Cultura

Marcelo Alpuy y sus talleres de comics en Puntas de Valdez

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Entre la variada gama de cursos y talleres disponibles en la Multisala Puntas de Valdez el Taller de Cómics es uno de los que cuenta con un grupo sostenido de aproximadamente 20 alumnos, niños, niñas y adolescentes entre 5 y 18 años que comparten su pasión por el Cómic en todos sus estilos.

Alpuy dijo que “yo apuesto a la libre expresión de cada alumno con mi apoyo técnico, pero se trabaja desde las ideas de ellos y sus estilos particulares y en forma personalizada y siempre depende del compromiso de cada uno y eso va creciendo a medida que el taller avanza y se van dando cuenta que la cosa es real y sus ganas y compromiso van aumentando”.

CREATIVIDAD| El artista dijo que “la creación de personajes también surge a propuesta de ellos con algunas bases que yo puedo darles. Se pueden buscar cánones realistas o más humorísticos que pueden hacer ellos mismos o se puede ir al mundo del cómics donde casi todo está inventado excepto la expresión de cada uno”.

“Hablamos de valores, matices, composición, porción, perspectiva, claroscuro o volumen, todo eso se habla con cada uno a medida que esos conceptos aparecen en sus obras y también se puede abrir al grupo en general porque el grupo siempre está vivo y se da un diálogo entre la individualidad frente al grupo y desde el grupo a la individualidad”, agregó.

Respecto a la diferencia de edades Alpuy explicó que “los más chicos son los que mejor aprenden porque no tienen deformaciones ni preconceptos y está todo aceitado y todo libre y entonces enseguida agarran el hilo y la cometa se va lejos. Al principio es estresante hasta que el grupo encuentra su química, se autoregula y comienza a aparecer una labor colaborativa con una intensidad creciente”.

Por su parte “la adolescencia es más compleja” expresó Alpuy, ya que “con los más chicos a pesar que son más efervescentes y cambian de idea a cada rato -porque la desarrollan rápido-, una vez que uno les contiene y les suministra todo, ellos pueden saltar de una actividad a otra pero cuando están en la actividad están concentradísimos”.

PEDAGOGÍA | Alpuy se refirió a sus comienzos con esta experiencia de los talleres de Cómic. “A mí la pedagogía me la enseñaron los propios niños, cuando yo estuve viviendo en San José en el barrio Roberto Mariano, yo dibujaba junto al río, al lado del puente ferroviario y dos niños, Victorio y Edrian me pidieron que les diera clases y yo les dije que no les podía enseñar porque no tenía clases de pedagogía y que sólo podía compartir los conocimientos que me habían dado mis maestros”, contó.

El docente explicó luego que así “nos empezamos a reunir de forma que terminamos 27 niñas y niños y yo trabajando en el Salón Comunal durante siete años, de manera gratuita sin apoyo de nadie y eso nos sirvió para darnos cuenta de la autonomía que puede adquirir un grupo cuando madura pasito a pasito”.

Fue así que “en ese barrio con esa experiencia me obligué a estudiar pedagogía y a leer a Freire o también algunos clásicos, para que no fuera una cosa tan libre que no tuviera elementos o herramientas plásticas; aplico las teorías libres pero cuando empiezan a necesitar herramientas o teorías plásticas se las doy, no las niego”.

Aquel primer taller se llamó Piedra Libre y “estuvimos siete años, pintamos murales en San José, viajamos a Montevideo para ver exposiciones u obras de danza contemporánea, fuimos al Museo de Artes Visuales, hicimos exposiciones en el Club San José y otros lugares. Fueron muchas experiencias con ese taller y la verdad es que cuando me mudé para Puntas de Valdez lo extrañé mucho. Estuve tres días llorando porque extrañaba a los muchachos con los que teníamos un vínculo muy profundo”.

Agregó que “hasta hoy mantengo el contacto con ellos. Uno de ellos, Victorio, ya está por recibirse de médico y en aquellos años pescaba anguilas para comer con su familia”.

PREJUICIOS | Alpuy se refirió a la estigmatización y prejuicios que padecen algunos barrios periféricos y dijo que “una vez me pasó con un periodista en una nota que me dijo que ‘qué bueno que estos gurises estén haciendo esto y no en otras cosas’ y yo le respondí que no los estaba entreteniendo para que no estuvieran en otras cosas, yo no entretengo a nadie, los gurises hacen esto porque les gusta y si estuvieran en otras cosas estarían jugando en el río, pero no serían delincuentes”.

El año pasado el taller sólo funcionó cuatro meses “pero este año comenzamos en abril y vamos a estar todo el año hasta noviembre. Ahora nos estamos moviendo para conseguir un ómnibus y poder visitar el Museo de Artes Visuales y poder pintar algún mural pequeño acá en el pueblo con la idea de continuar el año próximo porque estamos formando un vínculo maravilloso”.

GRATUITO | El taller es gratuito. Alpuy dijo que ello es posible “gracias a un pequeño aporte de la Dirección de Cultura, así dispongo del tiempo y puedo darles los materiales que hagan falta. Me gusta tener mis propios materiales y aunque algunos traigan los suyos yo siempre tengo disponibles para que las clases no se corten y fluyan”.

Al respecto acotó que “en todo caso cuando falta algo hacemos como una vaquita y compramos lo que se precise, ahora por este año felizmente estamos bien surtidos, el grupo es de unos 20 alumnos pero es fluctuante porque algunos no quieren o no pueden participar de todas las clases”.

Las clases son semanales los días viernes de 17 y 30 a 19 horas y el tallerista agradeció a Florencia Cesilia y la comisión de la Multisala “por darnos ese espacio para encontrarnos”.

El docente también dicta otro taller en la Biblioteca Departamental y dijo que si alguien está interesado en otras localidades las clases allí son presenciales y vía Zoom y los interesados ya pueden consultar en la Biblioteca para participar de los cursos del próximo año.

Alpuy destacó que “tengo alumnos de hasta 70 años. No los divido con el sistema casi militarizado de la escuela, esto es más humanitario, no miramos el monte pensando en la leña que vamos a sacar, lo miramos para disfrutar de sus valores y sus colores, sus ritmos, el pensamiento abstracto habría que fomentarlo en la enseñanza de diferentes oficios”.

Finalmente el artista expresó que “gracias a la tecnología vamos a poder seguir en contacto con el grupo durante el verano compartiendo trabajos en grupo y cuando aparece un dibujo al rato se entusiasma el resto y en poco tiempo caen 30 dibujos y yo llego a casa y me pongo a dibujar, les robo toditas sus ideas”, culminó diciendo entre risas Marcelo Alpuy.

 

Por Jorge Gambetta.

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