Para el Día Internacional de la Mujer y como forma de homenajear a todas y cada una, por su labor en pos de una sociedad más justa, acercamos un informe acerca de los avances que se han logrado en el país en relación a sus derechos. Conquistas, acuerdos, logros se han sucedido a lo largo de la historia, donde mujeres protagonistas en su tiempo y sociedad, han marcado caminos que han servido de disparador, en ese esforzado sendero que ha llevado al respeto y la reivindicación de la mujer. Para muchas mujeres se hace aún hoy, muy difícil acceder a sus derechos, de ahí que la lucha debe ser constante y permanente, desde sus diferentes ámbitos y contextos y en todo el planeta.
Estos esfuerzos por reivindicar sus derechos, son muchas veces olvidados y reprimidos con mayor fuerza, principalmente en los países de escaso desarrollo, donde la pobreza, la violencia, la explotación y el maltrato golpean con fuerza, en pleno siglo XXI, por lo que la tarea no debe cesar, porque a pesar de los logros alcanzados, aún queda mucho por hacer.
TRABAJOS | Una mirada necesaria, en lo que respecta a los trabajos que se vienen realizando en cuanto a los derechos de la mujer en Uruguay, nos llevó a interiorizarnos de los principales aspectos que se desarrollan en MYSU (Mujer y Salud en Uruguay).
Para ello, hablamos con Patricia Garcé, que mantuvo un diálogo con La Semana, en su sede de la calle Salto en Montevideo, acerca de la institución MYSU, que preside Lilián Abrasinkas. De sus principales temas de trabajo, organización y logros que se han venido conquistando, desde su formación.
Mysu (Mujer y Salud en Uruguay), es una ONG feminista fundada en 2005 que, después de un proceso de casi una década de articulación de organizaciones, ha logrado trabajar desde la agenda que tiene como objetivos, la salud y los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, con una perspectiva de derechos de género y de generaciones.
Expresa Patricia Garcé que el área de trabajo está instrumentada en base a cuatro objetivos fundamentales. “Tenemos cuatro áreas de trabajo, el Observatorio que es el área que hace el monitoreo de la políticas públicas con respecto a los servicios de salud sexual y reproductiva, en centros de salud tanto públicos como privados. También hay un área de comunicación que se ocupa de la difusión de nuestros temas, otra de incidencia política que es la que tiene que ver con hacer llegar nuestras recomendaciones o nuestros reclamos al gobierno y otra área de capacitación, en la cual, en el pasado hemos capacitado a profesionales de la salud”.
Dijo Garcé que además del trabajo por áreas, el pasado año el MYSU desarrolló un programa pionerom con jóvenes, más precisamente un curso de capacitación- acción que se llamó “Derechos que provocan”-, que estuvo dirigido a adolescentes y jóvenes de entre 15 y 29 años y que tuvo una temática basada en cuerpos, géneros, sexualidad y derechos sexuales y reproductivos. Comenta que la idea implementarlo tuvo que ver con la formación de un grupo de campaña de jóvenes, ya que ellos son hoy, los que tienen un mayor empuje en lo que respecta a la concientización del tema frente a sus pares.
Uno de los temas trabajados por el MYSU es todo lo relacionado con la Ley de interrupción voluntaria del embarazo, de la cual Garcé expresaba: “muchas de nosotras, en nuestra época vivimos tiempos donde no se daba el aborto por sentado, sino que vivimos la interrupción del embarazo en forma clandestina, de forma insegura, con los riesgos que esto implicaba”.
Entiende la experta que éste ha sido uno de los logros más importantes en lo que respecta a la salud y la decisión de cada mujer sobre su cuerpo, derecho al cual, otrora, no tenían acceso.
“Creo que lo que hay que destacar es que Uruguay es el único país de Sudamérica que tiene el aborto despenalizado, gratuito, legal y seguro, hasta las 12 semanas, por voluntad de la mujer. Eso no fue una concesión fortuita sino que fue el resultado de décadas de lucha y de formación de alianzas con los actores más diversos desde el Pit Cnt a las murgas, se necesitaron cuatro intentos para lograr la aprobación de la Ley”.
Garcé dijo que si bien no es una ley ideal, perfecta, de todas formas cumple su objetivo principal que es el de tutelar a la mujer –sea uruguaya o extranjera con un año de residencia-, en el proceso de la interrupción del embarazo.
Menciona Garcé que el aborto en Uruguay en más del 90% de los casos se hace de forma farmacológica, se exige simplemente que un profesional de la salud, ginecólogo u obstetra, expidan una receta. Dice que uno de los puntos en el que la ley tiene sus fallas, es en el caso que se está dando desde el año 2015, donde los médicos empezaron a utilizar la llamada “objeción de conciencia”, a partir de la cual se niegan a brindar esos servicios.
OBJECIÓN DE CONCIENCIA | De acuerdo a lo expresado por Garcé los médicos están poniendo barreras, frenan lo conseguido después de tantos años y no dan prioridad a ejercer su profesión, dejando de lado sus creencias. “Nosotros lo que planteamos es que no se puede establecer la objeción de conciencia, si se trata simplemente de las creencias filosóficas o religiosas de un profesional, que se ponen por encima del derecho de la mujer. Es obligación como médicos, proveer el servicio y en caso que no se proveyera, su responsabilidad debería ser derivar a la mujer a otro profesional, de modo de asegurar que no tenga problemas en llevar adelante la interrupción de un embarazo no deseado o no planeado”.
Reconoce Garcé que la objeción de conciencia no es un problema exclusivamente uruguayo; se trata de un recurso que están utilizando en general los grupos anti aborto en todo el mundo. “De acuerdo a una investigación llevada adelante en un seminario internacional que realizó MYSU en 2017, que reunió a más de 50 profesionales de todo el mundo desde Uruguay, Italia, Ghana y el propio Vaticano, se estableció que el uso abusivo del mal llamado objeción de conciencia, se presenta como un obstáculo, una barrera para que las mujeres puedan ejercer su derecho a decidir sobre su cuerpo”.
Asimismo establece que de acuerdo a estudios realizados por el MYSU, en Uruguay, en nueve de los 19 departamentos, se conjuga el monopolio que tienen los médicos sobre la capacidad de prescribir el Misoprostol con la objeción de conciencia, mencionando a Soriano donde se da el 100% de objetores de conciencia.
“La mujer que vive en Soriano se ve obligada a viajar a otro lugar con todo lo que eso conlleva, tanto desde lo laboral, familiar, lo económico y el tema del estigma. Por eso entendemos que hay que rediscutir este término para fundamentar por qué hacen esa objeción, es más, se han detectado casos donde un proveedor de salud era objetor en el sistema público y no lo era en el sistema privado”.
Comentó que a las instituciones que no realizan el servicio se la denomina “objeción institucionalizada” u “objeción de ideario”, como es el caso del Círculo Católico y el Hospital Evangélico. Ante eso dice que Mysu cree que “la objeción de ideario debe ser eliminada porque eso lo que hace es expulsar nuevamente a la mujer al circuito de la clandestinidad”.
Debido a esas barreras, entiende Garcé que a pesar de que Uruguay es un país pionero, único, en temas de legislación con respecto al aborto, aún la situación dista de ser perfecta y todavía se debe librar una gran batalla frente a esas trabas, lo que forma parte del plan de trabajo, regular y limitar el uso abusivo de este recurso.
LOGROS | En opinión de Garcé que se han dado importantes avances en el tema de reivindicar los derechos de la mujer en Uruguya. “Yo creo que hay avances muy importantes en la medida que el feminismo se masificó, no solo en Uruguay sino a nivel mundial, aunque aún falta mucho. Algo que culturalmente se dio siempre, además de otras consignas, era el concepto de que si paramos las mujeres, paramos el mundo. Esto permitió visibilizar algo que se tuvo siempre muy naturalizado y que se definía como ‘cuidados’ que se hacen por amor y que en realidad son una tarea domestica no remunerada, como la limpieza, el cuidado de los menores y de los ancianos y que siempre fue algo de las mujeres”.
Por eso, piensa “que todavía queda una batalla cultural que hay que resolver porque de alguna forma sigue existiendo la figura, en el mejor de los casos, del hombre que ayuda, con lo cual se sigue la concepción de fondo de que la vida doméstica y la carga doméstica, es responsabilidad de la mujer y el hombre de buen grado, contribuye”.
Expresa que el trabajo de la mujer, siempre fue no remunerado en las tareas que realizaba en la casa y que ese aspecto, de alguna manera, fue asumido por las propias mujeres que después perpetuaban ese comportamiento en las niñas. “En tiempos de nuestras abuelas, las mujeres tenían un trabajo de 24 horas, siete días a la semana, los 365 días del año, no tenían un día libre para ellas, un día donde no tuvieran que hacer nada en la casa. O sea tenían la jornada domestica no remunerada, tiempo completo, desde las seis de la mañana hasta las 12 de la noche y pobre de quien no la hiciera”.
En ese aspecto explica que desde el ingreso de las mujeres al mercado de trabajo, se pudo establecer en cuántas áreas, la mujer estaba en inferiores condiciones con respecto al hombre.
“Al comenzar la mujer a trabajar, se visibilizó por ejemplo, que las mujeres tienen que estudiar más para tener o aspirar al mismo puesto de trabajo que un hombre, se visibilizó la brecha salarial, la doble o triple jornada de trabajo que hacemos las mujeres y se pudo ver también, que sigue existiendo rezago en lo que tiene que ver con las mujeres en lugares de decisión, tanto en la esfera política como en el área empresarial”.
Las estructuras que se arrastran desde siempre con respecto a la mujer, han llevado a establecer una impronta cultural que se le va imprimiendo tanto a niñas como niños. Entiende que esa estigmatización, marcó mucho a las mujeres pero que los logros hoy son muy visibles, y eso se percibe cada 8 de marzo, donde cientos de miles de mujeres se vuelcan a la calle, lo que es muestra del cambio cultural. “Es un acontecimiento ya mundial, por ejemplo ‘La marea verde’ en Argentina, las tomas de las universidades en Chile, nos hablan de que esto no es un proceso uruguayo sino que es un proceso mundial. Ahí se operó un cambio generacional muy importante, donde se han agenciado sus derechos y de alguna forma heredaron una mejor situación para sostener todo lo que se ha conquistado y en todo lo que se ha contribuido para que ese camino se labrara y para seguir avanzando en esta agenda”.
Finaliza expresando la importancia de este 8 de marzo, donde se da una situación particular en la región. “Este año, es una celebración muy importante debido al contexto político regional que estamos viviendo. Desde la asunción de Bolsonaro, por otro lado tenemos a Macri; pasamos de décadas de gobiernos progresistas en la región a gobiernos ultra conservadores, aliados a iglesias evangélicas que están accediendo al poder y que tienen como su objetivo el movimiento feminista, los homosexuales, las personas transgénero. Representan movimientos profundamente anti aborto, homofóbicos y transfóbicos”.
“Entonces ante el empuje de estas fuerzas ultraconservadoras que quieren restaurar y quitarnos las conquistas que tanto esfuerzo y lucha llevó, entendemos que este 8 de marzo es un día de resistencia y de reafirmación de nuestras luchas, de sostener todos los logros que hemos alcanzado a lo largo de tantas décadas de trabajo. Mientras nuestros vecinos retroceden, nosotros seguimos avanzando en nuestra agenda de derechos, como lo ya conquistado, la Ley del matrimonio igualitario, la Ley Trans, la propia Ley de interrupción voluntaria del embarazo. Por eso todo depende de nosotras y de las nuevas generaciones. En el caso de Uruguay, preferiría pensarlo, no qué haríamos si acá sucede esto, sino qué hacemos para que esto no ocurra acá”, puntualizó Garcé.
Por Yudith Píriz