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Pablo «Pinocho» Routín y un inédito febrero sin carnaval

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Ni el más pesimista de los carnavaleros uruguayos había imaginado siquiera transitar un febrero sin la magia del carnaval más largo del mundo. Aun a pesar de la pandemia, los conjuntos prepararon durante 2020 sus espectáculos e invirtieron tiempo y dinero para salir en carnaval, pero al final no se pudo.

Pablo “Pinocho” Routín, referente ineludible de la música murguera, encuentra siempre una visión positiva de las cosas y por eso fue consultado por La Semana sobre cómo vive este febrero sin teatro y sin tablados, qué cosas le quitó la pandemia y de qué forma debió reinventarse para seguir haciendo su arte.

OPORTUNIDAD| LS: ¿Cómo estás viviendo este febrero tan extraño, sin esa mística que rodea al carnaval?

PR: Es difícil, estuve leyendo el otro día la historia del carnaval y muy pocas veces se vivió algo así. En realidad esta pandemia ha derrotado al carnaval de Río o al de Venecia y también al nuestro, que es uno de los más fuertes, pero yo creo que es una pausa que nos puede permitir resignificar el valor del carnaval. Eso nos podría hacer bien.

LS: ¿Creés que de la crisis pueden surgir oportunidades de cambio?

PR: A mí por lo menos me está removiendo cosas que quizás estaban dormidas. Por ejemplo, hoy estoy escuchando más murga que en ningún febrero, que están en las redes y que uno de pronto haciendo carnaval está tan metido en lo que está haciendo que hay espectáculos que ni los puede ver. Entonces está siendo una oportunidad de contactar con un montón de cosas que me las había perdido y me pasa eso de que soy un camisetero de carnaval y de la murga, sanamente y me estoy volviendo más camisetero todavía porque me parece que el carnaval tiene un valor incalculable.

Que a partir de enero haya en todas las esquinas o pueblos del interior murgas y gente bailando y participando; gente haciendo vestuarios y maquillajes y todo lo que se va soñando, tiene detrás intercambios humanos de mucha riqueza.

LS: ¿Este receso obligado podría servir para cambiar algunas cosas?

PR: Puede ser un buen momento, creo que hay muchas cosas sueltas. Esto es una visión desde afuera, o desde arriba del escenario, siento que hay líneas de trabajo que van por diferentes lugares y han afectado en algún sentido al carnaval. Me parece que es hora de juntar, me consta que todos quienes andan a la vuelta tienen mucho amor por el carnaval, lo he dicho muchas veces. Hay otros carnavales latiendo en los barrios, con la corriente “Más Carnaval” en Montevideo, se han generado un montón de oportunidades para grupos artísticos que no les interesa el concurso. Están un paso más allá, yo creo que ese debería ser el rumbo.

LS: ¿Estás planteando eliminar el concurso?

PR: El concurso seguramente seguirá existiendo, lo que me parece es que yo tendría que poder participar del carnaval que quiero y si quiero concursar debería poder hacerlo. Hoy no se pueden hacer tablados si no concursás, de pronto estaría bueno que se viera desde el otro lado, no puedo concursar si no hago tablados, porque hay veces que a determinados conjuntos les toca concursar casi sin hacer tablados y se les prohíbe hacer tablados si no concursan, entonces estaría bueno que se pudiera ver desde los dos lados”.

LO NEGATIVO| LS: ¿Qué cosas quedaron truncas debido a la pandemia, en la planificación que habías hecho para 2020?

PR: Dejó truncas un montón de actuaciones y cosas que estaban previstas y algunos espectáculos que estábamos empezando. Dentro de eso lo más relevante fue una gira que íbamos a hacer con Murga Madre al Festival de Teatro de Miami y que quedó para julio de este año, si todo rueda más o menos bien.

Otro espectáculo que no pudimos hacer fue uno que estaba haciendo el guión y es sobre la historia del bar Fun Fun, que cumplió 125 años y que iban a interpretar Nelson Pino, Ricardo Olivera y Ruben Rada. Es un espectáculo de tango sobre la historia del bar, eso quedó en suspenso y seguramente se concrete este año.

LS: ¿Y respecto al carnaval? Ibas a trabajar con Jardín del Pueblo de Paysandú.

PR: En cuanto a carnaval yo este año iba a estar haciendo la puesta en escena de Doña Bastarda y teníamos armado lo que iba a ser la Prueba de Admisión de Jardín del Pueblo. Este año volví a escribir, a hacer la Dirección Artística y Puesta en Escena y nos quedamos con las ganas y una gran pena.

Desde mi visión, repito, desde arriba del escenario, porque nunca participé en la organización del carnaval -por eso no critico las decisiones, porque hay que estar ahí para poder criticar-, creo que la Prueba de Admisión debió hacerse. Había un montón de gente que había preparado un espectáculo y por lo tanto había invertido tiempo y en muchos casos dinero y esos conjuntos debieron tener la oportunidad de clasificar para el próximo carnaval. Creo que la decisión fue muy injusta para los tiempos que estaban muy avanzados y la resolución fue muy tardía.

La suspensión del carnaval estuvo bien, es impensable la realización de un carnaval en estas condiciones, incluso si lo pienso como integrante de una murga, si uno de los integrantes del conjunto diera positivo de Covid el resto tiene que entrar en cuarentena y de esa manera es imposible sostener un carnaval, porque además está en juego la salud de la gente.

LO POSITIVO| LS: ¿Y tener mucho más tiempo libre qué te permitió, qué cosas positivas te dejó la pandemia?

PR: Surgió un quinteto sobre una idea en la que me puse a trabajar allá por el mes de marzo. Es un grupo bastante acústico en un espectáculo que se llama Tirar botellas al mar, donde contamos la historia de la música popular uruguaya desde Romeo Gavioli, Pedro Ferreira hasta autores y autoras nacidos en la década de 1960.

A partir del “parate” comenzamos a ensayar de a poquito. Desarrollamos alguna idea que andaba a la vuelta y pudimos hacer cuatro o cinco funciones. Se trata de un espectáculo que tiene versiones de canciones emblemáticas como “A Redoblar”, “Baile de los morenos”, “Malísimo” de Ruben Rada, “Al sur de mi corazón” de Laura Canoura, canciones de Mariana Ingold, de Estela Magnone, son relatos y canciones que recorren la línea del tiempo del canto popular y se pueden ir viendo sus transformaciones.

Por ejemplo “Al Paco Bilbao” de Los Olimareños, quizás un musicólogo tenga otra información, pero para mi modo de ver es el embrión de la murga canción, es la primera murga canción que se hace en el disco “Todos detrás de Momo”, allí aparecen guitarras con una batería de murga.

LS: ¿Quiénes te acompañan en ese quinteto?

PR: Me acompañan Gonzalo Durán en guitarra y voz, además es el arreglador de todas las canciones y ha hecho un trabajo formidable. Pablo Leites en percusión y bajo, Noel Abella, que toca el chelo, canta y toca el trombón e Inés Podestá que es cantante. La producción es de Virginia Scasso que también ha hecho un trabajo muy importante para nosotros.

Nos gustaría proyectarlo para este año pero se nos está haciendo muy difícil. Los aforos son muy bajos y uno puede salir a tocar y ganar poco pero no puede salir a tocar y poner dinero. Hoy la gente no está saliendo mucho, está costando que la gente vuelva a ver espectáculos y es un poco lógico, la gente está ocupada con su vida, con su trabajo, o ha perdido su trabajo, entonces son tiempos que van a ser difíciles, porque la parte recreación para la mayoría de la gente está al final de la lista de prioridades.

LS: ¿Qué pasó con tu actividad docente?

PR: En cuanto a las clases tuve que suspender en marzo y retomé en julio, son talleres grupales. Después también trabajo unos talleres individuales en casa, enfocados en la voz para el canto, pero los talleres grupales donde trabajamos expresión corporal y también lo vocal es una propuesta muy vivencial y me negué a hacerla por Zoom. Preferí hacer un corte, que fue duro porque los participantes necesitan del encuentro para que surja el grupo, porque en general comienza siendo gente que no se conoce y termina compartiendo mucho. El espacio “Cuerpo y Voz” tiene sus raíces en eso, en lo humano, por el respeto a la diversidad y la expresión de cada uno. Felizmente pudimos volver a los presenciales en julio y agosto y terminar el año.

ESTUDIOS| Fue positivo también en lo personal porque estoy terminando una licenciatura en fonoaudiología y pude cursar el último año a pesar que fue en plataforma que lo vuelve todo mucho más complejo pero tuve el tiempo para dedicarle a todas las materias que me faltaban, así que en mi caso la pandemia tuvo ese lado positivo.

LS: ¿Y en el aspecto humano, qué te deja esta experiencia?

PR: Tener un tiempo disponible importante también me hizo replantearme un montón de cosas respecto a en qué invierto mi tiempo, la vida muchas veces nos va llevando por unas necesidades que nos hacen creer que tenemos. Seguramente las necesidades reales estén muy por debajo de esas expectativas que tienen que ver con el mundo en que vivimos, uno quiere vivir mejor, pero en esa batalla por alcanzar un nivel de confort se nos va un montón de horas de vida, yo tengo la suerte de trabajar en cosas que me gustan pero también uno tiene que empezar a definir qué es lo que quiere hacer tanto desde lo laboral como desde lo humano.

Quiero decir que está bueno poder elegir dónde poner mi tiempo, mi corazón y mi trabajo sin que esté vinculado al dinero, porque me interesa el lugar donde se hace y no me interesa si hay plata o no, pero uno elige de alguna manera esos lugares.

LS: ¿Qué proyectos tenés para este año, más allá de la incertidumbre?

PR: Para este año acabamos de grabar una canción que se llama “Tirar botellas al mar”, que le da nombre al espectáculo del quinteto, sobre un texto mío dedicado a Maira Sepúlveda y Virginia Gervasio que son dos murguistas de Cayó la Cabra con quienes trabajé en 2016 y una de esas noches de tablado escribí una canción que habla de carnaval y de las mujeres murguistas, inspirado en ellas dos. El texto fue escrito en 2016 y recién en febrero del año pasado Nicolás Ibarburu me dio la música, me pasó un audio por WhatsApp y la verdad que como todo lo que él hace es una belleza y nos pusimos a trabajarla, Gonzalo Durán hizo los arreglos, Pablo Leites hizo la percusión y salió algo muy lindo con un sonido diferente de violines, de birimbao, de chelo, de bajo, una interpretación despojada de lo que sería el sonido clásico del carnaval y ayer (viernes), terminamos de grabar un pequeño video clip y de grabar y masterizar la canción en un proceso que nos llevó un año y me gustaría compartirlo ahora con la gente a través de las plataformas y empezar a hacer un caminito nuevo con el quinteto.

Por Jorge Gambetta.

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