Con derrota 3 a 2 culminó el viernes la participación de la selección Sub 17 de la Liga Regional de Ecilda Paullier en el Campeonato del Sur. Ya perdida el martes anterior ante Canelones toda chance de avanzar a la fase nacional de la Copa de Selecciones de OFI la gurisada que dirige Mauro Güenaga recibió a Flores en el Casto Martínez Laguarda, tal vez, con la ilusión de despedirse al menos con un punto, pero el equipo trinitario llegaba buscando su lugar en la final del torneo y el pasaje a la instancia nacional que ya aseguró.
Los juveniles ecildenses lo dieron todo, como lo han hecho en cada presentación (salvo aquel cero enorme ante Colonia), y no se les puede reprochar absolutamente nada. Lograron su histórico pasaje a Segunda Fase como primeros de un grupo durísimo en el que enfrentaron de igual a igual a Colonia y a San José Capital, equipos acostumbrados a llegar lejos en esta clase de competencias. La de Ecilda Paullier fue la única selección de un sector interior entre las seis de la segunda fase del Sur.
PROCESO | A lo largo del proceso Ecilda mostró aspectos interesantes que tendrá que tomar en cuenta la dirigencia y el futuro cuerpo técnico, sea quien sea el entrenador. Güenaga logró conformar un equipo rebelde, motivado, capaz de dar vuelta resultados adversos, de reponerse a las circunstancias de juego y de tan sólo seis equipos que participan en Formativas de la Liga pudo presentar un plantel dignísimo que vendió caras cada una de sus derrotas.
El pico más alto de esta selección azul fue su victoria (la única del torneo), ante San José Capital por 5 a 1, luego de comenzar en desventaja. Allí prácticamente sentenció la eliminación del conjunto albo por diferencia de goles y encendió la esperanza de avanzar por primera vez a la segunda fase.
FUTURO | Queda un buen número de futbolistas totalmente probados en su capacidad colectiva e individual; queda un arquero como Ezequiel Muñoz que fue fundamental en momentos difíciles; quedan verdaderos guerreros adolescentes como Rodrigo Guerra y sus cañonazos de larga distancia; queda un Juan José Facal que aporta goles y capacidad de quebrar defensas sólidas; quedan Sebastián Esteche y su trabajo a destajo en el mediocampo; Richard Fernández y su facilidad para lanzarse desde la zaga a la ofensiva; Agustín Braggio y su parejo trajinar por el lateral, Leandro Melián y su garra, Vidal, Díaz, López y tantos otros, que siendo titulares o suplentes, supieron acoplarse al ritmo de los partidos y sintonizar con el juego colectivo que por momentos mostró orden y disciplina táctica a muy buen nivel.
Podrá hablarse de altibajos en el rendimiento, pero no debe olvidarse que tienen menos de 18 años. El error es parte del aprendizaje y la maduración, muchos de estos chiquilines realizan un enorme esfuerzo para alternar sus entrenamientos y sus estudios, generalmente lejos de sus domicilios, sin olvidar que también tienen que ser jóvenes y divertirse.
A los entrenadores de los planteles mayores de los equipos les queda también un grupo de gurises que pide oportunidades, que quiere foguearse y rosarse con cualquier rival. Los procesos formativos exigen competencia dura y continua e implican caer y levantarse mordiendo la bronca de un tropezón y sabiendo que una victoria siempre debe saborearse con humildad y tomarse como señal del buen camino para seguir insistiendo al día siguiente.
Vaya el reconocimiento entonces tanto para los dirigentes como para todo el cuerpo técnico encabezado por Mauro Güenaga y fundamentalmente al plantel.
Por Jorge Gambetta.
