Elucubraciones

Elucubraciones semanales, edición 13/07/2021: «Al final, habrá nomás»

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Cuán agradecidos estamos todos los mortales que moramos por estos lares con los cálidos días que nos regaló el comienzo del séptimo mes del año, ése, que señalamos -casi siempre con razón-, como el más crudo cuando hablamos de temperaturas extremas. En probable que aproveche las elucubraciones para aportar unas brasas a la calidez de este momento que atraviesa el Uruguay de 2021, que pinta para dar más de una sorpresa a los despistados analistas del país de las vacas ajenas y los pingos de corto galope. Si me acompaña, tras el punto y aparte, vemos qué nos sale, queda invitada/o.

Inevitablemente le tengo que hablar de las firmas alcanzadas para habilitar el referéndum contra 135 artículos de la LUC, aunque a algunos de los críticos de la columna elucubradora, pueda molestarle que lo haga. Es que la cantidad de firmas alcanzadas supera todas las previsiones y ello motiva que reflexione, porque también en más de un momento dudé que las firmas estuvieran, pero al final estaban y van a sobrar.

El número final de rúbricas reunidas, supera con creces las míseras estimaciones que este escriba hacía. De pensar que era difícil conseguir las firmas, pasé a creer que se alcanzarían por lo mínimo y en los últimos días percibí que se llegaba con un número holgado, pero nunca estimé una holgura tal, de tanta contundencia, como suena ese 800 mil que anduvo circulando a última hora de la tarde del jueves, como número definitivo.

Mire, yo le voy a narrar una experiencia personal mínima, que no es indicadora de nada, porque es de acá a la cortita, en el micro-clima libertense, pero sí es demostrativo del ambiente que se vivió en el último tiempo. Por mi tarea, fui varias veces a los puestos de recolección de firmas a sacar fotos. Más de una vez, fui con el convencimiento de que tendría que esperar un buen rato para lograr sacar la imagen de alguien firmando. Pero eso no ocurrió en ninguna ocasión, cada vez que iba, encontraba gente estampando su firma, preguntando o dialogando con los que sostenían el puesto. Uno notaba una efervescencia especial, algo que iba creciendo, que concitaba el esfuerzo y la militancia diaria de muchas personas, de caras e ilusiones nuevas. Algo, en el mejor de los sentidos, se estaba cocinando.

Mire, yo siempre trato de ver lo particular para que las cosas se reflejen en lo general y le reitero que sólo puedo hablarle de las cosas que vi en Libertad (esto de la pandemia lo encierra a uno más que nunca), pero era evidente que algo estaba pasando, que la comisión nacional tiraba números que eran buenos, pero no suficientes y tampoco podían ser definitivos, porque la militancia seguía rascando por cada firma y era evidente que en las calles había aún muchas firmas que no estaban contabilizadas. Al llegar todas juntas a la sede del Pit-Cnt en los últimos dos días, lograron que el vaso se desbordara con creces.

Otro elemento distintivo de la campaña, por lo menos para este escriba de pueblo, fue la masiva presencia de jóvenes y mujeres en las mesas de recolección de firmas. No eran los militantes de siempre los que estaban en los puestos, por el contrario había mucha gente joven y en particular mujeres, mujeres jóvenes, muchas de ellas docentes, las que aguantaban los puestos. Mire, recuerdo una fría mañana de domingo que salí en busca de las fotos y en la plaza libertense, había un puesto con cuatro o cinco gurisas jóvenes “aguantando el mostrador”; seguí a la feria y tres profes jóvenes (supongo que ninguna de ellas mayor de 30), tenían también su puesto.

Por lo menos en Libertad, fue una campaña muy femenina y está muy bien que así fuera, porque a quién iban a convencer esos “radicales trasnochados” que algunos decían que serían los únicos que saldrían tras las firmas y que serían los responsables de hacer fracasar el proceso. Si usted le cree algo a este escriba de pueblo, se lo confirmo, la campaña fue creciendo desde abajo hacia arriba, desde la gente a la dirigencia.

Por supuesto que en estas instancias hay quienes ganan y quienes pierden y en este caso el gran ganador es Fernando Pereira, quien desde la Presidencia de la central obrera, se puso al hombro la campaña durante los pasados seis meses, promoviendo la recolección de firmas y reuniéndolas él mismo en distintas jornadas por todo el país. También resulta ganador Rafael Michellini, que perdió su cargo en la estructura del FA, a causa de una especie de “fake news” en la que cayó Javier Miranda, pero que le sirvió para ganarse la simpatía de los militantes pro referéndum, que entendían que se necesitaba una actitud más activa de la dirigencia política, que había decidido involucrarse en el proceso.

Y ya que estamos, el tocayo Miranda, si me permite, creo que entra en el cuadro de los perdedores, porque nunca pareció convencido del referéndum (al menos eso le pareció a este escriba), y queda por ello igualado con todos aquellos que auguraban que las firmas no iban a estar, pero al final estuvieron.

Ya que estoy, le paso a comentar que un error de percepción que tuvo el gobierno fue de realizar el acto de homenaje a los científicos honorarios el mismo día en que se entregaban las firmas en la Corte Electoral. Si la idea inicial era eclipsar informativamente a la comisión pro referéndum, el número de firmas reunidas, eclipsó por completo la actividad protocolar que se realizó en el Sodre, del que apenas vi unas imágenes dispersas, pero que percibí que tuvo menos emotividad que una carrera de tortugas y escaso interés concito.

Es la primera derrota comunicativa que tiene el gobierno, que hasta ahora había logrado alinear a la televisión de forma tal que siempre salía bien parado, pero en esta ocasión no ocurrió eso y lo que se preveía como un espacio de lucimiento presidencial, pasó casi desapercibido.

Quizás fueron las firmas o quizás simplemente fue que la gente no se creyó eso del homenaje a unos científicos que fueron sacados por el gobierno por la puerta de atrás, después de decirles que no los necesitaba más y que no les iba a hacer más caso en sus recomendaciones. Si me permite y no se me enoja, respetándolos por el conocimiento entregado al país, no entiendo por qué se dejaron “homenajear” luego del trato que recibieron.

Pero bueno, déjela por ahí. Es mejor irse despidiendo, dejar que los hechos reposen y volver a pensar en que un mundo mejor sigue siendo posible, dentro de siete días, porque ahora nos gana la vorágine del día a día y más que vivir vamos cumpliendo plazos, más que viviendo. Será hasta la próxima entonces, ya sin duendes de las imprentas, pero pendientes que no se nos corte la internet. Hasta la próxima.

 

Por Javier Perdomo

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