Milena Delgado y Flavia Gambetta se conocían superficialmente, un grupo de amigas en común las acercó y cuando la maestra decidió publicar su cuento le propuso a la arquitecta que hiciera la ilustración. El desafío era interesante pero en principio Flavia dudó mucho porque sus técnicas de dibujo han estado siempre vinculadas a parámetros de maquetas y diseños y lejos, muy lejos estaba de lo que en principio puede entenderse como la ilustración de un cuento infantil. Pero ambas mujeres tienen en común su pasión por la lectura, son madres e internalizan fuertemente las historias familiares y la transmisión verbal como aprendizaje y enseñanza en la relación con la infancia, la suya propia, la de sus hijos, la nuestra, la de todos.
Milena Delgado dijo que ser “una apasionada de la lectura, me atrae la literatura costumbrista de nuestro país, Juana, Morosoli, Abel Soria, Paco Espínola, y se me ocurrió escribir sobre gente que hace cosas por vocación y por placer y fueron surgiendo vinculadas al campo porque es lo que conozco, porque viví en el campo, hace 23 años soy maestra rural y esta primera historia es un poco el rescate de la historia de mi suegro, que falleció joven pero supo sembrar mucha cultura, él fue inseminador de animales en la zona (Colonia Italia), buscó mejorar raza en su propio tambo y así surge cómo Paulina y Laureana que son mis hijas mellizas han heredado algunos de sus hábitos, sin haber conocido a su abuelo”.
COLECCIÓN| Delgado dijo que tiene “10 cuentos cortos escritos que se irán publicando a medida que logremos el financiamiento, tenemos un grupo de siete mujeres y vamos buscando apoyos económicos para costear la impresión, pero esas historias tienen un nombre como personaje central, hay hombres y mujeres que existieron”.
Asimismo agregó que le ha costado reconocerse “como autora y decir este es mi libro, porque tengo 46 años de vida y 41 como lectora y guardo un gran respeto por los autores que he leído, pero en el mes de enero escribí una historia, se lo mostré a alguna gente, escritores, ilustradores, y me impulsaron a publicarlo y en verdad el libro me hace un ser más libre, independientemente de si se vende o no, por respeto a los niños y a los escritores, no pretendo lograr un producto comercial, intento lograr calidad y que los niños, que son muy genuinos y auténticos en su valoración, sean los que me digan si lo que les entrego les gusta o no les gusta”.
En esta primera edición “se imprimirán 1000 ejemplares con muchos apoyos económicos, incluso de mi esposo Fredy, he decidido que 300 de esos ejemplares serían donados y los entregaremos porque regalar libros a los niños es en sí un objetivo cumplido, este es un proyecto que hoy comienza y no sabemos cuál será su fin, tenemos un equipo, del que forma parte Flavia, que le dio un toque muy distinto a lo que fue mi idea original, porque ella se metió en la historia y decidió una técnica de collage que me sorprendió cuando vi las ilustraciones, además Flavia me ha resultado una compañera genial en este proceso, ella nos acercó a Patricia Gorlero para el diseño gráfico, acá nadie ha impuesto nada, hemos ido resolviendo colectivamente, corrigiendo, aportando”.
“Los otros nueve cuentos ya están escritos, y digo con alegría que rescatan también un poco de mi identidad, mis padres hoy tienen 80 años y también sembraron en mí millones de cosas, yo trabajé la tierra junto a ellos y éramos ocho y había que comer, entonces gallinas, pollos, huerta, los limones y naranjas de nuestras plantas eran comunes y no me significa ningún esfuerzo levantarme al amanecer o mojarme bajo la lluvia, forman parte de mi vida y quizás por eso logramos con Flavia tanta conexión, porque la historia pasa por esas circunstancias y ella lo interpretó y lo respetó de una manera increíble, logramos un trabajo donde se mimetizaron el texto con la ilustración”.
La colección de Milena Delgado se titula “Tu mundo, mi mundo, nuestro mundo: un lugar para sembrar” y esta primera entrega es un tributo a Raúl Ramenghi “un abuelo que vive en nuestro corazón” bajo el título “¿Qué siembras abuelo? cuéntame” y está dedicado también a Olga, “una abuela que alcanza la luna amando a sus hijos, nietos y bisnietos” y a los niños “que nos ayudan a soñar todos los días”.
COLLAGE| Por su parte Flavia Gambetta dijo que a Milena la conoció a través de un grupo de maestras, “que me adoptaron en su grupo, no teníamos un trato cercano, un domingo me llamó para decirme que si yo le podía dibujar los cuentos que estaba escribiendo, lo primero que le respondí es que yo no soy dibujante, le propuse conseguir a alguien y aparecía el tema del presupuesto, no había un rubro para honorarios como para contratar un dibujante, quedamos que el lunes lo hablábamos y ese lunes vino con todas las historias”.
Gambetta dijo que cuando la autora le contó de su proyecto “y que quería contar historias diferentes, como la de este abuelo del cuento y me fui entusiasmando, me encantó el proyecto, me gustó mucho la idea, yo también soy una lectora de nacimiento, entonces se me ocurrió que lo único que podía hacer era un collage, porque yo soy arquitecta, no una artista plástica, pensé que estoy hace 15 años muy encuadrada en los parámetros técnicos, pero cuando tomé contacto con la historia sentí que no me podía negar y probé con un primer collage y a ella le gustó”.
A partir de allí surgió una gran interacción entre el texto y la ilustración, Flavia dijo que “fue un proceso muy corto, Milena me llamó en febrero y hubo que poner mucha energía, creo que ella en principio nunca imaginó lo que finalmente hicimos y que aquellos primeros bocetos se transformaran en lo que quedó en el libro, pero lo que más me gustó fue el proyecto y el motivo de poder llegar más a los niños y la idea del collage me surgió porque lo hago muy seguido con mis hijos, para la escuela de Lucas, entonces nos resultó fácil recortar y pegar y por eso es mucho de intuición, no hay una técnica rigurosa ni estudio profundo, es todo juego e intuición, apoyada por Milena, porque ante cada collage me alentaba y me decía que le preocupaba más la expresión que la definición del dibujo, se buscaba generar un sentimiento”.
La ilustradora del libro agregó que “un domingo de tarde me puse a jugar, mientras Julia (su hija menor) dormía la siesta Lucas (el mayor) me ayudaba, me alcanzaba algún papelito, me sugería una hojita o una semilla, y buscamos algo abierto, sin mucha definición, como para estimular la imaginación de niños que pensaran más allá de la lectura”.
En su trabajo Flavia combinó experiencias y conocimientos adquiridos, personales y profesionales, la madre y ex docente le generó que “la idea del collage sirve para que los niños entiendan que se puede jugar y crear más allá de las técnicas”, luego la arquitecta le recordaba “la historia del arte o la combinación de colores, al principio también empecé a trabajar en el armado digital del libro, por suerte después se nos sumó Patricia Gorlero que fue una gran ayuda porque yo no habría llegado, porque hay mucho del diseño gráfico que escapa a mis conocimientos”.
En cuanto a los materiales utilizados en sus ilustraciones, Flavia Gambetta dijo que “se hizo de forma casi artesanal, cada dibujo fue tratado con materiales que iban surgiendo del mismo cuento, la tierra, las semillas, chalas, ramitas que iban apareciendo de algún jardín, todos son materiales reutilizados, restos de telas, de cartones, algunos de 1995 porque habían sido alguna maqueta de facultad, todo se procesó digitalmente pero no se le hicieron retoques, incluso trabajamos el tamaño de la hoja del original igual al que iría impreso el libro”.
La cita con el “abuelo Raúl”, protagonista del libro, es el martes 15 a las 19 horas en el Club Social el Asador, allí veremos el resultado de esta simpática interacción de dos creativas mujeres, madres, pero también hijas y nietas, educadoras y lectoras apasionadas.
Por Jorge Gambetta.
