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Análisis de David Rabinovich: «Un cierto humor de época»

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El cielo está azul, luminoso y casi no se ven nubes en su vasta quietud; pero cae la tarde y, rápidamente, la más leve brisa te cala hasta los huesos. Es que este otoño presagia un frío invierno. Con la llegada del frío se renueva la preocupación por las personas en “situación de calle”. En particular porque a partir del año pasado la pandemia ha puesto al desnudo las diferencias sociales profundas que atraviesan a nuestra sociedad.

La sociedad más igualitaria de la región, dicen los números. Hay un sector que está a salvo del hambre, del frío y hasta del tedio que el aislamiento podría imponer. Son pocos y pocas. Amplios sectores -mayorías de capas medias-, se han visto golpeados por la crisis económica, social, sanitaria, cultural… Hay que amparar un hijo, un nieto, un hermano… Ayudar al vecino, atender el llamado de tantos que pasan en busca de “algo” por nuestra puerta.

En los extremos, se cayeron del sistema los que malamente subsistían del rebusque, de la changa. Viejos y enfermos, jóvenes recientemente liberados o que “cayeron en la droga”. La calle siempre fue dura y en invierno siempre fue fría. No recuerdo un invierno en el que no lamentáramos alguna muerte por extremo desamparo. Pero durante varios años la estadística macabra de la pobreza y la miseria mostró números a la baja. Con la llegada de la pandemia todo está peor y abruptamente, la realidad golpea más duro y a más gente.

Una vez más la lógica del sistema hace de las políticas sociales una variable de ajuste más. La falta de recursos nos impone la aceptación de lo inaceptable. Se busca la forma de sacar a la gente de la calle como sea, aunque no quieran lo que se les ofrece como alternativa. Entonces se discute si cuando hace cinco grados o menos… Si cuando está en peligro su vida… Como si los límites pudieran establecerse de alguna manera que suene razonable.

No se trata de intentar sacar a la gente de la calle, sino de evitar que lleguen a esa situación. Pero eso requiere una distribución más justa, más igualitaria de “los bienes terrenales del hombre”. Una vez más se intenta transitar una estrategia derrotada en cualquier parte del mundo. Porque en el fondo pesa y pesa mucho el criterio que “los malla oro no se tocan”. Simplemente, una vez más, las políticas son una cuestión de políticas y éstas de querer y/o poder.

 

PERFIL | Como dice una nota que recomiendo enfáticamente leer: “Los votantes de derechas siempre han tenido las mismas convicciones de qué es lo que debían hacer e iban a hacer los políticos de derechas. Siempre han estado convencidos de que lo que tenían que hacer era mantenerles (y aumentar), sus intereses, patrimonios, privilegios, diferencias sociales, seguridades, etc. Y como sabían que eso es lo que iba a hacer la derecha, que iba a mantener -a conservar- su situación, siempre han votado a la derecha. Para siempre.”1

Claro que sólo con los votos de los sectores acomodados, donde además siempre una parte (aunque sea chica), vota izquierdas, las derechas no ganan elecciones. Hay una porción de gente que vota contra sus intereses reales. Asistimos a “la progresiva desaparición de los votantes analíticos y nos dice que el voto político se ha acabado para todas las clases; baja, media, alta etc. El voto ahora sólo se orienta por la emoción”, dice la nota mencionada.

El candidato de derechas “emociona al votante con sus consignas vacías (si se llenan no tienen capacidad de emocionar).” “…un explosivo afecto, o/y entusiasta devoción por el líder, o/y amor a la Patria exaltada y defendida por el candidato; o/y simpatía en cuanto le divierten las majaderías que dice”. ¿Te suena conocido? ¿Cercano? ¿Real? Porque lo escribieron pensando en la realidad de España no en el sepelio del Dr. Jorge Larrañaga.

La política pasa a tratarse de emociones. “La emoción de poder ser libre no se sabe para qué… La emoción de odiar al Malvado oponente que tampoco se sabe muy bien por qué es malvado… Los partidos de derecha reducen los impuestos a las clases altas y establecen todo tipo de no-políticas públicas, aunque las mismas perjudiquen a las clases inferiores, para que las primeras -clases-, alcancen el máximo de propiedades, privilegios y rentas… En las clases medias tiene fuerza y presencia la argumentación del voto contra la izquierda porque -entienden- ello les puede suponer una pérdida, una reducción de sus intereses económicos y también de sus ciertas posiciones superiores en la jerarquía social”. ¿Para sentirnos mejor necesitamos sentir que otros están peor…? ¿…La estrategia política de la derecha va a conseguir un mundo más justo, más igual, más libre que el propugnado por la izquierda…? O simplemente ¿no importa la justicia, la igualdad ni la libertad?

Se agitan banderas “en nombre de esa libertad (de oportunidades comerciales, de inversiones bonificadas fiscalmente, de privatización sanitaria y educativa, de información trucha o barata o posverídica)”. ¡Y se gana elecciones con eso! Claro que la potencia de fuego mediática juega su rol y una justicia “sui generis” también ayuda.

 

CONTRIBUIR | Construir un estado del bienestar que amortigüe las crisis económicas y redistribuya la riqueza, al menos, lo suficiente para erradicar la pobreza más extrema requiere presupuesto. «Lo que pasa es que las élites y los grupos de poder iberoamericanos se niegan a hacer una reforma tributaria porque nunca han pagado impuestos… Y ya es hora de que paguen algo»2, afirma Domingo Carbajo Vasco, economista experto en Derecho Tributario, inspector de Hacienda, que lleva casi 15 años trabajando en la Delegación Central de Grandes Contribuyentes de la Agencia Tributaria española.

Con este panorama, del que sólo destacamos algunos elementos, no puede llamar la atención que enfrentemos “una profunda crisis de representación y legitimidad de los partidos y del sistema institucional”3.

Y esta larga parrafada -aunque quede para una próxima oportunidad-, nos llevaría de la mano a discutir sobre el papel de los independientes en los procesos políticos de nuestra época. Que es decir pensar cómo se manifiesta, en la vida política de los pueblos, el individualismo predominante en la cultura de nuestra época. Tiempos en los que la política resulta víctima predilecta de “un cierto humor de época”.

1 https://vientosur.info/por-que-gano-la-derecha/

2 https://www.dw.com/es/economista-ya-es-hora-de-que-las-%C3%A9lites-en-latinoam%C3%A9rica-paguen-algo/a-57612868

3 https://www.eldiplo.org/notas-web/debacle-para-los-partidos-del-orden-en-chile/

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