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La importancia de dormir bien según la ciencia

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Los momentos dedicados al descanso, son fundamentales para mantener un buen estado de salud, ya que actúan como reparadores y reguladores del organismo. Pero aún más importante que dedicarle las horas necesarias al sueño, es adecuarse a los ritmos biológicos que el organismo requiere, para llevar adelante la reparación correcta.

Desde diferentes investigaciones se asegura que dormir en las horas adecuadas, permite mantener los ciclos internos equilibrados y por ende, evitar muchas enfermedades.

Se ha comprobado que alterar el reloj biológico trae serias consecuencias, que pueden ir desde episodios de fatiga, angustia, depresión y en ocasiones, patologías muy graves.

Es importante saber que los estados de vigilia y de sueño, necesariamente deben sucederse de forma armónica y complementaria, como forma de que dicho mecanismo produzca un equilibrio reparador. Acerca de este tema, la ciencia ha podido demostrar que el descanso es un pilar fundamental que, sumado a la correcta alimentación y el ejercicio, ayudan a potenciar la salud.

 

EQUILIBRIO | Para ayudar a que el organismo desarrolle correctamente sus ciclos naturales, respetar las horas de sueño, permite mantener el equilibrio adecuado en todas las funciones del cuerpo, tanto física como psicológica y emocional.

Los diferentes procesos cognitivos que se desarrollan en toda persona, necesitan de las horas de descanso pero más aún, dentro del horario que permiten que se active la capacidad innata para relajarse y auto repararse. El sano equilibrio entre horas de sueño y vigilia, es fundamental para acompasar los ritmos internos del organismo.

Según especialistas en el tema, respetar esos momentos genera muchos beneficios. Como decía el viejo dicho popular, “la noche se hizo para dormir”, parece que después de tantos años y estudios realizados, esto se ha podido comprobar científicamente.

Se ha demostrado que escuchar al organismo y obedecerle cuando éste pide descanso, es fundamental no sólo para la salud física sino también la psicológica y emocional. No en vano, se lo considera una terapia fundamental para la curación y recuperación de enfermedades, mejorando además la resistencia ante complicaciones. Es necesario también como generador de estímulos que permiten aprender y recordar procedimientos y habilidades, así como para tener la capacidad para aprender nuevas.

Pasar por alto el reloj biológico, trae desequilibrios importantes. La falta de sueño puede causar cambios en la función cardiovascular, el metabolismo de la glucosa, la resistencia a la insulina, la elevación de la presión sanguínea, diabetes, cáncer, el envejecimiento prematuro, la depresión y desórdenes gastrointestinales.

El sueño es un proceso inconsciente que se da a través de redes que trabajan de forma colectiva, biorritmos o ritmos circadianos. Cuando a estos ritmos circadianos se les permite funcionar sin obstáculos, reproducen los mismos patrones bioquímicos. El cuerpo depende de este sistema como un reloj interno, para manejar de manera eficiente el ciclo de despertar-dormir, lo que permite mantener un equilibrio mental, físico y emocional.

También se ha demostrado que la melatonina es una hormona que está en todos los seres vivos y su concentración varía según los ciclos diurnos y nocturnos. Se produce en la glándula pineal y participa en una gran variedad de procesos celulares, neuroendocrinos y neurofisiológicos. De no producirse la cantidad necesaria de esta hormona, se altera el ritmo circadiano y puede provocar graves problemas de salud.

De acuerdo a los estudios, existen horas específicas de la madrugada, en las que estar activos, puede ser hasta peligroso. Al parecer los sueños, aunque no se recuerden, ejercen un poderoso papel en cuanto al bienestar, la memoria, y la capacidad de aprender.

Este aspecto determina que, dormir poco y mal, altera procesos metabólicos vitales.

 

ESTUDIOS| La cronobiología es la ciencia que estudia estos aspectos del sueño y a partir de ella, fue que se realizaron investigaciones con el objetivo de encontrar las principales causas que conducen a identificar cómo y a través de qué mecanismos actúa el reloj interno de cada persona.

A pesar de que el tema del reloj biológico ya había sido expuesto desde hace décadas por otros científicos, no fue hasta los trabajos de los estadounidense Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young, que trabajaron en experimentos desde 1984 en la Universidad Brandeis de Boston, que se pudo demostrar científicamente este mecanismo.

Con su trabajo, obtuvieron el premio Nobel de Medicina en 2017, corroborando así lo que se venía exponiendo en estudios anteriores acerca de la importancia de este mecanismo interno que controla los ritmos circadianos.

Tanto las plantas, como animales y humanos, comparten varias particularidades, entre ellas, la de adaptarse a cierto ritmo biológico, de manera que esté sincronizado con los ciclos de la naturaleza. Perder ese ritmo está asociado a un aumento del riesgo de varias enfermedades como el cáncer, enfermedades neurodegenerativas y trastornos metabólicos, como la diabetes tipo 2, además de trastornos del sueño y depresión.

El trabajo realizado por los investigadores, constó de aislar un gen llamado period gene (gen del período) en una mosca de la fruta.

Hall y Rosbash descubrieron que la proteína PER se acumula en el núcleo de las células durante la noche y que sigue un ciclo diario. Sin embargo, dicha proteína se produce en el citoplasma de las células y no se sabía cómo llegaba al núcleo. Para estos investigadores, aún faltaba algo por descubrir.

Fue Michael Young quien encontró la pieza que faltaba en 1994. Descubrió un segundo gen relacionado con el reloj biológico al que llamó timeless. Identificó la proteína TIM que dicho gen produce. Y demostró que la proteína TIM se une a la proteína PER de modo que, cuando están juntos, pueden entrar en el núcleo de las células e inhibir el gen period. Se descubrió asimismo cómo la luz solar ayuda a sincronizar el reloj biológico del cuerpo humano y cómo la exposición a un exceso de luz a horas inapropiadas, puede perturbar dicho reloj.

Así, se demostró que el reloj principal del cuerpo humano está formado por neuronas del núcleo supraquiasmático, situado en la base del cerebro y están directamente conectadas a las células que captan luz en la retina.

Los investigadores determinaron que el ciclo circadiano o reloj biológico de los seres vivos, es el responsable de que se sienta la necesidad de dormir por la noche y de que en el día, estén con una actitud de alerta, de actividad que comienza cuando está presente el sol.

En una entrevista realizada a Michael Young, éste declaró que es fundamental tratar de adaptarse a los ritmos circadianos y en lo posible, dormir de noche las horas necesarias. Explicó que el problema radica cuando los trabajadores desarrollan sus tareas en la noche. Lo que sucede en estos casos, es que las personas están expuestas a importantes desórdenes biológicos que, con el paso del tiempo, puede acarrear consecuencias en la salud.

Se ha demostrado que las personas que trabajan por la noche, están expuestas a diferentes patologías y desordenes debido a que la producción de la hormona melatonina tiene lugar en el cerebro durante la noche, después de que el organismo haya estado expuesto a la luz diurna. Pero este proceso se ve alterado en las personas que permanecen despiertas durante la noche, de manera que su organismo no dispone de suficientes niveles de este antioxidante natural capaz de proteger al ADN de daños celulares.

En muchas ocasiones no se tiene la posibilidad de elegir el turno de trabajo, por lo que para atenuar la situación, los especialistas recomiendan que durante sus horas de descanso, busquen ambientes tranquilos, aislados de ruidos lo más posible, así como de la luz, para que su sueño sea más reparador.

Para los casos en que se trabaje de noche, explican Young que “se da una situación muy difícil, porque estarán luchando contra la composición natural, biológica, que trata de mantener todos los relojes del cuerpo en armonía. Por lo tanto, si trabajas de noche tienes que actuar como si hubieras ido a una nueva zona horaria”.

A través de este trabajo de investigación, ganador del Nobel de Medicina, es que quedó demostrado que el organismo sigue un orden, tanto en efectos externos como en horarios. Así, el organismo humano se acerca a las leyes universales de armonía en el que los ciclos abarcan y comparten a todos los seres vivos, manteniendo una secuencia rítmica que es trascendente y que no tenerla en cuenta, provoca un desequilibrio del organismo en general.

Por Yudith Píriz,

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