Una de las buenas nuevas del final de 2022 fue la concreción de obras y la confirmación como balneario oficial del departamento a Arazatí. Eso ocurrió el 23 de diciembre, cuando fue inaugurada la caseta de los guardavidas, que estarán brindando su servicio a los bañistas hasta el 10 de marzo, como en los restantes balnearios josefinos.
Iniciado el año 23 y en un domingo de calor intenso, La Semana tomó rumbo hacia el novel balneario oficial, para conocer la nueva infraestructura instalada y conocer la visión de quienes se llegan hasta allí. Entrando por Rafael Perazza, a la altura del kilómetro 72 se ingresa al novel balneario, ubicado en un punto estratégico, que aún está en litigios judiciales y que es posible futura ubicación del polémico proyecto Neptuno.
Tras un camino de 25 kilómetros -como parte de las discusiones jurídicas, está el hecho de si es o no, un ramal de ruta 1-, se llega a una playa de Arazatí, más que cambiada. A mano derecha y a mano izquierda del camino de llegada a la bajada, hay estacionamientos para autos, los baños están ubicados frente a la bajada; frente a uno de los lugares destinados a estacionar, hay una hilera de parrilleros. Cada uno debe procurarse su sombra, ya que no hay protección natural del sol.
GUARDIANES | La bajada, de madera e inclusiva, lleva a unas arenas blancas pobladas de gente; domingo ideal para estar en la costa y así lo demuestra la gente que hay en el agua, sobre las 16 horas. En la caseta de guardavidas, ubicada al Este de la bajada, dos guardavidas vigilan el lugar.
En la mañana están hasta las 13 horas, descansan una hora y continúan hasta las 19. Como no hay transporte público hasta el balneario, deben contar con locomoción propia para concurrir a desempeñar su trabajo. Desde que comenzó la temporada, cuentan, no habían tenido ninguna intervención de importancia (que la tendrían pocos minutos después de hablar con La Semana), y mencionan que entre semana es muy tranquilo. “Hay cuatro o cinco familias distribuidas en la plaza”, dicen, pero agregan que después de las 17 horas, todos los días llega gente de la zona a bañarse. “Terminan de trabajar y vienen hasta acá”, dicen.
VISITANTES | Entre el público que camina por la playa, La Semana entabla conversación con una pareja originaria de la localidad de Suárez, Canelones. Cuentan que llegaron a Arazatí por primera vez. Conocen Kiyú, estuvieron allí, pero prefirieron continuar camino, buscando algún otro lugar más tranquilo y escucharon de Arazatí y hasta allí llegaron el domingo 15. Les sorprendió el lugar y también saber que recién comienza a explotarse como lugar turístico ese punto de San José.
Por supuesto que también están los que siempre vienen, los vecinos de Rafael Perazza y de Villa María, para quienes Arazatí ha sido el balneario de siempre y por el que han luchado, cuando se les ha querido prohibir el acceso (las luchas siguen abiertas). Al igual que los visitantes de otros lugares, todos hablan de la tranquilidad y lo llana que es la playa.
Al costado de los nuevos parrilleros, se ubica un pequeño comercio que vende pescado, productos de almacén y bebidas frías. Es una de las pocas opciones que hay en Arazatí. Su propietario tiene varias temporadas en el lugar y no ve grandes cambios respecto a otros años en relación a la gente que llega hasta allí.
COMERCIANTES | “Hay un poco más de gente, pero todavía falta promocionar mucho este sitio para que vengan más”, dice a La Semana, casi a los gritos, ya que desde un parlante ruidoso, se escuchan algunos clásicos de la música tropical uruguaya. Un cliente llega por pescado y la conversación se diluye, pero deja claro el comerciante que aún falta para que Arazatí sea más lucrativo para su pequeño negocio.
Pasadas las 17 horas del domingo, el tránsito del camino hacia Arazatí va en un solo sentido, hacia el sur, a la costa; vehículos y más vehículos pa
san hacia la playa, mientras el móvil de La Semana se retira del lugar. Confirma lo que dicen los guardavidas, Arazatí, después de las 17, “explota”.
Imágenes S. Parentelli.
Por Javier Perdomo.
