Elucubraciones

Elucubraciones semanales, edición 7/12/2021: «Surfeando en la ola de la vida»

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Sí señora, sí señor, estamos en la bajada del año; en 20 y pocos días tiramos el almanaque y pasamos a pensar que desde ese momento todo irá mejor; bueno, por lo menos eso es lo que nos quieren hacer creer. Año nuevo, vida nueva, nos decían cuando éramos chicos y uno se ilusionaba con que todo iba a cambiar, para bien, claro. Ahora que ya se me fue media vida -o más-, uno sabe que los almanaques son convenciones de los hombres y las mujeres, por lo tanto nada mágico tiene el cambio de año, ni de hora, ni de minuto, sólo es tiempo que transcurre. En las elucubraciones lo que pasan son las letras que se amontonan una tras otra, queriendo crear nuevos significados. Veamos qué ocurre cuando pasemos al próximo renglón.

Permítame comenzar contándole algo que está ocurriendo en estos días en Salto. Sí, me voy lejos, pero todo tiene que ver con todo en las elucubraciones. El diario El Pueblo de esa ciudad, publicará el domingo 12 de diciembre su última edición. Uno de los medios escritos más longevos del país no logra superar la pandemia y es una mala noticia para la prensa local en general, que está quedándose sin sus más clásicos exponentes.

A los medios escritos en general y a los del interior en particular, que ya veníamos padeciendo las consecuencias del cambio en el modelo de negocio, el coronavirus nos sacudió y dejó a muchos al borde de la desaparición, pero con ingenio, intentando adaptarnos al cambio tecnológico y con el respaldo de suscriptores y anunciantes, la mayoría de los semanarios, periódicos y diarios del interior, logramos seguir funcionando durante esta pandemia, continuando con nuestro trabajo de registrar la vida y el sentir de las pequeñas comunidades del interior en un momento de confusión, plagado de dudas, incertidumbre y temores, porque incluso nuestra propia salud se ponía en juego.

Pero el gran ausente en todo este tiempo fue el Estado, que en lugar de respaldar a un sector con problemas, sencillamente se retiró y nos dejó a todos a la deriva. En más de un año y medio de pandemia, apenas si realizó un par de aportes puntuales que lejos estuvieron de compensar lo perdido. Lo que ocurre con El Pueblo es consecuencia de esta prescindencia estatal y lo peor es saber que podemos seguir enterándonos de nuevos cierres, porque el panorama no es alentador y desde el gobierno lejos está de darse las señales que los medios necesitamos.

¿Usted se pregunta si La Semana es uno de posibles futuros cierres? Mire, no le voy a negar que hace tiempo que estamos experimentando -ensayo y error-, con cambios en el modelo de negocio y si en algún momento le damos en la tecla es probable que se produzcan cambios, pero será como parte de un proceso de superación y crecimiento, no como consecuencia de una crisis. Aunque si le soy sincero, en La Semana vivimos en crisis siempre, así que quizás sea por eso que aguantamos más firme los vendavales de este tiempo. Antes de pasar a otro tema, vaya la solidaridad con los colegas salteños que pueden estar perdiendo su trabajo.

Por el momento usted y yo nos seguimos encontrando en la página 4 de su periódico, para seguir comentando lo menos importante de la agenda global. Hablando de cuestiones poco trascendentes para el nuevo orden mundial, le quería comentar sobre el anuncio presidencial de ir a pasar la Navidad con nuestros soldados de la paz en el Congo.

Mire, yo no me fijo en esas bobadas de si un Presidente gasta mucho en viajes, por el contrario creo que el Presidente visite otras naciones es positivo siempre porque eso abre puertas al comercio y al intercambio, pero la verdad es que este es un gasto en gestualidad presidencial que no se condice con el tiempo por el que hemos atravesado debido a la pandemia.

Yo entiendo que el Presidente, que basa su popularidad en los gestos y no en las acciones de gobierno, necesite hacer estas demostraciones para mostrarse como buen y sensible gobernante (hace pocos días visitó a una alumna de una escuela de San José de Mayo, también en ese juego de los gestos que terminan en nada), pero este viaje me parece un poco caro para auto promocionarse.

Podría haber elegido acercarse a pasar la Navidad en alguna de las ollas populares que aún pululan en Montevideo y otras zonas del país, quizás podría haber ido a algún hogar de ancianos luego de un año y medio de aislamiento o yo qué sé, elegir una familia cualquiera de un rincón del país para visitarla en la fiesta; no sé, cualquier gesto de esos que tan bien le caen al Presidente y que no le saldría tan caro al erario público, porque ese viajecito, que incluye decenas de personas entre personal de Presidencia, periodistas para registrar el hecho y figuritas que están en todos lados, costará algunas decenas de miles de dólares.

Las malas lenguas, de esas de las que están llenas las redes, dicen que en esa época del año, en las navidades, hay una playa en el Congo ideal para hacer surf y como a Luis le gusta surfear, opinan que esa es la verdadera razón del viaje para visitar a nuestros soldados pacifistas. Como periodista, si no tengo pruebas no lo puedo afirmar, pero que calza justito, calza.

En las elucubraciones no sabemos surfear, apenas si podemos remar en la mar de nuestras propias contradicciones, por eso logramos ir de un lugar a otro sin otro compromiso que el de opinar de lo que nuestro radar va captando, así que para el final de la primera semana de diciembre, debo volver a hablar del ministro Heber.

Usted discúlpeme que sea tan insistente, pero cada semana, el legislador vitalicio y ahora Ministro nos brinda una perla para analizar. Haciendo referencia al joven de 18 años asesinado en la pasada semana, el Ministro dijo, palabras más, palabras menos, que no estaba en los cálculos del gobierno encontrarse con hechos como ése. ¡Pero señor Ministro! La mayoría de los crímenes de este tenor son imprevisibles. Es imposible preverlos, porque son hechos extraordinarios, producto de circunstancias sobre los que la Policía no debe tener control, lo importante es la capacidad de respuesta que se tenga ante estos imprevisibles acontecimientos, que enlutan a todo un país.

Como esta columna es memoriosa, le pregunto: ¿Alguien podía prever la existencia de un asesino en serie a la uruguaya como fue Pablo Goncálvez en la época del gobierno del padre de nuestro Presidente, cuando Heber empezaba a jugar en primera? No, claro que no, son situaciones extraordinarias a las que hay que saber responder de forma efectiva. En el caso del joven muerto, la respuesta policial y judicial fue rápida, lástima que, como le decía hace una semana atrás, hay gente que no sabe cuándo es mejor callarse, porque la vida de ese gurí no se recupera y hay que medir las palabras ante el dolor ajeno.

En las elucubraciones sí sabemos cuándo tenemos que irnos y es en este preciso momento en que la página se está llenando de contenidos incongruentes, como ha sido la tónica de esta columna desde su nacimiento. En siete días volvemos para seguir andando como podamos, pero andando al fin.

 

Por Javier Perdomo.

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