La pandemia del coronavirus está poniendo en jaque a la humanidad. Con el paso de los días, la sobrecarga informativa, las incertidumbres y los diferentes tipos de confinamiento imponen cambios de hábitos que pueden generar un malestar tanto físico como psicológico.
OPINION I| Para el Psicólogo Carlos Schwager “una de las principales cosas que ocurren a nivel psicológico es que giramos alrededor de la emoción del miedo, miedo a las epidemias, a lo desconocido y a lo invisible a la vez. Un bichito que no se ve y termina siendo como un monstruo que no sabemos dónde está, es como el miedo a lo desconocido o al hombre invisible”.
Schwager agregó que además en este momento surge “el miedo al otro, estamos en una situación donde el otro es visto como una amenaza, sobre todo si es personal de la salud, policía, bombero, la gente que está más expuesta”, pero también recrudece “el miedo a la violencia y la fragmentación social, los efectos sobre nuestra corporalidad, esto de que estamos separados o divididos porque el otro me puede afectar, miedo a la enfermedad y a la muerte”.
Esas emociones se transforman en vulnerabilidades “cuando nos hablan de CTI, estamos expuestos a lo que nos llega sobre todo a través de la televisión, también por las redes, pero creo que la televisión es la que más influye y está influenciando con miedo.
“No debemos olvidar que la televisión no es neutra” dijo el profesional y agregó que “hay personas que eligen las noticias para destacar ‘la realidad’, como la llaman, pero la trasmiten de cierta forma, si un informativo está cargado de principio a fin con un solo tema o todos los temas están atravesados por lo que pasa con el COVID-19 , estamos viviendo algo que jamás nos imaginamos y encima nos están diciendo que lo peor está por venir; entonces sentimos que el virus y la muerte nos están mordiendo los talones”.
RIESGOS| Respecto a cuáles serían los cuadros más frecuentes de problemas emocionales que podrían derivarse de esta situación, Schwager dijo que “el estrés, la ansiedad, la depresión y últimamente también los consumos problemáticos, aquellos que se refugian en drogas, o el consumo compulsivo de comida”. Además de todo eso, aparece “la incertidumbre, si hay algo que nos lleva a la infelicidad es la incertidumbre mal manejada” y aclaró que “una cierta incertidumbre bien manejada, sin saber que nos ocurrirá mañana, puede ser una linda manera de esperar las sorpresas del devenir, porque si todo estuviese controlado y planificado sería muy aburrido, pero en este caso la incertidumbre mal manejada, con olor a que puede pasar algo malo y quizás debamos vivir duelos por la muerte de seres queridos, eso está como en la atmósfera, es una amenaza de sufrimiento por un duelo latente”.
Como si todo eso fuese poco, la situación económica también genera temores e incertidumbres, “mucha gente está preocupada por lo que pasa, por las ollas populares, sin una cobertura del gobierno que alcance a todos, qué se espera para los próximos meses, hasta cuándo será, las pérdidas (pueden ser) de todo tipo”.
EL DESPUÉS| El profesional se refirió además al “burn out o el síndrome del quemado, a nivel psiquiátrico o psicológico es una patología en personas que quedaron desgastadas. Después que pase todo esto va a ocurrir, sobre todo en enfermeros, médicos, el personal que hoy está dejando el alma en la cancha y cuando llegue el afloje pueden surgir los problemas en quienes estuvieron más en la primera línea de contención, que están haciendo más horas de las habituales, comiendo mal y cuando pueden, eso dependerá de los mecanismos de defensa de cada uno y de las experiencias que hayan tenido que atravesar”.
Existe una paradoja respecto a la idea general de aislamiento o distanciamiento social y el hecho de tener que permanecer casi todo el día con el entorno familiar más cercano. Schwager dijo que tal situación “potencia los malestares de pareja, de relaciones familiares, el estado de ánimo oscila día a día y aún durante el mismo día”.
El psicólogo dijo que hay precauciones que podemos tomar, algo así “como posibles maneras de emparchar la situación, como buscar cosas para hacer, tener momentos de soledad y contacto con uno mismo para centrarse, aunque se esté en familia, es necesaria esa vía interior de centrarse y tomar más consciencia del propio sentimiento y convivir con eso de una manera más profunda, porque es muy paradójico que cuidamos la vida dejando de vivir los vínculos, los afectos. Eso atenta contra la felicidad, hay que procurar mantener, aunque sea a través de las redes, esos vínculos necesarios”.
NIÑOS| En cuanto a los impactos que estas situaciones pueden tener sobre los niños, Schwager dijo que “al cerrarse las escuelas y los jardines, eso aunque no se les explique demasiado los niños lo viven porque sienten la atmósfera familiar como más cargada y también se puede poner más difíciles, los padres tendrán que buscar alternativas de juegos, de entretenimientos”.
En tal sentido agregó que “hay que empezar a flexibilizarse en cuanto a los tiempos de televisión o de celulares porque las circunstancias lo requieren. Hay que calmar las ansiedades de todos, también de los niños y al mismo tiempo transmitirles a ellos seguridad, algo que no es fácil cuando los mayores están viviendo en la incertidumbre, hay que enfrentar esa contradicción interior”.
ADOLESCENTES| Respecto a los adolescentes el profesional dijo que “el tema del celular hace que se encierren mucho en su propio mundo y lo usen como un escape a la agresión de las circunstancias y también pueden como todos encontrar otras cosas para hacer”.
Es posible que estas condiciones aumenten “la conflictividad familiar porque el adolescente sale de su casa buscando vivir un poco a su manera fuera del control de sus padres, por eso sus horarios son más en la noche donde los adultos duermen y ellos hacen la vida a su manera, entonces ahora se hace difícil tener a los padres todo el día al lado, no estamos acostumbrados a convivir tanto tiempo tan juntos”.
Por ese motivo según Schwager “todos de alguna forma comenzamos a transgredir un poco las medidas que se tratan de imponer como sistema de salud, político y social”.
OPINION II| Lo que resulta evidente es que la humanidad ha sufrido una ruptura de la cotidianeidad. Según algunas corrientes de la psicología en términos de salud mental ella tiene un peso muy importante, “ya que tiene que ver con un conjunto de naturalizaciones que hacen que nuestra vida circule de una forma medianamente organizada y previsible”, explicó a su vez el psicólogo Pedro Dalgalarrondo.
El profesional agregó que “acá hay una ruptura de la cotidianeidad sin aviso, que afecta la cotidianeidad como un ente fáctico, de hecho, surgen condiciones totalmente diferentes”.
Para Dalgalarrondo no hay excepciones respecto a la vulnerabilidad en cualquier franja etaria, “frente a una realidad como esta todos tenemos que llevar un proceso de acomodación, y ahí juegan las capacidades individuales” cómo enfrentar las incertidumbres y “la sobre carga de información, incluida mucha falsa información y todos estamos convocados a procesar todo eso, que genera un mar de incertidumbres, y allí está el caldo de cultivo para la generación de algunas cuestiones que tienen que ver con la ansiedad”.
El profesional agregó que “se modifican comportamientos, y la psicología trata precisamente de eso, del análisis de los comportamientos, más allá del abordaje con que se haga, todos estamos demandados por esta nueva realidad que afecta la cotidianeidad, que es el concepto central porque va más allá de lo estrictamente psicológico, es socio psicológico, es más potente, es una cuestión fáctica que se da y que nos convoca a una interrogación: ¿cómo respondemos?”.
REALIDAD| Y la respuesta está en “las herramientas que tenemos y la estructura psicológica que tenemos y también, muy importante, respondemos con las condiciones materiales que cada uno disponga, eso es muy subjetivo también”.
Pedro Dalgalarrondo no cree que el dilema esté entre volver a la normalidad antes del coronavirus o ir hacia una nueva normalidad, “ambas opciones son absurdas, la realidad es algo dinámico, nunca va hacia atrás”.
En ese sentido agregó que “hay un cuestionamiento interesante de pensar por parte de la psicología sobre una reconfiguración de los modos vinculares, que atraviesa no solo los términos más cercanos, como madre-padre, compañero-pareja, padres-hijos, sino que por ejemplo atrás del teletrabajo hay una reconfiguración tremenda de los vínculos laborales” que en muchos casos podría sostenerse más allá de la pandemia.
Para el profesional “en términos psicológicos hay una demanda que surge de una ruptura de la cotidianeidad, de la transformación de un montón de prácticas concretas, cómo compro, cómo estudio, cómo trabajo, cómo dejo de besar o abrazar y respecto a todo eso cómo cada uno está preparado desde el punto de vista de su salud integral, también desde el punto de vista de sus rasgos de personalidad”.
Por Jorge Gambetta.
