Elucubraciones

Elucubraciones semanales, edición 10/08/2021: «Nacho», pandemia y naftas

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Es importante que usted entienda que cuando llega a las elucubraciones no lo hace para encontrarse con los mismos argumentos que le dieron en la tevé. No es que uno sea más inteligente que nadie, sólo es que hay otro mundo más allá del plasma (ex caja boba), y si se anima a visitarlo verá que es más rico y variado de lo que imaginaba. Si usted quiere acompañarme estamos por comenzar otra edición elucubradora, que, como siempre, más que sentencias deja interrogantes que es mejor no intentar contestar. Veamos por dónde sale esta semana.

Yo no miro los programas de “Nacho” Álvarez -le digo al arrancar nomás-, al punto que ni sé cómo se llama el que hace ahora. Sí me enteré de los revuelos que armó en estos días con Andrade y sus deudas con la Intendencia de Canelones y el BPS y no me pareció que esté innovando en nada respecto a lo que ha hecho siempre, que es todo lo contrario a hacer buen periodismo o por lo menos lo que uno considera buen periodismo. El estilo de Álvarez parte de sentencias y produce informaciones que confirmen sus sentencias, no importa si la información reunida es verdadera, falsa o más o menos, lo importante es que lo que salga en su programa, corrobore lo que él quiere decir del “acusado” del momento.

A eso le llaman periodismo de investigación y uno, que está acostumbrado a que lo manden a investigar a cada rato -todos tienen un tema que debo investigar, pero la verdad es que una sola vida no me alcanza para investigar todo lo que me han mandado-, pero que no se las da de investigador, sabe que lo que hace Álvarez está lejos de ser periodismo de investigación, es más bien periodismo de “hostigación” (palabra que le aclaro que no existe en ningún diccionario y que le estará rompiendo los ojos al leerla).

En periodismo, cuando se “investiga”, se parte de un dato, una premisa o una idea, pero se debe estar dispuesto a que los hechos le confirmen su información, se la desmientan, se la desvirtúen o hasta que se la cambien por completo. Si no está dispuesto a que ocurra algo distinto a la premisa con la que comenzó, entonces usted no investiga, sólo recopila lo que le sirve para demostrar su precepto o preconcepto.

Tranquila/o, tranquila/o, no vine acá a defender a Andrade (seguramente lo benefició la exposición lograda, así que es mejor que no pierda el tiempo en eso), sólo quería aprovechar la oportunidad que da el revuelo este para decirle que no se coma la pastilla, que Álvarez no investiga, él condena y arma todo como para demostrar la condena, como sea necesario.

Disculpe usted que me meta con un colega, pero es que tanta veces me han mandado a investigar cómo lo hace Álvarez que una vez que puedo decirle abiertamente lo que pienso sobre sus “investigaciones”, debo aprovecharla.

Pero ya está, basta con la mención, ahora es necesario tomar otros rumbos, porque ni Álvarez ni Andrade merecen que uno se detenga por tanto tiempo en ellos, habiendo tantas preocupaciones de las que ocuparse en este tiempo de casi post pandemia.

Eso de post pandemia se lo digo sin estar muy convencido de mencionárselo, ya que nadie puede dar por liquidado al coronavirus, si uno se guía por lo que está ocurriendo en otras partes del orbe, con subidas y bajadas de casos y sin que se logre el definitivo control en ningún lado. Así que, uruguayitas y uruguayitos, no se crean que todo ya pasó. Puede que estemos transitando una etapa baja y que vuelvan a subir los casos, eso en verdad, no lo podemos saber, aunque tampoco lo queramos.

Por eso a mí me da cierta cosa ese aire de despertar casi primaveral que veo a mi alrededor (¡cuando recién comenzó agosto!); sigo pensando que todavía es demasiado pronto para cantar victoria con el bicho, pero presiento que es tanta la necesidad de mostrar que está todo bien luego de meses y meses en que nada fue bien, que en un par de semanas más estamos todos bailando en las fiestas, como piden los organizadores de fiestas y no les permite el gobierno -por ahora-, sin importarnos si nos vacunamos o no, si tenemos una o dos dosis o si es de la Pfizer o la Sinovac. Una verdadera orgía vacunal, le diré.

Ironías a un lado, yo me tomaría esta etapa de la “plandemia” con más calma. Todavía es demasiado lo que no se conoce del “bicho” como para andar de juerga corrida; estimo que aún deberíamos andar con pies de plomo y esperar un poco más para salir desenfrenados en busca de parranda. Sé que esperar cuesta, pero con el bicho al acecho no queda otra.

Ahora que le menciono esto de salir a la calle, los que salieron sobre el fin de semana fueron los integrantes de “Un Solo Uruguay”, quienes “picaneados” por los descontentos por los consecutivos incrementos de los combustibles, debieron mostrarse y decir algo o iban a quedar demasiado pegados al gobierno multicolor. Como era de esperar, quedaron más pegados al herrerismo que nunca.

Mire, casi que era mejor que no hubieran salido a decir nada, porque si uno lee entre líneas el comunicado difundido el fin de semana, le exigen a Lacalle Pou que haga lo que parte de la “colisión” no le permitió hacer en la LUC, que es desmonopolizar el mercado de los combustibles, con la falsa promesa de que de esa forma bajarán.

Claro que de inmediato tuvieron respuesta oficialista, al punto que hay legisladores que ya están promoviendo un proyecto de ley que establezca la liberación del mercado de los combustibles. Parece todo armado. El aumento desmedido de los precios (culpando a Ancap por sus “ineficiencias”), la respuesta “indignada” del sector productivo y la solución mágica mediante una ley salvadora que promueven legisladores del gobierno (que además de legisladores son dueños de grandes estancias).

Todo un lindo paquetito, que esperemos que no prospere a nivel parlamentario, porque si eso ocurre, los que lo voten, se terminarán teniendo que ver las caras con esa porción de país (que es más grande), que entiende a las empresas públicas como motor del desarrollo nacional y que atraviesa a todos los partidos políticos, en un nuevo referéndum, porque es seguro que una ley de ese tipo tendrá respuesta social.

Sería bueno que hubiera un poco de cordura gubernamental (sé que no la hay porque el último aumento fue una medida política tendiente a desprestigiar a Ancap sin importar cuánto afectaba al bolsillo de la gente), y que no nos enfrascaran otra vez en una lucha de este tipo. Sería una pérdida de tiempo, un tiempo que no estaríamos utilizando en buscar las verdaderas soluciones. Pero bueno, quién soy yo para andar pidiéndole cosas a los gobernantes.

Como un para nada humilde escriba de pueblo que soy es que comienzo la despedida de esta nueva edición elucubradora. Le pido disculpas si entiende que no he colmado las expectativas que tenía usted al momento de posar su vista en este texto, recuerde que apenas tengo la capacidad lectora desarrollada y me da por escribir cosas sin moderación ni corrección política. Para quedar bien con todos, hay otros medios. Será hasta dentro de siete días, si así le parece.

Por Javier Perdomo.

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