Al analizar los valores en la vida de los seres humanos, se abre un amplio abanico que permite identificar cuáles son prioritarios y cuáles accesorios o secundarios. Las personas a lo largo de la historia han experimentado diferentes situaciones que parecen repetirse, aun en escenarios muy distantes en cuanto al tiempo y al contexto. A pesar de todo el camino transitado, algunos acontecimientos conducen a las mismas encrucijadas y las soluciones, terminan también siendo semejantes.
Frente a un problema siempre se ha planteado una tríada de acciones que parece repetirse: frente a una situación, se da una reacción que necesitará una posterior solución. Ese proceso podrá verse desde diferentes enfoques, teniendo en cuenta qué va sucediendo entre dichas etapas.
Si es desde una perspectiva contemplativa y de aceptación, podrá desenvolverse de forma normal, sin grandes alteraciones, simplemente como una situación a atender y de la cual, se obtendrá un aprendizaje. También se puede dar una alteración en la forma de ver y percibir la situación, trastocando su verdadera esencia, por lo que acarreará, tanto en la reacción como en la solución, un caos social.
La diferencia está en cómo se presenta la concepción que cada uno tiene de una situación en concreto y de cómo la enfrenta. Esto ha sido analizado por muchos filósofos, poetas, académicos que, con sus trabajos han mostrado las diferentes formas de enfrentar situaciones complejas e inciertas.
Un enfoque a destacar es la obra del psicoanalista Erich Fromm, quien a través de su obra, buscó analizar la psique del ser humano desde una mirada desafiante. Fromm nos lleva de la mano hacia la búsqueda de respuestas y hacia un necesario autoanálisis acerca de cuál es nuestro rol y enfoque personal ante las crisis.
ENFOQUE | La obra de Erich Fromm, ha mostrado una manera única de ver y concebir al ser humano. Psicoanalista social y filósofo humanista de origen judío alemán, desarrolló su trabajo a partir de dos corrientes que supo entrelazar y crear con ellas, una perspectiva personal: el concepto freudiano, en conjunto con los postulados marxistas en la segunda mitad del siglo XX.
Erich Fromm es una de las figuras más notables de la Psicología social y desde su experiencia en el campo clínico, trabajó una visión filosófica humanística-conductual. Entre sus trabajos más destacados se encuentran, “El miedo a la libertad”, “El arte de amar” y “El corazón del hombre”.
En su obra “El miedo a la libertad”, publicada en 1941, Fromm realiza un análisis de la relación del ser humano, frente a los obstáculos que presenta la libertad en la sociedad moderna. Desde su concepción, la sociedad moderna ha intentado por todos los medios alcanzar su libertad, tanto desde lo político como desde lo económico o lo espiritual, estableciendo que esto ha conllevado a sumirse en otra clase de opresiones.
Consideraba que la aspiración a la libertad está arraigada en todos los oprimidos. Sin embargo, esas clases que en una etapa luchan por su libertad frente a la opresión, acaban alineándose junto a los enemigos de la libertad, al tener que defender los nuevos privilegios adquiridos.
Para Fromm, han existido a lo largo de la historia, muchas barreras para alcanzar el objetivo de que las personas adquieran un pensamiento crítico y propio, así como el poder de tomar sus propias decisiones. Según el filósofo, los fascismos no fueron producto de una falta de madurez democrática, sino de que una gran parte de una generación se mostraba deseosa de entregar su libertad, al contrario que sus padres que habían luchado por ella.
A partir de su análisis establecía que aquello que nos sucede, muchas veces tiene que ver con permitir que ciertas imposiciones actúen como obstáculos, siendo en definitiva, los que coartan las libertades personales. Según Fromm, el ser humano tiene la capacidad para llegar a ser libre y decidir su propia trayectoria vital, pero es un proceso que requiere de compromiso.
ENTREGA | Decía que la modernidad (años 40 y 50 del siglo pasado), ha llevado a la humanidad, a desear el abandono de su libertad. Entendía que tanto la libertad como las cadenas que oprimen a las personas, esas fuerzas autoritarias que muchas veces se solapan en otros discursos, giran en torno a la función que ejercen los factores psicológicos, por lo tanto, rechaza toda teoría que no tenga en cuenta los condicionamientos sociales para la psicología del hombre y que desprecie el factor humano, como elemento dinámico del proceso social.
A pesar de ello, admitía que aunque la naturaleza humana no esté prefijada, tampoco podemos considerarla como infinitamente maleable y adaptable a todo tipo de condición, sin que tenga un dinamismo psicológico propio.
Para el Psicoanalista, en todo tipo de cultura, el hombre necesita cooperar con sus semejantes, y sentir su ayuda, para poder sobrevivir. Aunque subyacente a ello, existe otro elemento inherente al individuo, la autoconciencia subjetiva, la conciencia de sí mismo como entidad individual, distinta de la naturaleza externa y de las otras personas.
Por su parte, entendía que al realizar la autoconsciencia, a las personas le surgen nuevos problemas, su sentimiento de individualidad hace que intente buscar un significado y una dirección a su vida. “La búsqueda de certitud bloquea la de sentido. La incertitud es la única condición que incita al ser humano a revelar sus poderes”, decía.
Para Fromm se da un doble escenario en el que por un lado el ser humano ansía la libertad pero por otro, la sociedad imperante muchas veces es castrante y no permisiva. Así, la libertad tan necesaria como creadora, termina manifestándose como un sistema autoritario en el que se da la eliminación de la individualidad, donde se termina estableciendo qué pensar y cómo actuar.
Entendía que algunos ciudadanos mantienen una coherencia y apropiación de sus plenas libertades pero que también existe la libertad negativa que presenta tres vertientes: el autoritarismo intolerante, las falacias impuestas y adquiridas a conformidad por los subordinados y el impedimento de generar pensamientos genuinos. Según Fromm, esto llevará indefectiblemente a una situación de ansiedad extrema.
En “El corazón del hombre”, expresaba que “el individuo de la sociedad contemporánea, se particulariza por su pasividad emocional y caracterológica, forzosamente integrado a los valores impuestos por el mercado, convertido el mismo en un bien de consumo; y el mundo externo sólo significa un medio para calmar su voraz apetito consumista, de esta manera la concepción personal impuesta se valoriza en conseguir el éxito o fracaso al materializar la inversión de su vida mundana. En esta existencia terrenal lo trascendente es lo material; las capacidades y calidad amorosa, el raciocinio íntimo o las virtudes artísticas y contemplativas no poseen valor alguno. Su autoestima sólo depende del juicio ajeno de los demás, con la consecuente aceptación y conformidad para no sentirse aislado y alejado del rebaño social empobrecido y fácilmente manipulable”.
AUTÓMATAS | Tal y como predice Fromm, “el futuro ya vigente del hombre actual dentro de una maquinaria social y económica, consumista y enajenante, lo conducirá invariablemente a su automatización, con raciocinio condicionado en pleno deterioro e inteligencia en consecuencia limitada y forzada a conducirse en un mundo exterior consumista y oportuno plenamente dominante, con la imponente fuerza material poderosa pero sin la sabiduría personal para controlarla”.
Frente a este panorama que advierte Fromm, sólo queda un camino. “El consejo es la emancipación con pensamientos auténticos, propios, positivos y progresistas con sentido social incluyente con enriquecimiento de la vida espiritual; no se tiene prohibido pensar y actuar, nuestra libertad inherente es ser auténtico, espontáneo en autoexpresión y comportamiento; el significado de la vida es el acto de vivirla”.
Por Yudith Píriz.
