La jornada electoral del pasado domingo fue, por lo menos, extraña. Debido a que las opciones eran dos –o tres, en caso en que se votara en blanco-, el tránsito por las mesas electorales era muy fluido, a diferencia de lo que fue la primera vuelta, en la que las colas marcaron la elección en buena parte del día.
Desde bien temprano en la mañana había gente esperando para sufragar y así dedicar el resto del día a disfrutar un solcito agradable que acompañó todo el día. Al mediodía, quizás sobre las 13 horas, ya se hablaba de una participación que rondaba el 50% de los habilitados en casi todos los circuitos.
En Libertad en particular, en la mañana hubo alguna denuncia de robo de listas de la fórmula Martínez –Villar en un circuito de la escuela 49, Francia, pero el hecho no pasó a mayores, por más que se presentó denuncia formal ante la Junta Electoral de San José.
La tarde transcurrió con una normalidad asombrosa; a no ser por el movimiento que se verificaba en el entorno de los locales en que se votaba (sede del Municipio, la Escuela Técnica, Casa de la Cultura, escuela 49, liceo, escuela 99 y sede de Campana), parecía un domingo cualquiera, con gente caminando, charlando, tomando mate o por qué no, un helado.
Desde las 18 horas la tensión comenzó a aumentar y a todos los circuitos llegaban los rezagados, mientras que en las sedes partidarias –ubicadas todas en el entorno de la avenida-, se aprestaba todo para comenzar a procesar los datos que trajeran los delegados luego del escrutinio, que se esperaba que fuera rápido.
En la sede del Partido Nacional –o multicolor-, los vehículos eran embanderados para lo que se avizoraba como una segura caravana, a partir de las proyecciones que presentaban las encuestadoras previo a la jornada electoral.
En el comité Vinelli del Frente Amplio, había de todos los ánimos; estaban aquellos que esperaban una derrota aplastante y también estaban los que soñaban con el gol en la hora. Poco a poco, se aproximaba el momento culminante de lo que había sido una extenuante jornada para todos aquellos que trabajaron como voluntarios en ella.
¿QUIÉN SE ANIMA A FESTEJAR? | A las 19 y 30 se cerraban las urnas y comenzaba esa tensa hora que va hasta las 20 y 30, cuando se pueden hacer públicas las primeras proyecciones de escrutinio.
En el comité nacionalista, una pantalla gigante sintonizada en Canal 12, destacaba entre las decenas de militantes y dirigentes locales que estaban esperando los números de las encuestadoras. Pasadas las 20 y 30, surgió un grito atronador cuando la consultora Cifra daba ganador a Luis Lacalle Pou con un 49% contra un 46% de su contrincante frenteamplista.
Pero la algarabía fue cambiando hacia la calma rápidamente, porque la propia Cifra y las restantes encuestadoras hablaban de un final demasiado ajustado para hacer un pronóstico definitivo e incluso alguna se animaba a pronosticar un triunfo de Daniel Martínez.
La alegría cambio de bando y los militantes frenteamplistas agolpados sobre 25 de Agosto, comenzaron a desplegar sus banderas y entonar los jingles de esta y otras campañas, además del clásico “A redoblar”, que tanto identifica a esa fuerza política. Enfrente, el ánimo había decaído: lo que era inevitable y evidente hasta unas pocas horas antes, podía no ser verdad al final y los primeros militantes comenzaban a retirarse.
Transcurrió así una noche tensa, siempre mirando el televisor la gente que estaba en el comité nacionalista y en el del Frente Amplio, todos consultando por las redes o los portales aquellas novedades que les hicieran dejar salir la emoción contenida, pero no hubo festejos.
Eran cerca de las 11 cuando Daniel Martínez dio su discurso, en el que dijo que habría que esperar el dictamen de la Corte Electoral para conocer el resultado. Poco rato después habló Lacalle Pou y pese a sentirse ganador, tampoco pudo afirmarlo rotundamente, dándose así por terminada la jornada electoral, sin un vencedor claro. En Libertad, a lo lejos, se escucharon algunos fuegos de artificio tras el discurso de Lacalle Pou, pero no hubo más festejos. Así culminó la instancia electoral.
Por Javier Perdomo.