El próximo viernes a las 20 horas la Casa de la Cultura de Libertad inaugurará una muestra de los artistas josefinos Marcelo Alpuy y Rodrigo Castrillo. Hasta el día anterior, las obras están expuestas en el Subsuelo del Espacio Cultural de San José de Mayo.
El docente y artista plástico Marcelo Alpuy, residente en Puntas de Valdez, dijo sobre la inauguración en Libertad que “en esta oportunidad vamos con Rodrigo Castrillo que es un excelente dibujante y pintor de San José con quien estamos exponiendo actualmente en el Subsuelo del Espacio Cultural de la Intendencia, donde también está exponiendo sus ilustraciones Aldo Pérez en la parte de arriba”.
Asimismo agradeció “especialmente a la gente de la Casa de la Cultura de Libertad por ofrecernos el espacio. Siempre he admirado cómo gestionan ese lugar y desarrollan los proyectos que se proponen y que siempre nos dan una muy cálida atención cada vez que llegamos por allí”.
Alpuy ha presentado sus trabajos en dos oportunidades en la institución de la calle Morquio. “Esta será mi tercera muestra en la Casa de la Cultura, una vez fui junto a Ema Delgado y otra vez solo; en esta oportunidad no vamos a poder llevar todas las piezas que se están exhibiendo en San José porque allá el espacio es más grande y ocupamos tres salas, acá es más limitado y presentaremos unas cinco o seis obras de cada uno porque los trabajos de Rodrigo son grandes”.
TÍTULO | Consultado respecto al título de la muestra (El eterno retorno), Alpuy aclaró que “no tiene que ver con Nietzche o los estoicos con eso del eterno retorno de las cosas, tiene que ver con el eterno retorno a la instancia taller, a los viejos momentos de la pintura, al bodegón, al retrato, al desnudo. Creo que a Libertad voy a llevar más retratos que bodegones, Rodrigo tiene unos retratos grandes y algunos paisajes, yo prácticamente no hago paisajes porque me gustan más las figuras humanas”.
Las obras han sido seleccionadas entre muchos trabajos realizados en los últimos dos o tres años. “Allí hicimos una selección con retratos y algunas naturalezas muertas, también hay alguna serigrafía pero tenemos que ver cómo aprovechamos mejor el espacio”, dijo.
DEDICACIÓN | Respecto al tiempo que le dedica a su pasión explicó que “siempre estoy pintando, porque uno está con esto las 24 horas, va caminando por ahí y ya ve una composición o un rostro, cómo le da la luz, cómo geometriza el gesto o la luz. Yo doy clases dos veces por semana en la tardecita, luego me dedico a la pintura de obra que es lo que me da de comer y en esa actividad trabajo muchas horas corridas, sin parar al mediodía y entonces llego a casa temprano y me meto en el taller que hice con costaneros y ahí estoy hasta altas horas de la noche, pintando o dibujando”.
Metafóricamente el artista comparó a la pintura con una pareja “a la que le dedico mucho tiempo y dinero, porque es una pareja cara, los óleos son caros, los lienzos son caros, tiene insumos costosos y si se piensa en la venta podrán venderse uno o dos cada muerte de un obispo y nunca lo vi como un medio de vida porque eso me haría depender del gusto comercial y ese no es mi camino. Es una estrategia de vida que me permite pintar con total libertad y a la vez vivir honestamente de mis brazos y de mi trabajo y poder dedicarle el tiempo necesario a esa pareja-pintura que es muy demandante”.
“Pintar es una necesidad fisiológica, no hay opción de elegir, siento esa necesidad como la de beber agua” dijo el artista y agregó que “uno siente pasión, desde chico nunca he perdido el amor por la pintura y como además doy clases a niños y adultos y todo lo que aparece ahí me trabaja mucho la cabeza”.
LIBRETA | Reafirmando que su vida gira en torno a la pintura Alpuy, dijo que “ando con una libreta y cuando voy en el ómnibus o estoy en algún lugar voy haciendo bocetos de rostros o de la parte arquitectónica de algunos lugares; he dibujado guardas y conductores, o si estoy en la fila de algún lugar también agarro la libreta y voy bocetando, procurando que el modelo no se dé cuenta para que no cambie la actitud que en principio me motivó”.
El artista es el más riguroso crítico de su obra. “Aún no estoy contento con mi trabajo y creo que nunca voy a estarlo, creo que debo seguir siempre retornando al taller a aprender, voy a seminarios en Bellas Artes o a algún lugar para ver exposiciones, siempre tratando de crecer porque siento que estoy grande pero todavía estoy crudo, sobre todo cuando veo a los grandes maestros y siento que estoy muy pero muy lejos”.
En cuanto a sus referentes explicó que “he sido casi autodidacta en el mundo del cómic, lo hablábamos mucho con Abel Soria, desde quinto año de escuela yo ya dibujaba para un periódico de San José y ahí recibía un sueldo por dibujar, cuando fui más grande vi unos cuadros que me fascinaron que eran unos retratos que me parecieron raros y mucho tiempo después aprendería que no eran descriptivos sino que eran abstractos y resultaron ser retratos del Taller Torres García”.
REFERENTES | Alpuy recordó que “mi abuela siempre me decía que había un pariente nuestro que había estudiado con un gran maestro y recién como a los 20 años pude conocerlo y era Julio Uruguay Alpuy que fue discípulo de Torres y por lo tanto mis referentes vienen del Taller Torres García, especialmente Horacio Fonseca, Alceu y Edgardo Ribeiro, incluso con Oscar Ribeiro, hijo de Alceu, pintamos algunos murales como en el Hospital de San José y en el Hospital Saint Bois”.
“Sin dudas que el Taller Torres es un gran referente, después otros seguramente como Barradas, Amadeo Modigliani y obviamente Velázquez, Rembrandt, Goya siempre en la pintura abstracta, la que no dibuja detalladamente una mano sino que con un par de manchas se lee que es una mano”, agregó.
Su experiencia artística va por “el naturalismo abstracto, el naturalismo descriptivo es el que se enfoca en el brillo de una uña y es más fotográfica esa pintura pero desde la fotografía hacia acá no le encuentro mucho sentido. Con Rodrigo Castrillo lo vemos, él era hiperfotográfico hacía trabajos muy fotográficos pero un día se aburrió porque se requería un virtuosismo extraordinario y mucha paciencia para lograrlo y ahora se está soltando. También tuvimos un gran maestro como Sergio Viera que nos ha guiado en nuestro camino y en esta muestra en San José y ojalá pueda ir también a Libertad”.
LA LIBERTAD | Es una búsqueda de libertad “el naturalismo abstracto nos resulta más liberador, no el descriptivo, admiro a quienes pueden hacerlo, pero yo no lo puedo hacer, porque se disfruta de la diferencia del tema, pero las soluciones son prácticamente las mismas en todas las obras en cambio en el naturalismo abstracto no es así, te sorprenden las soluciones nuevas que pueden aparecer, un mismo modelo no se pinta dos veces igual, si lo hiciera descriptivo sí, en lo abstracto uno elige otra mancha para arrancar otro desarrollo, otro gesto, resulta otro cuadro sobre el mismo modelo”.
Sin embargo aclaró que “uno busca la libertad, pero como decía Torres, las reglas liberan, si uno está haciendo naturalismo tiene que haber una proporción, unas medidas, no puedo dibujar un ojo en cualquier parte. Yo busco siempre lo más abstracto, casi llevándolo al cubismo a veces, me estoy soltando cada vez más aún en algunas proporciones siempre que generen ritmo a través del plano y puedo distorsionar un rostro pero siempre dentro del plano general, no a mi capricho, manteniendo el respeto por las dos dimensiones”.
Al mirar algunas obras Alpuy busca el sentimiento que una pintura le genere, “primero que nada miro el color, la estructura pero lo primero es que me conmueva, la conmoción pura, que me llame o no me mueva; por ejemplo una vez en Buenos Aires vi pinturas de Modigliani que me conmovieron hasta las lágrimas, me puse a llorar” y agregó que “fue muy loco porque me cruzaba las líneas rojas que había en el piso y sonaban las alarmas y los guardias me querían echar porque yo quería ver más de cerca cada cuadro y en determinado momento sin darme cuenta estaba tan cerca del cuadro viendo los trazos de lápiz debajo del óleo y las pinceladas y entonces me puse a llorar”.
Su búsqueda va hacia “los gestos de las pinceladas, las pinceladas deben tener cierta vida, cierta gestualidad y cierto ritmo que vayan por sí mismas, como pinceladas y a la vez como el buzo que tenga el personaje, uno puede hacer a alguien en un traje, pero ese traje, es algo duro o es algo con vida? Y yo a veces prefiero sacrificar lo más correcto a cambio de la vida del trazo”.
El pintor siente que “cuando uno da las primeras pinceladas es como una danza, ya uno no manda, es el cuadro el que manda, los colores se llaman unos a otros, aparece la armonía o melodía, es como una canción donde hay notas que no le caben”.
Finalmente sobre cuánto tarda en terminar una pintura Alpuy respondió que “puede ser una explosión rápida de media hora o 40 minutos o pueden ser meses. Hay cuadros que los he terminado después de años de dejarlos a un lado porque no me convencen y pasado un tiempo lo miro y encuentro lo que le falta o le sobra”.
La cita es el próximo viernes 30 a las 20 horas en la Casa de la Cultura de Libertad. El Eterno Retorno dará la oportunidad de descubrir y disfrutar la experiencia plástica de Marcelo Alpuy y Rodrigo Castrillo, entrada libre.
Por Jorge Gambetta.