Allí detrás del acopio de materiales de la Intendencia –por calle San José, pegado al Hogar de Ancianos-, todos los sábados desde las 10 de la mañana hay intenso movimiento; es que allí se reúnen los 14 participantes de la Huerta Urbana y Familiar a trabajar entre sus verduras orgánicas.
El pasado sábado 21 era un día especial, ya que además de la tarea habitual que desarrollan, degustaron una paella preparada por el titiritero Carlos López, a modo de festejo de su cumpleaños.
Cuando visitó La Semana la huerta, aún eran pocos los participantes del proyecto que naciera por el mes de marzo a partir de un curso financiado por el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (INEFOP), y coordinado por el Espacio Curricular Abierto (ECA), del Instituto de Estudios Sociales.
Utilizando decenas y decenas de cubiertas de vehículos en desuso, han plantado gran variedad de verduras por todo el lugar, inutilizado hasta que comenzara a funcionar la huerta. Abundan las lechugas –ya están consumiendo las primeras-, también repollo, habas y otros cultivos de invierno.
En un rincón, hay decenas de otras cubiertas sin utilizar aún. La preocupación es que no los tomen los primeros calores sin haberlas aprovechado, ya que saben que son un lugar apropiado para que aparezca el aedes, el mosquito transmisor del dengue.
RESULTADOS | De todas formas siguen trabajando con intensidad, cuidando su actual cosecha, que será abundante, según lo que estiman. “Habrá mucho para repartir, porque lechuga por ejemplo, hay mucha, y no nos la vamos a poder comer toda nosotros”, comentó Carlos, que es uno de los entusiastas del proyecto de huerta y que invita a todo el que se le cruce a visitarla.
Por supuesto que el artista no podía dejar de poner su toque creativo al lugar, así que inventó un espantapájaros con forma de títere, que además alberga más y más plantas de lechuga, que cuando crezcan le darán una especial ambientación al clásico implemento para ahuyentar aves rapaces.
El desafío es mantener el proyecto vivo, por eso instancias como compartir una comida, buscan motivar aún más la participación. Cuando La Semana se iba, el fuego recién se estaba prendiendo; la paella iba para largo, pero el motivo de la visita no era la comida, tan solo se buscaba hablar de un lugar en el que la gente se junta; parece que ya no se hace, pero sí, hay quienes todavía tienen militancia social y sin más interés que aprender.
La nota termina se combina con algunas fotos de lo que está ocurriendo allí, escondidos tras el acopio de la Intendencia, crecen verduras y se forma comunidad.
Por Javier Perdomo.