Comienza a asomar la última columna elucubradora de noviembre; quien sabe qué sorpresas nos deparará, aunque si le soy sincero, no creo que haya mucha cosa con que sorprenderse después de otro comienzo “ni” de Uruguay en un mundial (no le digo nada del partido del lunes, porque no puedo esperar a que éste termine para escribir). Igual haga el esfuerzo y sígame la cabeza por un rato, en unos pocos minutos ya se habrá librado de mí y podrá leer de cuestiones más interesantes en otras páginas del pasquín de pueblo. Empecemos a transitar este texto en el siguiente renglón.
No se preocupe, no le voy a volver a hablar del “Fibra”, ese es ya más conocido que una estrella de rock (o de cumbia pop), un auténtico “influencer” del “herrerismo”, cuyos chats están provocándole más de un problema a los gobernantes coaligados; quizás lo mejor sea salirse de lo que marca la agenda, de aquello de lo que todos hablan, e intentar profundizar, desde una perspectiva que abarque lo local, sobre un tema que todo indica que será de discusión nacional por un buen tiempo.
Sabe, en el medio de toda esta discusión sobre el proyecto Neptuno (que implica la construcción de una planta que tome agua bruta del Río de la Plata, la potabilice y la traslade por medio de extensas cañerías -entre 70 y 80 kilómetros-, hacia Montevideo y su área metropolitana), me di cuenta que los grandes ausentes en la conversación son -somos-, los vecinos del departamento de San José.
Más allá de si el proyecto es constitucional o no, de si técnicamente es sostenible o no lo es, de si esa agua también llegará o no a algunas ciudades josefinas ubicadas sobre la costa (discusiones importantes que se están dando y que se van a seguir dando en el próximo tiempo), nadie ha preguntado a los vecinos de San José qué pensamos sobre que se haga una obra de ese tipo en el territorio departamental, todo se ha decidido sin considerarnos. Hasta la propia Intendente (del sector del gobierno), ha recurrido a comunicaciones oficiales para pedir información sobre qué piensan hacer, porque todo se ha decidido con absoluto hermetismo y, le reitero, sin involucrarnos en la conversa.
¿Queremos esa planta en la costa del departamento? ¿Qué ganamos si está? ¿Qué perdemos? ¿Es suficiente con que abastezca las localidades del departamento cercanas a la costa para quedarnos conformes y dejar que hagan lo que quieran? ¿Qué pasa con el acceso a la playa? ¿Seguirá la familia Voulminot haciendo lo que quiera en una zona que es pública? ¿Cómo será el relacionamiento del ente público con la comunidad rural y de Rafael Perazza o de Villa María? ¿Qué afectación tendrán en sus vidas por la presencia de esa mole en la vecindad? ¿Cuáles serán las afectaciones ambientales a las que atenerse? Estas son algunas de las preguntas que me surgen al vuelo mientras tecleo, pero es seguro que a usted se le deben estar ocurriendo muchas otras más. Todas ellas deberían ser respondidas, antes que los pliegos del proyecto sean lanzados a licitación, pero lamentablemente, empiezan salteándose la opinión de la gente de la zona.
Sabe, en uno de esos momentos en que uno mira al techo, tratando de no pensar en nada, me acordé de una situación muy similar a la actual que se vivió acá mismo, hace ya como 16 o 17 años atrás, cuando UTE -al igual que OSE ahora-, llegó a San José decidida a construir en Colonia Wilson una central térmica de energía eléctrica.
Ante las primeras oposiciones vecinales, el argumento de las autoridades de entonces, fue el mismo que ahora, el bien general impone que se haga (había riesgo cierto de desabastecimiento de energía eléctrica debido a la falta de inversión en el ente de los últimos gobiernos colorados, no como ahora que los problemas de suministro de agua que habrá, se anuncian para 2045), pero la UTE de entonces no dudó un instante en hacerse presente en la zona para intentar convencer a los vecinos de la trascendencia de la obra, antes de hacer cualquier cosa.
Todo el Directorio del ente se hizo presente en Colonia Wilson y comenzó una negociación cierta con los vecinos, procurando que éstos no se opusieran, como lógicamente ocurrió en un principio. De forma lenta se procesó una intensa negociación, que por los locatarios encabezó el fallecido vecino Alberto Kurz. UTE realizó ciertas concesiones y aportes (entre ellos la creación de un parque, que hoy lleva el nombre del mencionado vecino, mejoras en el camino de acceso, aportes para la escuela y el club deportivo), es decir, entró a la colonia con el pie derecho.
Y porque entró así es que hoy hay dos centrales (una térmica y otra de ciclo combinado), se vivieron dos procesos de construcción con miles de obreros yendo y viniendo, con camiones, con equipos monstruosamente grandes llegando a diario y no hubo mayores problemas entonces (alguna queja por la demora en concretarse ciertos compromisos, pero no mucho más), y no los hay hoy. El paisaje rural convive con la mole que abastece de energía a buena parte del país, casi sin crisis para mencionar.
¿Sucederá así en el caso de la planta potabilizadora? Difícil hacer futurología, pero no considerar a la gente del lugar antes de comenzar una obra de estas características, no parece la mejor forma de empezar.
Ya sé, ya sé, usted me va a salir con “qué sabés vos de obras de infraestructura” y la verdad es que no sé nada, pero algunos procesos sociales he seguido de cerca en todos mis años de narrador de historias ajenas (el 26 de noviembre hizo 26 años que entré a mi primer trabajo como periodista), así que para algo me debe servir esa experiencia y por ello es que intuyo que no empieza bien este “matrimonio” impuesto. También es cierto que siempre se está a tiempo de cambiar las estrategias, aunque claro, eso ya depende de quienes van a encarar el Neptuno y no de mí, que como ya le he dicho en anteriores ocasiones, sólo me dedico a hablar de lo que no está bien.
Y ya que estamos quedándonos con poco espacio y no tengo margen para hablarle de otra cosa, me hago una pregunta en voz alta o al aire, como quiera usted decirle: ¿Se concretará realmente el Neptuno? Bueno, yo tengo mis dudas; si como se percibe, la estrategia del movimiento social, el gremio de OSE y la oposición política, es retrasar la concreción del proyecto, pensando en la inminencia de unas nuevas elecciones nacionales en las que las fuerzas del gobierno no están en la mejor posición para ganar, entonces es bastante negativo el panorama para los impulsores de la obra, ya que hay vías legales para detener por un buen tiempo el proyecto.
Cuando queramos acordar, ya estaremos otra vez en campaña electoral y vaya a saber si alguien se anima a financiar una obra que el que asuma el siguiente gobierno puede detener. Claro, usted y yo lo sabemos, no puedo más que hacer conjeturas de lo que puede ocurrir, porque el mañana aún no ha llegado y apenas si tenemos este presente para contentarnos con la idea de estar vivitos y coleando.
Es tiempo de dejar las especulaciones y comenzar a ponerle el punto final a esta nueva edición elucubradora. Todo lo dicho quedará estampado en negro sobre blanco y en siete días estaremos acá otra vez, diciendo que llegamos al último mes del año, elucubrando como siempre, en procura de alcanzar mejores futuros. Será hasta entonces.
Imagen tomada de internet, meramente ilustrativa.
Por Javier Perdomo.