Llegar al predio del club de arquería Ceibo Blanco el pasado domingo 3 fue una experiencia verdaderamente distinta. Por un camino vecinal, a poco más de un kilómetro del 78 de la ruta 3, se encuentra este lugar que el pasado domingo se transformó en un campo de batalla medieval.
Al llegar uno se encontraba con una feria de los más variados productos, con música celta de fondo. Desde conservas caseras, hasta hachas de guerra, tal como las que se ve en las películas de época. Escudos, estandartes, toda la parafernalia de una feria de época se podía encontrar en esta particular actividad enmarcada en el Día del Patrimonio.
En un área abierta, se desarrollaba a su vez el concurso de arquería, donde uno podía encontrarse con los más variados atuendos de época. Desde bravas guerreras hasta temerarios soldados persas con arcos al tono a los disfraces.
En la mañana eran 30 o 40 los arqueros que participaban del concurso. Un locutor daba la señal y sonaba un característico corno medieval que significaba que todos los arqueros podían disparar sus flechas a los objetivos que cada uno, a distancia prudencial. Algunos eran móviles, pero la mayoría eran estáticos. Cada uno de los competidores tiraba una salva de flechas contra el objetivo y luego, con metodología nada medieval, en una planilla anotaban la efectividad que habían tenido en sus flechas.
Para un medio de prensa local, cuyo personal debe desdoblarse para estar en varios lugares a la vez -más en un domingo de patrimonio y mucho fútbol-, estas son las percepciones con las que puede quedarse, pero para aquellos que lograron permanecer durante todo el día, indudablemente que fue una jornada distinta.
Hubo espectáculo artístico, las más variadas comidas, más concursos de arquería en la tarde y el final fue con la demostración de un combate entre un ejército celta y un regimiento de arqueros. Sin más palabras, los dejamos con los registros gráficos de la actividad.
Fotografías: Sebastián Parentelli.