La falta de respuestas que vivieron las 14 personas que viven en el complejo de apartamentos del Banco de Previsión Social (BPS), ubicado detrás de la escuela 86 en el barrio INVE, tras el fallecimiento de uno de los residentes, llevaron a que una de ellas hicieran una publicación en redes sociales que desembocó en una inmediata respuesta de parte de las autoridades del organismo y una visita de este medio al edificio de dos plantas que permite acercarse a la forma de vida en el edificio en el que pueden residir hasta 17 hombres y mujeres.
En un ameno diálogo mantenido con La Semana, las y los residentes del complejo contaron lo que vivieron hasta hace unos días atrás. Hasta hace dos meses y medio, en uno de los apartamentos (eran 15 los ocupados), vivía un hombre que estaba casi en la indigencia y en el departamento en que residía, se notaba su deteriorado estado. Dicen que tenía el conocido mal de Diógenes, acumulaba basura en su casa.
Luego de dos días de no verlo, fue que solicitaron la presencia de la Policía y al ingresar se encontró al vecino fallecido. Una vez retirado el cuerpo, se procedió a tapiar la puerta, a la espera de una reparación por parte de las autoridades del BPS, que fueron comunicadas de la situación de inmediato. En ese momento, comenzó lo peor para los residentes del complejo.
Es que del departamento abandonado, salía un olor muy fuerte y las pérdidas de agua perjudicaban la vivienda ubicada en frente (hacia la cual corría un chorro de agua), y a la de abajo por la humedad, provocando el desprendimiento de pintura y revoque.
Por supuesto que al ver que no había respuesta insistieron ante el BPS, hablaron con una o dos asistentes sociales del banco, pidieron ayuda a la Intendencia, les dijeron que el BPS ya lo iba a hacer, pero desde el banco no llegaban noticias, por más que había personal de una constructora acondicionando los dos apartamentos que en estos momentos están sin ocupar.
DENUNCIA | Superados por la situación, una de las residentes decidió que era tiempo de hacer pública la problemática y decidió hacerlo mediante una publicación en sus redes sociales, en la cual con sus palabras y con la emotividad que implica ser parte del problema, contaba lo ya narrado en esta crónica.
La residente en el edificio del BPS, tras explicar lo ocurrido decía estar preocupada porque allí “se comparte un mismo pasillo en el que todos estamos expuestos a lo que pueda salir de esa vivienda, que es como un basural”, para luego expresar que ya no podían seguir de esa forma, “expuestos a enfermedades respiratorias o virales. Todos somos mayores y con nuestros problemas de salud”.
“No encontramos otra forma de hacer llegar a quien pueda hacer algo, que hacerlo por acá. Ya se ha hecho reiteradas veces. Hoy (el día del posteo), se fue al BPS, donde nos dijeron que la casa ya había sido limpiada, cosa que no es verdad, sólo con ver el balcón ya se dan cuenta que está todo igual que cuando falleció el señor. En nombre de todos los vecinos queremos solución”, decía la publicación que contaba con la firma de la mayoría de los residentes (Laura Durán, Luis Fonseca. Graciela Yones, Eclers Sellanes, Isabel Morales, Mabel Vigniole, Waldemar Moré, Orlando Laborde, Orfilia Olivera y Gadea, además de Isabel Remedios, que realizó la publicación).
“Nos tenemos que cuidar entre nosotros y creo que este es un derecho que tenemos todos, de reclamar por la horrible situación que tenemos hace dos meses y medio”, culminaba diciendo lo escrito por la residente.
Y la solución apareció con mucha rapidez, porque al otro día que se comenzó a compartir lo publicado, los trabajadores que estaban reparando los otros apartamentos dejaron esa tarea y entraron, “tapados como en la época de la pandemia”, según contaron los residentes que hablaron con La Semana, para sacar todas lo que el hombre fallecido había acumulado allí. Dicen los vecinos que el water, lo sacaron de cuajo, lo metieron en una bolsa y se lo llevaron.
Este medio estuvo el viernes en la mañana en el edificio. Reunidos estaban casi todos los residentes, porque esperaban a funcionarios que concurrirían a hablar con ellos. Tenían expectativas de decirle muchas cosas a quien llegara, pero al final los que llegaron eran funcionarios que concurrieron a contarles sobre los planes de crédito que tiene el banco y sobre las prestaciones de salud; sin embargo, algunas de las cuales comentaron a La Semana.
CHARLA | La residente más veterana en el lugar hace 24 años que está allí (casualmente era la vecina de enfrente al indigente fallecido), hay otros que hace cuatro o cinco años que llegaron al edificio. La mayoría son de Libertad, pero también hay gente de Puntas de Valdez y Playa Pascual.
Están indignados e indignadas con el proceso que tuvieron que vivir con ese ex vecino. Dicen que avisaron muchas veces de su deteriorado estado de salud, pero nadie les hizo caso. Allí es que se preguntan y preguntan al entrevistador, “para qué están las asistentes sociales si no es para atender esas cosas”.
“Debería haber controles, cómo se usa el apartamento, que esté en buen estado, porque está en juego la salud de todos nosotros”, dice otra de las residentes, que además cuenta que el edificio tiene dos baños de acceso público a los que tampoco se puede entrar porque están en malas condiciones. Hay cocina y sala de uso múltiple, también la planta alta tiene un espacio común, “con mucho sol”, dicen las vecinas.
El grupo de residentes pretende que de parte del BPS haya mayor cuidado de las condiciones del edificio en el que residen. Realmente estaban envalentonados, en el mejor de los sentidos, esperando la presencia de jerarcas del banco el viernes para decirles todo lo que sienten, pero recibieron la presencia de mandos medios que nada sabían de los problemas de los que ellos esperaban hablar y se quedaron con las ganas.
A la despedida de este cronista, el deseo de suerte para sus reclamos y la acotación de uno de los residentes, oriundo de Playa Pascual: “suerte ya tenemos, al llegar a viejos” y recibe la sonrisa cómplice de todos los presentes.
