En la jornada de ayer martes, la Fiscalía Letrada de Libertad pidió la formalización por 180 días del autor del parricidio en Libertad J.L.R., de 27 años, por «homicidio especialmente agravado». En ese plazo, se procederá a reunir las pruebas de forma de llegar a una condena definitiva del hombre, para la que, todo hace indicar que se tendrán en consideración el contexto de violencia de larga data, que existía en el entorno familiar. La declaración del propio implicado será clave para llegar a esta decisión y por ello haremos un análisis del documento elaborado por la Fiscalía para pedir el procesamiento.
Según las doctoras Sonia Pritsch y Claudia Lema, de la Fiscalía Letrada, el lunes 20, en horas del mediodía, el imputado, JLR de 27 años de edad, ingresó al domicilio de sus padres por la puerta del frente, se dirigió al dormitorio principal y tomó de allí una escopeta calibre 16 y el cinto con los cartuchos pertenecientes a la misma, ya que conocía donde su padre los guardaba (al lado del ropero a plena vista). Del cinto en mención, toma un cartucho colocándolo en la escopeta. En ese momento sale de la casa por la puerta del fondo y se dirige al galpón, escondiendo al escopeta cargada detrás de la puerta».
El acusado, ingresa nuevamente a la cocina, prepara el mate y se sienta en el fondo a esperar a sus
padres, ya que sabía que era la hora habitual de arribo de ellos.»La primera en llegar es su madre, que se sienta con él en el fondo a compartir una charlar amena. Pasados unos minutos, llega de trabajar, su padre, ordenándole a la esposa que le sirva la comida. Ésta sin dudar abandona la conversación con su hijo, ingresando a la cocina para servirle la comida a éste. Es allí que el marido (el ahora fallecido), le ordena también que vaya a la almacén a comprar la comida para los perros, por lo que la Sra. B M inmediatamente acata dicha orden, retirándose del domicilio».
Alli se desencadena la tragedia: según el informe de la Fiscalía «es en ese momento, al ver que su madre se había retirado de la finca y que se encontraba solo con su padre, decidió que era ese el momento tan esperado, toma ímpetu, y se levanta de la silla, va hacia el galpón donde había escondido el arma, y aprovechándose de que estaba la radio con el sonido estridente, gatilla la escopeta. Camina dos metros hacia la cocina, y al llegar al umbral de la puerta, acomoda el arma, apunta y sin mediar palabra alguna, dispara hacia la cabeza de su padre, que se encontraba almorzando sin haberse percatado en ningún momento lo que ocurría».
Con tranquilidad, el joven ingresa a la cocina, «apoya la escopeta sobre la mesa tapando la cabeza de su padre con la capucha de la campera que éste llevaba, y se asegura de cerrar la puerta del fondo con un pasador. Inmediatamente sale de la casa por la puerta del frente, yendo hacia la almacén de su hermana que se encontraba a media cuadra, y allí ve a su madre, a la que llorando le expresa ‘llamá a la policía’. Es la propia madre de éste, la que se comunica con el 911 pidiendo auxilio así como también pidiendo una emergencia móvil, sin saber la entidad del hecho. El imputado vuelve al domicilio paterno, y se sienta en el frente a esperar al móvil policial. Éste arriba velozmente encontrando al imputado, el que manifiesta ‘maté a mi padre, está ahí adentro’ con total calma».
En la sede de la Fiscalía, dicen las profesionales, «el imputado confesó su accionar expresando que su madre, sus hermanas y él, habrían sufrido violencia psicológica y física por parte de su padre, durante toda su vida. Que el fallecido era alcohólico y que cada vez que tomaba, le propiciaba golpes a su madre, profiriendo insultos soeces, amenazándolos de muerte con el arma. Más de una vez la amenazó apuntándola con el arma en la cabeza de ella». El fallecido era cazador y poseía varias armas en la casa.
J.L.R., les dijo a las fiscales que ese día «al levantarse consideró que no soportaba más vivir así; que
debía terminar con ese calvario, ya que de esa forma su madre ‘empezaría a vivir’. Había tomado la decisión de matarlo ese mismo día, ‘no quería que su hija sufriera lo mismo que él vivió al presenciar la violencia, el destrato y humillación con la que su padre trataba a su madre, en presencia de todos sus hijos y nietos’. Sabia que su madre nunca se liberaría de ese calvario por si misma, y entendía que la única manera de liberarla era matando a su padre».
Todos estos elementos se tendrán en cuenta a la hora de tomar la determinación final, pero si es claro que no serán menos de 10 años de penitenciaría.
Por Javier Perdomo