Y así como en una semana sobra el tiempo para elucubrar, en la siguiente escasea; en este siglo XXI es todo tan dinámico que ya no sé bien cuándo es cuándo ni quién es quién, pero de igual forma trato de arreglármelas para tener una visión más o menos global del tiempo que me toca vivir; para analizar esas cuestiones que no se logran entender es que existe el espacio elucubrador, la columna que se explica por sí sola. Si le parece bien, al saltar el renglón, iremos entrando en los temas que nos ocuparán.
Siguen surgiendo temas para un tiempo absurdo; ahora apareció esta maravillosa nueva idea de la “colisión” multicolor de seguir montando espectáculos con el Antel Arena -sí, leyó bien, escribí con, no en el Antel Arena-, buscando demostrarnos a los uruguayitos lo mal que administraba el país la actual oposición cuando era gobierno. Uno que no masca vidrio, aunque a veces parezca que sí, sabe que el oficialismo busca distraer la atención de la “tele audiencia” -vaya a saber de qué-, pero como a las elucubraciones sólo le interesan los problemas que trascienden su tiempo, es que nos excusamos de participar de ese show y nos vamos a tocar la guitarra a otro tablado.
En esta zapada semanal (dígase payada en terminología rockera), el comienzo es con las docentes de San José que podrían ser destituidas si prospera la recomendación de Jurídica de la Dirección de Secundaria. La posibilidad que esto ocurra, que la señora Cherro se transforme en una especie de inquisidora del siglo XXI, ha preocupado al sistema político de San José -está muy bien que así suceda-, e incluso ediles blancos y colorados se han expresados preocupados ante esa eventualidad.
Cómo será la cosa que también aquellos que a nivel nacional han encabezado una furiosa campaña anti docentes, que señala a los docentes en general como vagos, incompetentes, hambreadores de niños, inútiles y lo peor de todo, hasta comunistas, dicen estar preocupados. Pienso nomás en Felipe Schipanni, declarado enemigo de los gremios docentes, quien ha dicho que ya es un poco demasiado llegar a la destitución.
Claro, es que con una decisión de esas, estamos lindando lo dictatorial, porque la destitución de un docente, no es igual a cuando a uno lo despiden de un trabajo cualquiera (pongamos que el escriba se despidiera a sí mismo como periodista, por ejemplo). No van y se consiguen un trabajo igual en otro lugar. Al destituido se les inhibe de ejercer su profesión en cualquier otro ámbito. No pueden trabajar más en su profesión, hasta pierden sus títulos. Es decir, es la máxima sanción que pueden recibir, en democracia sólo entendible si hay una situación delictiva o moral grave, que no es el caso de marras.
¿En serio piensan destituir a docentes por expresarse? Yo le digo la verdad, sería deseable que el funcionario -o la funcionaria-, de Jurídica, sea el único -o la única-, que haya encontrado méritos como para llegar a una destitución en las fotos que se tomaron los y las “profes” y que todo termine ahí, que desde el Presidente para abajo prime la cordura y no se llegue a ninguna sanción de ese tenor.
Hay que ser claros, es difícil pensar que esto termine sin algún tipo de sanción, porque ese ha sido el objetivo que se plantearon las autoridades educativas que asumieron el año pasado desde que comenzaron con este “proceso”, pero sería bueno que no se llegue a ese extremo, porque es como dinamitar las relaciones del gobierno con el movimiento social en general, que ya por diversas vías, está manifestando su rechazo a una medida de este tipo y que no se quedará quieto si la sugerencia se vuelve sanción. Ojalá que todas esas voces sean escuchadas y todo termine quedando en la opinión de un funcionario demasiado interesado en congraciarse con sus nuevos jefes.
Dicho esto, le anuncio que es momento de cambiar el rumbo y enfilar hacia la escena internacional, porque usted sabe que a la columna elucubradora no hay tema que le quede grande y porque además, cuando se trata de pensar el futuro del planeta, todos estamos convocados, así que también nos corresponde opinar (o elucubrar), sobre la salud planetaria.
Los gobiernos del mundo se reunieron en estos días para discutir sobre medio ambiente; en Escocia fue la cosa. Sin profundizar demasiado en las resoluciones que emanaron de esa magnífica cumbre ni en las alertas que el mundo científico realizó en lo previo, uno se queda con la sensación de que fue otro escenario para la gestualidad. Mucho gesto, mucha palabra de preocupación, muchos acuerdos bilaterales y compromisos a tal o cual año, pero si se sacude la zaranda, poca cosa queda. Una cumbre más, de las tantas que se hacen cada año sobre los más diversos temas, pero que nunca terminan de atacar los problemas de fondo, todo termina en gestos y más gestos.
Mire, me causaron mucha gracia, por ejemplo, los anuncios de nuestra delegación oficial, respecto a disminuir las emisiones de gas metano. El ministro Peña contento que Uruguay se había comprometido a disminuir X cantidad (no recuerdo la cifra) de emisiones en X cantidad de tiempo, para de inmediato aclarar que tampoco nos íbamos a pegar un tiro en la pierna, refiriéndose seguramente a que lejos estamos de cuestionar nuestra dependencia económica de la producción ganadera, responsable -no única, pero sí importante-, de la emisión de esos gases nocivos para el ambiente.
Me reí porque pensé que si el representante de un pequeño país de América del Sur, piensa de esa forma, cómo será que piensan los representantes de las grandes naciones que acuden a estos encuentros y deben defender producciones que dan sustento a cientos de miles, a veces a millones de personas, en sus respectivas naciones. Por eso le digo que son pura gestualidad esos encuentros, que falta demasiado para tener una verdadera conciencia ambiental planetaria, que deje de mirar lo que afecta a cada uno y piense en la globalidad del problema al que nos enfrentamos.
Usted me conoce hace un tiempo y sabe que soy algo pesimista con respecto al cambio de mentalidad de la humanidad. Lejos de estar preocupados por cómo solucionamos los problemas entre todos, nos estamos aislando cada vez más, depredamos todo lo que podemos, nos volvemos más violentos, optamos por radicalismos musulmanes o de extrema derecha, nos armamos hasta los dientes para defendernos del enemigo que está afuera y le echamos la culpa de todo al vecino.
Yo sé que hay un montón de gente en el mundo que tiene otra actitud, pero esa gente es la que no va a estas cumbres encumbradas de las que se ha oído tanto estos días. Es la que trabaja en los lugares más recónditos del planeta, en silencio, sin flashes ni discursos grandilocuentes, intentando sembrar vida entre tanta pose camaleónica.
Es tiempo para que las elucubraciones terminen. Habrá visto que desde San José, me fui a revisar el planeta en dos patadas. Esa es la libertad de elucubrar, uno no tiene que responder a los cánones tradicionales de la expresión del pensamiento. Uno picotea en una y otra flor, sin llegar a cerrar ningún concepto, porque eso queda en sus manos. En siete días, es probable que volvamos a estar por acá, si le apetece, la seguimos.
Por Javier Perdomo.