderamiento” (para utilizar terminología moderna), de los militares, que se creyeron con el derecho de tomar las riendas del Estado y que no dudaron un instante en usar la violencia para lograrlo.
Sus principales víctimas fueron civiles (no la guerrilla que ya estaba vencida para 1973), que por profesar ideas de cambio social fueron detenidos, torturados, exiliados, aislados socialmente, condenados al ostracismo. Sus víctimas fueron los periodistas, los intelectuales, los gremialistas; todas y todos los que pensaran con cabeza propia, los que no decían amén a los designios del poder de turno, eran sediciosos y contra ellos actuaron.
En la semana pasada se supo que los huesos encontrados en el Batallón 14 son de una mujer. Sin saber quién es aún, uno se pregunta, ¿qué tan peligrosa podía ser esa mujer para merecer ser asesinada? ¿Qué crimen podría cometer como para merecer ese destino? Seguramente era alguien que quería un futuro mejor para ella y para los suyos, pero como la idea de ese futuro no coincidía con la que tenían los dueños del poder, la mataron.
Desde la columna elucubradora, decimos que no hay ningún gobierno que pueda decidir quién vive y quién muere, qué pueden pensar y qué no pueden pensar sus ciudadanos, por eso -y ya para ir cerrando-, hay que estar alertas ante quienes nos rezongan y nos tratan como niños. Acá la dejamos, volvemos en julio, con muchas otras cosas de las que hablar, con la misma libertad que siempre nos hemos dado. Hasta la próxima.
Por Javier Perdomo.
