En el tema de la alimentación, se alzan muchas voces que ofrecen sus diferentes enfoques al respecto. La realidad de estos tiempos, marca una tendencia, que tiene que ver con el constante cambio que en esta materia, se vienen dando en todo el mundo.
Esos cambios se dan con todo el circuito productivo, desde la producción, la elaboración y la multiplicidad de combinaciones de los alimentos procesados. Las grandes firmas que se dedican a la producción de alimentos, desarrollan un negocio altamente rentable, donde lo que se busca, es obtener buenas ganancias a través de productos de bajo costo para el consumidor final, y sobre todo, de fácil acceso.
En esto, se entiende que lo que falla, es la calidad de ese producto final, el que muchas veces, en una producción estandarizada y a un ritmo demasiado acelerado, que pierde lo más importante de un alimento, que es su poder de saciar el apetito, nutrir y prevenir enfermedades. Por ello, en la actualidad, la alimentación dista mucho de los estilos de vida de generaciones que crecieron con la comida que se disfrutaba en familia, casera y fresca. Nos hemos quedado sin tiempo y lo rápido e instantáneo, ha ganado la batalla.
OTRAS MIRADAS | Son muchos los que intentan reivindicar la gustosa y fresca comida elaborada en casa, con ingredientes sanos y nutritivos, sin conservantes químicos ni aditivos. Uno de ellos es el cocinero Michael Pollan, el que busca a través de sus trabajos, mostrar la otra cara de lo práctico y rápido que llevamos a la mesa cada día.
Autor de varios best sellers, Michael Pollan expone los cambios que se han dado en los últimos tiempos, la importancia de alimentarse de forma adecuada y el por qué se debe volver a la comida elaborada en casa y desechar cada vez más, los envasados y comidas rápidas que se nos ofrece. Es un promotor de la buena alimentación y director del programa sobre periodismo científico y medioambiental en la Universidad de Berkeley, en California y lleva más de 25 años escribiendo artículos y libros sobre los platos que comemos y los huertos y las granjas donde cultivamos o criamos nuestros alimentos. Según Pollan, nuestra forma de comer ha cambiado más en los últimos 50 años, que en los 10.000 años anteriores.
Entiende que se debe revisar la forma en que nos alimentamos, para lograr un verdadero cambio y evitar así, muchas de las enfermedades actuales. “Nos alimentamos mal y estamos demasiado expuestos a la comida “basura”, la que no sólo no nos aporta nutrientes sino que además, nos enferma”, dijo.
Además de analizar las razones, Pollan se dedica a aprender a cocinar y a desaprender los mitos que se han instalado, en especial aquel que asegura que ya no tenemos tiempo para cocinar y que comer sano es cada vez más inaccesible.
“Cocinar, hoy en día se transformó en un acto político, dijo Pollan, porque la desaparición de las habilidades culinarias nos deja a merced de las grandes corporaciones, que no cocinan con cuidado, con buenos ingredientes ni con amor”.
SUGERENCIAS | Explica Pollan que “la alternativa es la necesidad de volver a los productos normales, los de toda la vida, naturales, ecológicos, de proximidad y en todo caso mínimamente tratados: pues a mayor grado de procesamiento mayor riesgo de contener sustancias potencialmente nocivas”, asegura.
Afirma que “la industria alimentaria secuestra nuestra alimentación, abarata la comida procesada al punto que es la más rentable de los supermercados y confunde a la población sobre las propiedades de los alimentos”. Agrega además que “la mayoría de las enfermedades crónicas occidentales, son el resultado de una mala dieta, la buena dieta es la mejor medicina”.
Su mensaje para una correcta alimentación es “coma comida, no demasiada, y plantas en su mayor parte”.
Frente a la dieta occidental, propone el regreso a las raíces, a la cocina de nuestros antepasados. “La cocina cargada de sentido que hemos conocido a través de nuestras madres y abuelas es cultura, no algo que se improvise, es el resultado de mucho trabajo, de muchos, en muchas partes y durante mucho tiempo, una sabia elección de qué comer y cómo combinarlo, prepararlo“.
Pollan entiende que es importante no comer demasiado, a pesar de estar rodeados “con tantas tentaciones”. Otra de sus sugerencias, tienen que ver con cómo comemos. “Las personas tienden a comer más sano cuando comen juntas. Rara vez experimentan episodios de voracidad cuando hay otros en la mesa. Los modales ayudan. Sin embargo, comer en la mesa, sobre todo, le devuelve su papel social fundamental”, dijo.
El cocinero explica que su quiebre fue cuando visitó por primera vez una fábrica de papas fritas y un establecimiento de engorde de ganado en California. A partir de ese momento, cambió su visión sobre la actual alimentación, “me di cuenta de que la mayoría de la gente no tiene la menor idea de dónde provienen sus alimentos. Las imágenes que se utilizan para vender, no tienen nada que ver con la realidad (gigantes feedlots y granjas mecanizadas)”.
No es contrario a que la gente coma carne, pero que se haga de forma responsable. “No tengo nada en contra de la carne, excepto que comemos demasiada para nuestro propio bien y para el bien del planeta. Pero creo que hay una diferencia enorme a tener en cuenta: si la carne está alimentada con pasto o con granos en corrales de engorde, algo que es cada vez más frecuente. Esto tiene enormes y terribles consecuencias, tanto para el medio ambiente como para la salud de los que comen”, dice.
Hace referencia además, a las incontrolables plantaciones de soja que existen hoy. “Los tremendos monocultivos de soja tienen el problema de ser insostenibles. Con el tiempo, los herbicidas van a fallar, el mercado va a fallar, y los suelos se van a agotar. La diversificación es crucial”.
Pollan intenta reivindicar el acto de cocinar, una actividad que “se remonta al origen de nuestras culturas, nos define como seres humanos, configura un momento familiar y produce placer”, agrega el especialista.
Por Yudith Píriz.
