Sociedad

Los oficios fue el tema del tercer encuentro en «Un café con la historia»

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El pasado viernes 21 se realizó en Café Mediterráneo la tercera de las cuatro instancias programadas de “Un café con la historia”, el ciclo ideado por las docentes Fernanda Castro y Verónica Britos en el marco de los 150 años del inicio del proceso fundacional de Libertad. El tema de esta jornada fueron los oficios de antaño.

Los vecinos Artigas Lacabanne y Filomeno Rey fueron los dos invitados centrales de la noche, pero de los tres encuentros realizados hasta ahora, fue el que más se ha prestado para la interacción de todos los presentes, ya que las historias familiares y personales cobraban verdadera significación en la oportunidad.

Lacabanne fue el que abrió la instancia, hablando sobre lo que era la construcción de casas en el pasado. Para él, “uno de los primeros oficios que debe haber habido en la zona es el del albañil. No se podía concretar la construcción de una casa si no se contaba con su presencia”.

 

LAS CASAS | Entiende Lacabanne que “los primeros albañiles de la zona, serían gente que tendría alguna idea de lo que era la profesión y después contaban con peones que le alcanzaban los materiales para hacer las casas”. Lacabanne, quien escribió un libro con sus recuerdos de la ciudad tiempo atrás, dice que una de las construcciones más antiguas de la ciudad, construida por aquellos viejos albañiles “es la casa de los Dalgalarrondo, que abarcaba desde la esquina de Leandro Gómez hasta casi la calle San José por Artigas, daba la vuelta hasta donde vive Placeres (por Leandro Gómez). Ahí había taller mecánico, carpintería, venta de comestible y casas habitación”.

“Son casas altas, construcciones que están prácticamente enteras, no se ha notado un deterioro grande de ellas. En Rodó casi Morquio, hay una casa que por alguna razón la dejaron incorporada al patrimonio, que tiene el mismo estilo, casas altas, habitaciones grandes y que se hacían con materiales que hoy es difícil encontrar, como tirantes de pinotea, pisos de pinotea, chapas de zinc que duraban 80 o 100 años y ladrillos grandes, que se hacían en hornos que funcionaban cerca de Libertad”, contó Lacabanne a los presentes.

Muchas casas de la hoy ciudad, “incluida la que yo vivo actualmente, fueron hechas con barro y están asentadas en barro”, dijo Lacabanne, quien prosiguió mencionando que “terminada la casa, aparecían los oficios secundarios, el pintor que pintaba a la cal, el carpintero, que hacía todo lo necesario para poner ventanas y puertas en condiciones. Al no existir saneamiento, se hacía un pozo, entonces participaba el pocero, que buscaba llegar hasta el agua para que todo fuera hacia ese pozo”.

 

HERREROS | Luego comentó Lacabanne que al ser Libertad “una colonia agrícola, aparecieron los oficios que traían tranquilidad a la gente de campo. Las herrerías en Libertad fueron un lugar para solucionar una cantidad de problemas y también servían como lugar de contacto. La gente se reunía allí e intercambiaban opiniones. Las herrerías eran un lugar de reunión”.

En este punto de la charla se da la primera intervención de uno de los concurrentes, el vecino Aníbal Doglio, de familia de herreros, que presentó a los presentes un instrumento que se usaba en la herrería familiar desde los años 20 del siglo pasado.

Luego tomó la palabra Filomeno Rey, que más que hablar él fue siendo una especie de moderador con quien fueron saliendo comentarios e historias de otras profesiones, como los ladrilleros, las bordadoras, las modistas. También se habló de sastres, de los hojalateros, de los tapiceros, los talabarteros, los zapateros, los colchoneros, los barquilleros.

 

EL CIERRE | Una mención aparte merecieron las peluquerías de hombres de antaño, que estaban mayoritariamente ubicadas en bares. Se estilaba que hubiera un sillón de peluquero en un bar, porque “no existía la costumbre de afeitarse en la casa, la gente iba a la peluquería a afeitarse, por lo que necesariamente era una visita casi semanal”, contó Lacabanne.

El veterinario, en un momento del intercambio, destacó que “toda esa gente, con sus oficios, pudo comprarse un solar, hacer sus casas y vivir decentemente gracias a ese oficio, algo que hoy en día no sé si será posible”.

Esta tercera charla, que comenzó cerca de las 19 horas, terminó pasadas las 21. El micrófono fue pasando de persona en persona y las anécdotas e historias fueron surgiendo. El viernes 28 culmina este ciclo en Parador Lo del Nico, donde los temas serán comercio y arquitectura de la ciudad.

Por Javier Perdomo.

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