Tenga usted a bien recibir a este escriba de pueblo en una nueva ocasión. Hace tantos años ya que sigue lo que acá se dice, que puede estar imbuida/o de los pensares de un para nada humilde personaje del interior como es el autor de esta columna. Igual, le digo que hay cosas peores en este mundo, así que confórmese con lo que le llega y deje que las palabras broten como desde un manantial. Bienvenido/a al espacio en el que lo menos importante es el estilo. ¿Empezamos?
El lunes anterior, en pleno cierre de la edición papel del pasquín de pueblo que me toca encabezar, sorpréndeme el anuncio del “Pepe” Mujica sobre su enfermedad. Entendí que no era el momento, que era demasiado apresurado hacer alusión al asunto en La Semana (además, como bien sabe usted, muy pocos son los temas de índole nacional que se abordan y cuando eso ocurre, lo que se procura es que tengan alguna vinculación con lo departamental).
En esas jornadas de cierre, uno no enfoca muy bien, se vuelve una máquina de leer textos, de corregir, de “toquetear” lo que otros escriben, andar a las apuradas desde la mañana a la tarde-noche; en síntesis, no se piensa mucho (es un estado adrenalínico de cierres de edición que las nuevas tecnologías van eliminando). Debe haber sido por ese estado particular que generan los cierres, que la novedad de la enfermedad del ex Presidente no me impactó como pareció impactar al mundo. Cadenas internacionales, líderes mundiales, figuras de las artes de todo el planeta, saludando, apenándose de diversas formas por lo anunciado por Mujica.
Claro, ya después, cuando bajé las revoluciones y pude pensar un poco, se me pasó la idea de que queda Mujica por un rato más y aparentemente no estaba tan errada esa sensación, ya que por lo dicho por su doctora, pasado el impactante primer anuncio, su enfermedad puede ser tratada. Lo que es una buena noticia, claro está.
Hubo quienes especularon con que el viejo salió con esta novedad para, con el pesar hacia su persona, favorecer la precandidatura de Yamandú Orsi en las internas del FA. La verdad es que yo lo creo sincero, que dio la novedad antes que se filtrara por algún lado. Está bien que él se haya encargado de comunicarlo y no que se supiera por terceros con buena o mala actitud. Evitó así especulaciones; incluso ahora que se sabe que es una enfermedad atacable, más lógico me parece.
Imagino también que son sinceros sus sentires sobre la muerte y que a su edad, no jugaría con ésta para promover un nombre, su sola trascendencia como figura mundial así lo deja claro. Mujica es un estratega político sí, pero eso no lo hace insensible por lo que creo que hubo sinceridad en todo lo que pasó.
La pregunta que podría uno hacerse sí, con legitimidad, es la de si de verdad el anuncio puede llegar a producir algún efecto en la interna frenteamplista, más allá de si lo buscó o no. Entiendo que no, que la disputa está en otro lado, que tiene que ver con quien hace mejor las cosas entre las dos principales figuras que tiene la izquierda hoy y que lo que diga el “Pepe” tiene una trascendencia relativa en lo interno, aunque para afuera del país su palabra sea casi algo sagrado.
En este punto del texto, solo resta decir que por suerte, incluso para sus detractores, habrá José Mujica por un rato más. Para la columna elucubradora, ya es tiempo de enfilar hacia otro asunto de interés, porque no es cuestión de detenerse demasiado en nada; así lo impone este tiempo.
Con el comienzo de mayo, el jueves 2, se conoció la decisión de la Justicia respecto a dar lugar a la revisión del caso Antel Arena. El autor de estas líneas no dudaba respecto a que esto iba a ocurrir; si el gobierno optó por seguir esa vía era porque se sabía que en el Poder Judicial había alguien dispuesto a reabrir la causa y en efecto, la causa se reabrió. Lo que de alguna forma sorprendió, por lo menos a este escriba, es la escasa repercusión mediática que tuvo la decisión.
Hubo sí, algunas portadas de los medios web el mismo día del anuncio y también a la siguiente jornada, un poco de manija en la tevé, con las clásicas entrevistas de una y otra posición; al otro día los diarios publicaron repercusiones del asunto, pero todo terminó ahí. El viernes 3, a la tarde, ya había otros temas de los que hablar (entre ellos, la conferencia de la doctora del “Pepe”).
Coincidió que ex presidente de Antel y precandidato colorado Gabriel Gurméndez, andaba por San José y se improvisó una conferencia de prensa en el Hotel Centro de la capital departamental, que no tuvo repercusiones mayores, entre otras cosas, porque fue realizada en el interior y para los medios de Montevideo, desplazarse a San José de Mayo, es una vida. Pobre Gurméndez, justo se le ocurre hacer campaña en el interior, el día que le quieren dar un poco de oxígeno a su alicaída candidatura en Montevideo.
Ironías aparte, lo que le quiero decir respecto a este ensañamiento con el Antel Arena, es que al final terminará siendo contraproducente para el gobierno y sus aliados. Ya no da más jugo esa piedra, forzar el re-examen de la causa alarga la expectativa, pero creo que hay convencimiento general en que todo terminará en el rearchivo. Y lo peor, no le aportará ningún nuevo voto a los coaligados.
Incluso el menos avezado, sabe que la intención es mantener el tema en la agenda para intentar provocar daño al Frente Amplio en general y a Carolina Cosse en particular. En esta oportunidad les está dando un resultado parcial (un poco de ruido mediático), pero estoy seguro que si siguen insistiendo con lo mismo, más desinterés seguirán produciendo, porque el Antel Arena está integrado al paisaje de Montevideo, porque todos lo disfrutan y porque ya es patrimonio del país.
Y ya le digo que como el asunto no da para más, es momento de tomar otro camino. Quizás nos podemos detener un instante en lo que fueron los líos de adolescentes en el Nuevo Centro de Montevideo, como para darle el punto final a las elucubraciones de inicios de mayo.
A partir de los incidentes mil y una explicaciones se han intentado dar. ¿Qué puede decir un escriba de pueblo sobre ello? Primero, que las trifulcas entre jóvenes no son exclusivas de este tiempo. Los gurises siempre se han agarrado a los palos. Yo no lo hice nunca, porque no puedo pelear ni con mi sombra, pero invitar a pelear a la esquina era lo más normal del mundo, claro, no había gente grabando todo, como ahora.
Sorprende si la masividad y los intereses de quienes promueven los enfrentamientos y ahí sí están las señales del presente. Generaciones enteras sin objetivos más allá de trascender en la carrera del consumo y del éxito; generaciones enteras sin nuevas utopías, sin nuevos mundos por conquistar; generaciones enteras sin sueños de mejores futuros.
Por ahí está la explicación de esos desmanes, aparentemente sin sentido. No le busque mucha cosa más, es aburrimiento ante una vida sin objetivos, una vida de apatía social y comunitaria.
Claro que esto merece mayor desarrollo, pero para ello deberá recurrir a alguien que sepa más que este escriba, especialista en sobrevolar los temas. Todo esto, para decirle que por acá termina la columna elucubradora de esta semana, que no hay más espacio y otros asuntos requieren de mi atención, por lo cual le invito a encontrarnos en siete días por acá. Hasta entonces.
Imagen ilustrativa, tomada de la web.
Por Javier Perdomo.