Cuando en alguna época estudié gramática, distinguíamos los verbos regulares de los irregulares; con un poco más de dificultad, los transitivos de los intransitivos, las perífrasis verbales. Las reglas para el uso de participios y gerundios.
Reconocíamos, a veces, los giros verbales propios de un autor, en especial de un poeta, porque nadie más que Federico García Lorca podía usar así este pretérito imperfecto: “Por el olivar venían, / bronce y sueño los gitanos…” Ni soñar como Antonio Machado: “En estos campos de la tierra mía/ y extranjero en los campos de mi tierra…”hasta llegar al indefinido: “yo tuve patria donde corre el Duero…”. No confundíamos el presente de Pablo Neruda: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche…” Ni el compuesto de Miguel: “Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma, tan temprano…” Un poema de Vallejo nos hacía detenernos también – por exquisitez del profesor Anglés – en verbos gramaticalmente incorrectos: “Le pegaban duro sin que él les haga nada”, imponente en cuanto a expresión. Y claro que disfrutábamos de comprobar las herencias castellanas o las herencias gauchescas. Cómo negar al Martín Fierro en Neruda, entonces: “Yo no tengo en el amor/ Quien me venga con querellas;/ Como esas aves tan bellas/ Que saltan de rama en rama/ Yo hago en el trébol mi cama/ Y me cubren las estrellas”.
Incluso llegamos a distinguir cómo algunos verbos parecen privativos de una situación humana. Porque hay verbos para enamorados. Otros que son para la guerra. Los hay para empresarios, para comerciantes, para mujeres maltratadas. Hoy predominan los que son… Para gobernantes.
Hoy observo que nunca estudiamos –ni los consideré en tantos años de dar clases–, a los verbos virósicos. Los que, sin embargo, existen. Aunque, tal vez, nacieron hace poco.
Desde los primeros días de marzo, a ninguno de nosotros le llamó la atención la reiteración del verbo expandir: “El virus se expande por distintas regiones de China”. “Se ha expandido de forma preocupante”. Ya no es un imperio el que se expande; es el virus. A diferencia del imperio, no sabemos qué quiere, cuánto avanza, cuándo se sentirá satisfecho. Pero, ese verbo, cuyo uso no evadió una conjugación normal, ya comenzó a oírse y leerse menos. Rápidamente está sufriendo del olvido lingüístico, y va siendo sustituido por un novedoso “Aglomerar”. Veamos algunos ejemplos.
En un aviso de llamado a una buena conducta social: “Recomendamos a la gente que no se aglomere”. Usado para la información periodística: “Los clientes se aglomeran en las farmacias…” “Si el público continúa aglomerándose las condiciones higiénicas se perderán”. O en un anuncio oficial más perentorio: “No se aglomerarán porque no lo permitiremos”, sustituyendo las acciones correctivas de las que tanta añoranza parecía adolecer el Ministro del Interior. Por ahora, “Aglomerarán” nos parece un giro triste del idioma. Dentro de un tiempo, quizá sintamos toda su carga amenazante.
Pero observen ustedes, si no han prestado atención, otros giros con un uso recién estrenado: “Las facilitaciones se producirán inmediatamente de corroborar…”
“La gente se cuarentenó a sí misma gradualizando las medidas.” ¡Sí, lectores: “Se cuarentenó”! Lo dijo Álvaro Delgado, secretario de Presidencia (entre dos usos novedosos, confieso que el que oí fue el citado. Me mencionaron también, “acuarentenó”. Pero… ¡Vaya por la diferencia!
Prueben ustedes e intenten anotar estos nuevos giros virósicos. Creo que comprobaremos cómo no han atacado solamente a nuestro “sistema expresivo verbal”. Ya hay muchos sustantivos y muchísimos adjetivos a los que el virus viene invadiendo para transformarlos. Por ejemplo: “Es “presuntivo” que el virus avance con mayor rapidez en las próximas semanas”; también made in Delgado. «No quiero ser catastrofista» pero se hace necesaria la «mostranza de autoridad»… «Gracias por poder interlocutar». De entrevistas varias.
Este artículo no pretende ser otra cosa que una propuesta “bastante”’ pedagógica de un novedoso entretenimiento. En estos días tan desconcertantes puede contribuir a evitar que nos ‘aglomeremos’, puede hacernos más pasable la “acuerentenada” y evitarnos ser “catastrofistas” ni “presuntivos”. Podemos “interlocutar” tranquilamente.
Aporte de Mirtana López.