Lléguenle los respetos del escriba de pueblo a todos los seguidores de la columna elucubradora, que están soportando el levantamiento de la veda electoral y reciben mensajes dirigidos hacia el 30 de junio a cada instante. En tiempos de descreimiento, como son los presentes, tantos discursos contradictorios pueden abrumar, pero tenga claro que cuando se impone un único pensar es mucho más abrumador aún, por eso yo prefiero tener la posibilidad de arrepentirme eligiendo a que decidan por mí. Dicho esto, le invito a ingresar a la edición elucubradora de esta semana.
Imagino que ya está al tanto de todo lo que se ha hablado estos días respecto a la captura de pantalla del celular de Astesiano en la cual el Presidente le dice “perfecto” a su informe sobre el espionaje que se le realizaba al Presidente del Pit–Cnt. ¿Recuerda que ya le dije que no sabíamos qué otras cosas podían surgir con el paso de los días? Bueno, ni una semana pasó de lo escrito, apenas días fueron y surge la nueva captura comprometedora.
No tiene sentido centrarme en la revelación periodística porque para enterarse bien de los hechos, los lectores pueden ir a la fuente, cuyo material es más interesante que lo que yo le pueda contar. En este caso el “culpable” se llama Lucas Silva y es uno de los responsables de La Diaria (hoy no es el Director, pero lo fue, al ser un medio cooperativo tiene sus particularidades de funcionamiento), quien trabajó, calladito durante el último año (aunque cada tanto mandaba alguna nota), entre los archivos del “caso Astesiano” para terminar publicando un libro que se ha dado en llamar “El caso Astesiano” (el título es más largo), del que se ha destacado que según la investigación realizada por Silva, el Presidente estaba al tanto y/o aprobaba el seguimiento al principal dirigente sindical del país.
Fue el jueves 6 que Búsqueda y La Diaria publicaron el adelanto del libro, que estuvo disponible en librerías ese día y un nuevo frente se le abrió al gobierno nacionalista (lea bien que no dije multicolor, porque a esta altura solo quedan los cargos distribuidos entre los coaligados), y la verdad sea dicha, se notó que todos sus voceros quedaron sin respuestas efectivas.
Otra vez tendieron a agarrárselas con el mensajero y no con el mensaje, pero ahora ya con amenazas directas como las que realizó la senadora Bianchi -que a esta altura parece “Vito Corleone”-, diciendo que se enfrentó a no sé quién de Irán y que no iba a tener miedo a periodistas que trabajan en medios “sujetos ideológicamente al MLN” (no sé qué puede pensar Danilo Arbilla, fundador de Búsqueda y Secretario de Comunicación de la dictadura, ahora retirado, cuando le dicen que el medio que fundó es “tupa”).
Sabe, a mí siempre me ha causado gracia la facilidad con la que la gente concluye que tal o cual periodista trabaja para éste o para aquél, que está al servicio de tal o cual. La idea sería algo así como que el periodista es un/a sujeto/a manipulable, marionetas en manos de oscuros intereses, dedicados a hacer el mal. Según esa visión no somos seres autónomos, sino autómatas al servicio de tal o cual persona o idea, siempre haciendo mandados, trabajando para otros.
Por supuesto que no es así, el periodismo nace en uno un poco por curiosidad, otro poco por interés por la verdad y en el caso de los que lo hacemos desde la escritura, por la pasión de escribir. Los periodistas tenemos nuestros propios intereses –por supuesto que sí-, pero tenemos en la noticia nuestra única “mercancía” y sin noticia no llegamos a los eventuales consumidores de noticias, por eso la prioridad es dar la noticia. Aunque genere pérdidas en el momento, a la larga, dar la noticia, siempre que sea creíble, termina pagando.
En el caso de los medios señalados ahora por la dirigencia nacionalista (aunque ha habido muchos que han realizado denuncias, se la han agarrado con Búsqueda, cuyo dueño es el hijo del ex ministro De Posadas), se trata de medios que han investigado mucho antes de publicar y que cuando han publicado y/o difundido vía medios orales, lo han hecho con pruebas sólidas. Es por ello que se da el ataque, porque le ha resultado imposible al gobierno desmentir lo que han informado, solo les ha quedado intentar minimizar los daños –relativizando todo-, y atacar a los mensajeros, periodistas o medios, con compromiso con informar, más allá de los posicionamientos ideológicos de cada uno.
¿Sabe lo que me preocupa a mí de estas últimas reacciones oficialistas? Que si las sumo a lo que han sido todos los ataques a la prensa en el período, a la posible votación de la ley de medios con el artículo 72 que establece absurdas limitaciones y/o condicionantes al trabajo periodístico y a lo que fue la represión a trabajadores pesqueros por parte de la Policía en la semana que pasó, concluyo que se están profundizando las limitaciones a las libertades individuales. Hay cierta tendencia a recorrer ese camino en este último tramo del período y eso le preocupa al autor de esta columna semanal cuyos decires no aceptan limitaciones, aunque por ahora nadie haya intentado hacerlo.
Hay demasiado nerviosismo en el oficialismo y eso les está haciendo tomar actitudes cada vez más autoritarias. Eso, no está bueno, ni es lo aconsejable (qué sabrás vos de lo que es o no es aconsejable, se estará diciendo usted).
Tal como se lo dije hace un par de semanas atrás, todo empieza por atacar a la prensa, pero nunca se sabe cómo termina. Los regímenes, los gobiernos autoritarios aplastan a los medios de comunicación como primera medida, porque es de ellos -¿puedo decir nosotros?-, que surgen las voces disidentes, los cuestionamientos al poder, las denuncias. Algunos lo hacen mejor, otros no tan bien –eso es cuestión de gustos-, pero la pluralidad de voces, la diversidad de posturas, es lo que asegura una sociedad verdaderamente libre y eso es lo que está en duda en este momento con las actitudes mencionadas.
Sabe, ahora que ato cosas –así es como se hace esta columna, atando pensares-, los actuales gobernantes cuestionaron siempre a la actual ley de medios (la que aún no han podido derogar), porque dicen que coarta libertades y como ejemplo de ello mencionan la creación de ciertos consejos que establece la ley referidos más que nada a regulaciones sobre el acceso y el uso de la imagen de niños, niñas y adolescentes, a establecer la obligatoriedad de emitir determinados porcentajes de producciones nacionales y otras cuestiones que no tienen nada que ver con el tenor de los contenidos.
Pusieron el grito en el cielo, presentaron todo tipo de recursos de inconstitucionalidad y al final la Suprema Corte les aceptó dos o tres recursos menores, pero siguieron insistiendo con la limitación de libertades. El problema de ellos es que la ley vigente limita la libertad de empresa (que en las radios y en la tele está bien que sea así porque las ondas son propiedad del Estado y los titulares de los medios son apenas permisarios, no dueños), ahora están como locos por aprobar una ley que flexibiliza los límites empresariales en la propiedad de los medios, pero que limita la libertad de prensa. Es decir, la única libertad que les interesa es la libertad de empresa, no la libertad desde una concepción humanista del término.
Así que tenga cuidado cuando le hablen de libertad, Milei también le habla de libertad a los argentinos, pero ahora ellos se están dando cuenta que la libertad que les ofrecía es la libertad de morirse de hambre sin que nadie haga nada por ellos. Se me fue largo el texto. Sin mucho margen para despedidas, le digo que en siete días le espero por acá.
Imagen ilustrativa, tomada de la web (desalojo Liceo Zorrilla).
Por Javier Perdomo.