Llegando ya el final de octubre, la columna elucubradora arriba a su edición 40 del año 23. Tantas cosas se han dicho acá que ya no sabe uno hacer síntesis de sus propios pensamientos. Por eso lo mejor es seguir dejando que las manos me conduzcan sobre el teclado y permitir que la mente sea la que ordene los sentires a estampar en el papel. Si así le parece, empezamos una nueva edición de este espacio semanal, que aunque sea rebuscado nunca deja de decir algo diferente a lo esperable de un escriba de pueblo. Empecemos, si le parece bien.
Disculparán los seguidores no libertenses de esta columna, pero es necesario que ponga en contexto todos los comentarios auto-halagadores que se dijeron los oradores del acto del miércoles 25 en ocasión de firmarse el convenio para realizar la obra de cerramiento y climatización de la piscina de la Plaza de Deportes de Libertad.
Lo debo hacer porque en el rol de periodista que asume este escriba de pueblo, sigo el “caso piscina” desde el día cero y debí escuchar un mundo de inexactitudes que vale la pena aclarar, aunque me siga ganando enemistades.
Como le dije, sigo el asunto desde el principio, desde el día en que en una reunión de una Mesa de Convivencia Ciudadana en el salón parroquial, allá por el año 2008, con la presencia del hoy ministro Falero (Secretario General de la comuna en aquella oportunidad), el entonces director de Deportes del Ministerio de Turismo, Deportes y Juventud (hoy solo Ministerio de Turismo), Ernesto Irurueta, anunciaba que la cartera había depositado seis millones de pesos para realizar esa obra. Por supuesto que aquella era una buena noticia para la ciudad y así fue destacada en el medio que nos sostiene.
Dejó claro el jerarca ministerial que participaba de la reunión en Libertad que ese dinero (una suma muy importante en aquel tiempo), era el necesario, el suficiente, para concretar un proyecto estándar de cerrado y climatización, como los que ya estaban en curso en otras localidades (recuerdo que manejó como modelo uno que se realizaba en barrio Ituzaingó, de Montevideo). Digo esto porque en la firma del convenio del otro día, el ministro Falero quiso relativizar la cantidad de dinero que se depositó en 2008 (además, manejó mal el año, dijo 2014), pero no, aquellos seis millones eran para hacer toda la obra y no para empezarla.
Es decir, la piscina pudo estar cerrada y climatizada para 2009 o 2010, si hubiese habido voluntad política de hacerla. Desde el propio anuncio, el intendente de la época, el inefable don Juan Chiruchi, jugó a la mosqueta con dinero de todos los contribuyentes; que es mentira (en la reunión del salón parroquial Falero había reconocido que la plata estaba), que yo no tengo ninguna plata, que esto y que aquello, decía Chiruchi. En realidad, todas esas vueltas, eran porque el Intendente no quería hacerse cargo del costoso mantenimiento de una piscina climatizada.
Uno, que tiene por función en la sociedad dudar de todo lo que se le dice, siguió consultando y se encontró con alguien que le facilitó los facsímiles (la vieja y querida fotocopia), de los cheques (el dinero electrónico era cosa de ciencia ficción aún), que el Ministerio le había depositado a la comuna. De allí en más, no se pudo negar la existencia de esos fondos (después del acto del 25, recibí algún mensaje reconociendo ese trabajo periodístico), pero sí se le siguió dando largas al asunto, por lo que aquellos famosos seis millones de pesos se fueron devaluando y entonces sí, ya dejaron de ser suficientes para hacer la obra para la que fueron destinados en un principio.
Después vino todo lo que ya sabemos, chicanas políticas, gestiones, la formación de comisiones y mil y una declaraciones de buenas intenciones para conseguir el dinero que faltaba (que en la medida en que pasaba el tiempo, era más). Ahora se anuncia una inversión de 700 mil dólares y se tiran loas unos a otros, pero como buen memorioso que es uno, debo dejar asentado en esta columna semanal que Libertad podría tener la piscina cerrada y climatizada desde, por lo menos, 2010. La voluntad política de las entonces autoridades departamentales fue trancar y tanto se trancó que demoraron 15 años en recién firmar un acuerdo para hacer la obra; con suerte, habrá piscina cerrada y climatizada en 2025.
Un último comentario que quería hacerle es reivindicativo de una figura, porque en el acto del miércoles 25 se habló de lo que hicieron algunas personas por destrabar la cuestión politiquera que impedía avanzar con lo proyectado, pero se olvidó a otros -estoy casi seguro que a propósito-, por lo cual me encargo desde esta columna de mencionar el empeño puesto por el ex concejal frenteamplista Gonzalo Rodríguez durante el período que ejerció ese cargo, siendo directo responsable de la conformación de la comisión de vecinos que machacó para llegar al punto en que se está hoy, en el que parece que la obra se hace.
Después llegará el tiempo de las inauguraciones, de los cortes de cinta y de las fotos sonrientes de todos los actores participantes; oiremos nuevas loas de los unos hacia otros, pero nunca hay que olvidar que todo hubiese sido más fácil con una pizca de voluntad política. No la hubo y eso debe uno decirlo, porque para eso trabaja el verdadero periodismo, para decir lo que se comprueba aunque moleste a los poderes de turno y de paso, ser memoria activa de la comunidad de la que se es parte.
Pero bueno, dejamos un breve espacio final para hablar de otros asuntos, para que los lectores no libertenses de su periódico no se sientan olvidados. “Comenzó la desbandada” podría ser un buen título para esta columna si lo que se estampará a continuación fuera el tema central de ella.
Por disposición constitucional, un año antes de las elecciones nacionales, aquellos directores de entes autónomos y servicios descentralizados que quieran aspirar a cargos electivos en esa instancia, deben renunciar a sus cargos y la verdad es que el pasado viernes quedaron un montón de cargos vacíos, que deben ser llenados de apuro por el Parlamento y el gobierno.
Robert Silva dejó la ANEP, Gabriel Gurméndez dejó Antel, Pablo Abdala el INAU, la cabildante presidenta del INISA Rossana de Oliveira, también representantes de la oposición como Edgardo Ortuño en OSE y muchos más que no se detallan por su extensión (como decían los viejos avisos de remates), ya están fuera de sus cargos, preparándose para competir por las 99 bancas de diputados y las 30 de senadores.
Usted y yo ya estamos aburridos de las campañas electorales en las que los partidos declaran y recontra declaran que las empresas del Estado y los servicios descentralizados no pueden servir para catapultar campañas políticas personales de los directores, pero al final llega la siguiente campaña y todos están en la primera fila de las candidaturas.
Parece que la próxima no será la excepción, el tema es que uno se pregunta qué tienen para exhibir como logros algunos de los futuros candidatos, porque la verdad sea dicha. Pero bueno, eso será la ciudadanía en general la que deberá decidirlo, uno se encarga de pinchar globos nada más.
La columna elucubradora se queda por acá en esta semana. Ahora sí, vueltos a la normalidad, en siete días estamos de regreso otra vez para seguir poniéndonos a tiro con este tiempo que nos toca transitar. Nos vemos entonces.
Por Javier Perdomo.