Variedades

Carl Honoré: «mezclar generaciones tiene un efecto mágico»

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Las diferentes generaciones siempre tienen mucho que ofrecerse mutuamente. Es sabido que en muchas culturas las personas mayores son referentes de sabiduría y son buscadas como esa fuente que sabe, que atesora experiencias vividas y que transmite a los más jóvenes, un apoyo y una mirada diferente a cada situación.

Vivimos en un sociedad que valora y sobredimensiona todo lo nuevo, dejando atrás lo que cumplió su ciclo, actitud que no merecería crítica si sólo se tratara de objetos materiales, pero no así cuando se involucra en esta selección, a personas. En ese caso, se convierte en una subestimación a las personas mayores.

Así, muchas personas mayores, discurren sus vidas entre abusos, destratos y una larga lista de actos que los van sumergiendo en la soledad, la depresión y el olvido. Este es un tema con el que todos convivimos a diario y que de una forma u otra, vemos.

Con las generaciones más jóvenes se viene haciendo un excelente trabajo en la protección de sus derechos, algo a resaltar, pero en el otro extremo de la vida, esos derechos muchas veces no son respetados y se vulneran una y otra vez, sin que se den cambios que defiendan ese momento de la vida. Muchos han hablado del tema y en esta ocasión, nos interesó el planteo que Carl Honoré intenta trasmitir.

 

LA EXPERIENCIA | Carl Honoré, es un escritor y divulgador nacido en Escocia, que ha escrito libros como “Elogio de la lentitud” (RBA- 2004), “Bajo Presión” (RBA- 2008) y “La lentitud como método” (RBA- 2013), entre otros. En el libro publicado en 2019, “Elogio de la experiencia” analiza y reivindica el valor de la experiencia, defendiendo el envejecimiento sin estereotipos, dignificando el cumplir años.

Según Honoré, cada tema que trabaja nace sobre algo que lo lleva a reflexionar durante un largo tiempo y que muchas veces es una auto terapia a través de la cual, intenta compartir sus historias. “Para escribir un libro no me encierro en un despacho durante dos años, todo lo contrario, como periodista que soy me lanzo a la vida, me gusta salir, palpar, sentir… Escribo para ubicar las preguntas clave”, dice.

Con “El elogio de la experiencia”, busca tirar por tierra el concepto de “edadismo”, lo que para él es una forma de discriminación basada en los estereotipos que tiene la sociedad relacionados con la edad y que termina limitando el disfrute de una vida plena y feliz.

Opina Honoré: “Creo que a nivel colectivo sería necesario sacar nuevas leyes e implementar las ya existentes contra el edadismo para que no sea tan fácil discriminar a las personas por su fecha de nacimiento… Es el momento de lanzar una campaña publicitaria a nivel mundial, contra estos estereotipos del edadismo, como en su momento se hizo contra el sexismo o el racismo”.

Según Honoré “hay que reconectar las generaciones y mezclarlas, porque a menudo vivimos en una burbuja de coetáneos y lo que se consigue con esto es reforzar los estereotipos. No hay nada mejor para ‘matar’ los estereotipos que conocer a las personas que son estereotipadas”.

Sus investigaciones lo han llevado a decir que no se le da el lugar que merecen las personas mayores y que es un gran error ya que representan un doble beneficio, siendo de gran ayuda para el adulto y para las generaciones más jóvenes, que pueden obtener un referente y ese impulso para seguir adelante pese a las adversidades. “Existen millones de personas con edades que superan la edad de jubilación y que están mostrando al mundo que con una buena actitud, una buena mentalidad y un poco de suerte cada edad puede ser maravillosa en aspectos como el amor, la aventura, la alegría, y estas versiones nada tiene que ver con los estereotipos tristes del pasado”.

La discriminación existe en todas las áreas de la vida, pero recae sobre ciertos sectores de la población. Algunos empiezan a cambiar lentamente, otros como es el tema de la edad, ha debido recorrer un largo camino que aún hoy, no ha experimentado grandes cambios.

El escritor opina que “es fundamental cambiar el lenguaje hacia un uso más positivo, en aspectos relacionados con la edad, porque todavía empleamos tantas frases edadistas que hacen más grande el mito de que el envejecimiento es sinónimo de decadencia”.

En el caso de la actividad laboral, entiende que se sigue con la idea de que la eficiencia de una empresa, muchas veces depende de la edad de sus trabajadores. Ante esto, Honoré cree que se trata de no entender lo beneficioso que los mayores aportan en sus lugares de trabajo. “Está interiorizada la idea equivocada de que pasada determinada edad, todo va cuesta abajo y que estos empleados son menos productivos y que su aporte y contribución es menor. Son muchos los estudios que demuestran lo contrario, pero una cosa son estos estudios y otra muy distinta es la realidad”, dice.

Cree que la edad trae no sólo experiencia sino también otra forma de entender el mundo y sus problemas. Es esa experiencia la que aporta salidas o alternativas a muchas situaciones. “A diferencia de lo que se nos ha hecho creer, la productividad aumenta con la edad, sobre todo en trabajos que requieren buenas habilidades sociales, que mejoran con los años. Somos más capaces de trabajar en equipo. Y a medida que avanza la inteligencia artificial se abren espacios a las personas con mayor inteligencia emocional, lo que representa una ventaja para las de más edad”.

“A mi modo de ver hay un coctel de razones para tener ese culto a la juventud. Entre ellas, porque la muerte puede suponer una circunstancia más pesada y la juventud representa cierta distancia respecto a ésta. Tampoco hay que olvidar que en una época postindustrial, hemos puesto sobre un pedestal lo novedoso, privilegiándolo en el mundo laboral y en la economía consumista”.

Para Honoré, es necesario mirar a los mayores con otros ojos, encontrar una nueva forma de aceptar y apreciar el paso del tiempo, porque en definitiva, también los jóvenes lo experimentarán. “Vemos el envejecimiento como algo que les pasa a otros, pero estamos envejeciendo desde el momento en que nacemos, aunque tratemos de dejar esto al margen”, dice.

OTRA MIRADA | En su libro, Honoré expone otra forma de vernos como personas finitas, para desde ese lugar, apreciar y valorar cada momento y cada experiencia vivida.

Invita a los jóvenes a disfrutar de esa etapa de la vida, siempre conscientes de lo que viven. “Quiero también que las personas de 20 años puedan vivir de una forma más consciente y contemplen la vida como un viaje en el que cada etapa tiene puntos negativos y positivos, con la mirada puesta en el horizonte, sabiendo que hay un final”. De esa forma, entiende, será más atractivo el viaje y cada momento será único.

Para el escritor, envejecer como proceso natural, puede ofrecer mucho más de lo que se ha mostrado. Las experiencias y los años vividos, terminan atesorando una capacidad especial para enfrentar conflictos y apostar a superarse.

Explica Honoré que en todas las investigaciones realizadas para su libro, estuvo la visita a un hogar de adultos mayores en Holanda. Al respecto cuenta: “una de las que más me impresionó fue en una residencia de ancianos en Holanda en la que viven también jóvenes. Mezclar generaciones tiene un efecto casi mágico para rebajar el edadismo: los jóvenes contemplan de otro modo su vida y su futuro, y los mayores también”, dice.

Para el escritor, en la sociedad actual, se contempla a las personas mayores por fuera de los círculos sociales o laborales, a lo que entiende, se está perdiendo una riqueza intergeneracional. “Antes las generaciones se mezclaban naturalmente, mientras que en el mundo moderno se han creado círculos cerrados y se mantienen menos contactos con personas de otras generaciones, aunque el beneficio del contacto intergeneracional es enorme para todos”.

Para Honoré, a cierta edad, se vive intensamente la vida y se van dejando atrás muchas ataduras. “Esto explica la curva de la felicidad en forma de V de una persona: empezamos en un nivel alto de felicidad durante la niñez, que después va cayendo, y vuelve a remontar hasta tal punto que el grupo demográfico que experimenta los niveles más altos de felicidad son las personas de más de 55 años, lo que también va en contra de la imagen que tenemos de los viejos siempre tristes, enojados y deprimidos”.

“A los 20 y a los 30 años estamos atados a las expectativas que los demás tienen sobre nosotros. Librarse de esa carga es un regalo de los dioses. Te da libertad y ligereza, y te permite abrazar tu propio camino, una de las cosas más bonitas de hacerse mayor”, dice.

Por Yudith Píriz.

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