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En el mes del libro, nos acercamos a autores singulares: Le Clézio y su vínculo con los «emberas» del Amazonas

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Mayo es el mes del libro en Uruguay y para comenzar con la celebración el próximo 26 de mayo, nos acercamos a algunos autores que le han dado una impronta distinta a su relación con la literatura. Ésta, fiel compañera de la humanidad de todos los tiempos, ha logrado demostrar que aún en los momentos de mayor incertidumbre, aportará una cuota de sorpresa y magia.

El libro ha sabido adentrarse en las problemáticas, en las teorías, en los acontecimientos sociales e históricos, en la concepción del ser humano y de la vida, hasta en la ficción que mucho se acerca a la realidad. Reivindicar la función que cumple el libro en tiempos invadidos por pantallas, podrá llevarnos a hurgar en ellos, intentando comprendernos a nosotros.

En la búsqueda de esas páginas que nos conmuevan y llenen la vida de significado, nos vamos a la literatura francesa para destacar el trabajo del novelista francés Jean-Marie Gustave Le Clézio, ganador del Premio Nobel de Literatura 2008.

OBRA | Le Clézio, dejó su huella con sus temáticas y con la forma de expresar sus ideas y emociones, lo que entendió la academia sueca, era necesario destacar en 2008. El escritor, nacido en Niza, tiene una importante trayectoria que comenzó cuando tenía apenas 7 años y que aún prosigue, llegando a escribir más de 30 libros entre historias cortas, novelas, ensayos y traducciones de la mitología india.

Su primera novela fue “Le procès verbal” (1963), escrita a los 23 años, con la que ganó el premio Renaudot de Francia, “El interrogatorio” (1964), “Las profecías de Chilam Balam” (1976), “Desert” (1980). Trabajó también con la literatura infantil y juvenil y entre sus novelas más conocidas están “El Africano” (2004) y “Urania” (2007). En 1994 fue elegido mejor escritor francés vivo por los lectores de la revista “Lire”.

En su trabajo, Le Clézio se ha destacado como un autor comprometido con la naturaleza y la ecología. “Terra amata” (1967) y El libro de las huídas (1969), reflejan esa temática.

Le Clézio pasó largos períodos en México y América Central. Desde la década de 1990 escribió  varias obras relacionadas con México, como «Diego y Frida» y «El sueño mexicano», y una sobre su experiencia con los emberas: «Hais».

En 2019, y con casi 80 años, al presentar su último libro, «Bitna bajo el cielo de Seúl», dijo que le queda mucho por escribir, «por lo menos 20 libros» y ha defendido la literatura como “algo que cura la locura y arroja luz”.

OPTIMISMO| El escritor analiza su convivencia con un pueblo indígena –los emberas-, que le enseñó mucho y le permitió ver otra perspectiva. Al llegar a Panamá, cuenta, se encontró con personas que motivaron su curiosidad: “iban con vestidos harapientos, como si fueran pobres, pero tenían en su aspecto una especie de orgullo, una manera de confrontarse con el ámbito muy moderno de la ciudad de Panamá que me llamó la atención. Estaban con la cara pintada de negro y azul y el pelo lacio y largo. Era un contraste extraordinario”.

Así fue, explica, que buscó conocer quiénes eran, para lo que debió buscar la forma de entender su lenguaje. “La forma literaria de los emberas es una complicación de la base del lenguaje cotidiano, que ellos simplificaron para que yo pudiera entenderlo. Me hablaban en una especie de pidgin, una mezcla de español y embera. Me dio la convicción de que las poblaciones que viven en la selva son muy elaboradas, que han sido capaces de llegar a un nivel intelectual muy profundo y desarrollado”, dice.

A pesar de esa dificultad, pudo comunicarse con ellos y saber que los emberas son una comunidad  que viven entre Colombia y Panamá. Cuenta Le Clézio que lo cautivó la gente y el lugar y se quedó con la tribu por tres años durante los que aprendió su idioma, conoció sus leyendas y costumbres. La experiencia le permitió aprender y entender la forma en que estas comunidades viven, intentando sobrevivir en un mundo que los desplaza y discrimina.

“Encontrando a los sobrevivientes de estas culturas, aprendí que estaban todavía muy vivas, que podían proveer otra manera de vivir, de entender el mundo y la sociedad humana por esa gran preocupación que tienen por la naturaleza, por su necesidad de protegerla. Las poblaciones indígenas son conscientes, siempre lo han sido, de que el mundo no es infinito, que es un mundo prestado a los humanos para que lo puedan aprovechar, pero con mesura, con razón”, dice.

Cuenta que su experiencia le dejó una gran enseñanza, un aprendizaje que cambió su visión del mundo, transmitiéndole una magia especial. Cree que es imperiosa una revisión frente a lo que éste y otros pueblos indígenas de América, tienen para ofrecer y cómo el respeto hacia ellos, es en parte, una forma de respetarnos como humanidad.

“Lo que me da mucha lástima y me preocupa, es que la situación económica de los emberas en Colombia es bastante mala (…). Ellos, que solían vivir en aldeas pequeñas o en casas aisladas, tuvieron que reubicarse en pueblos o en los suburbios de Bogotá y viven muy mal, en barrios pobres, en casas completamente precarias. Yo creo que no es un problema únicamente colombiano, es algo que debería de ser compartido por toda la raza humana, porque los emberas son parte de la raza humana y han sido menospreciados, han sido olvidados”, declara.

 

CRISIS SANITARIA | Todas las crisis, pero más específicamente en la actual, son buenas para acercarnos a otros valores, por eso dice el escritor que el respeto a los pueblos indígenas y a la naturaleza, es muy necesario reivindicarlo en estos tiempos.

Respecto a la crisis sanitaria, opina que es un tema de todos y que quedó mostrado que la humanidad es una, sin divisiones. Le Clézio opina que el Covid nos ha dejado algo positivo: “la necesidad de tener información y de conectarse con todos los países del mundo, con todas las comunidades humanas”, dice.

Entiende que por fin la raza humana pudo entender lo que muchos de los pueblos ancestrales tenían para decirnos y no quisimos escuchar y que tiene que ver con la cosmovisión, con la integración y la unidad para poder seguir adelante.

“Realmente es una especie de milagro: durante unos meses el mundo entero ha vivido bajo el mismo ritmo, con la misma angustia, miedos, las mismas preocupaciones, desarrollando una especie de interés civil por la población mundial”, dice y añade: “la única pregunta que debemos hacernos es ¿acaso hemos aprendido algo de esta experiencia? No estoy seguro de que hemos aprendido todo lo que hubiéramos podido, pero es un primer paso”.

Le Clézio expresa que el ser humano creyó en la supremacía sobre los sistemas naturales, esos que han existido desde hace 4700 millones de años, apoderándose de todo, sin pensar en su finitud y que el coronavirus vino a mostrarnos la realidad. Cree que lo que hay que mostrar es que, a partir de la pandemia, por fin podamos entender que los pueblos indígenas tienen mucho para ofrecernos. Su forma de entender la vida, su conexión con la naturaleza, su respeto hacia ella, sus especies y sus ciclos.

“Creo que es un fermento, una incitación a la resistencia de sus propias culturas, y pienso que estas culturas, que por mucho tiempo han estado en peligro de desaparecer, podrían ser culturas de un porvenir que no conocemos todavía. Podrían integrarse a nuestro porvenir y darnos a quienes vivimos en el otro lado, en el lado técnico de la vida moderna, soluciones y una especie de moralidad”, dice.

El escritor hace también referencia a las culturas orientales y su relación con muchas culturas ancestrales. “Lo que es curioso es que tanto el budismo como el taoísmo son filosofías que tienen muchos temas comunes con las culturas de los pueblos indígenas, respecto a la naturaleza, al hecho de que la vida es única, que no hay varias formas de la vida, sino una única forma. Y cada especie, cada ser que existe en nuestro planeta, es la encarnación de una parte de la vida, ese conjunto de vidas que forma la realidad del mundo. Esto creo que hasta ahora no ha sido entendido, por eso los animales son maltratados, por eso hay tantas diferencias sociales entre los seres humanos”, dice.

En 2020, cuando comenzó la crisis sanitaria Le Clézio escribió y grabó una carta para Izti, su nieta, para que la lea en 2040, al cumplir 20 años y la define como una carta de amor también a las culturas indígenas.

 

Por Yudith Píriz.

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