No, en serio, una tercera edición elucubradora continuada dándole “pa que tenga” a Cabildo Abierto seguro que no debería hacer, pero los recientes “acontecimientos de público conocimiento” lo tientan a uno a hacerlo. En las elucubraciones siempre hemos intentado escapar de las agendas de los demás, trascender los hechos para ir a las cuestiones esenciales, aunque durante el transcurso de este gobierno le reconozco que ha sido difícil ser un filósofo barato, por la sucesión de escándalos de los que ha sido necesario hablar. Dichas estas palabras previas, le invito a saltar al próximo párrafo, donde se irán desgranando algunos temas. Si le parece, comenzamos.
Más allá de los pormenores del affaire Moreira -del que a cada segundo aparece una nueva información y que por ello resulta difícil abordarlo-, me quiero detener otra vez en el rol de los periodistas y la importancia de la libertad de prensa. Que la Ministra de Vivienda entregó discrecionalmente una vivienda a una militante de su partido, fue un tema expuesto públicamente por periodistas de la Radio Universal (una emisora que nadie podrá considerar “militante”, como dicen desde el gobierno cada vez que se los cuestiona o se les descubre alguna cosa).
A partir del compromiso con la noticia de un trabajador de la prensa -que sin dudas contó con la participación de un informante brindando el dato-, es que al cierre de estas líneas era inminente el rompimiento de una coalición de gobierno que, con sus bemoles, se había mantenido hasta ahora. El trabajo periodístico hizo que la “colisión” -como le hemos dado en llamar acá al conjunto de partidos que nos gobierna o nos gobernaba-, finalmente se esté concretando.
Curiosamente todo este destape surge luego de conocerse el informe anual de Cainfo, una asociación civil sin fines de lucro que promueve el derecho a la información pública y que mucho tuvo que ver con la redacción y aprobación de la Ley de Acceso a la Información Pública (de la que alguna vez hemos hecho uso para informar a los lectores de este pasquín). El informe dice que si bien el año pasado no aumentaron los casos de amenazas a la libertad de prensa, sí hay tendencia a la estigmatización de los periodistas y de los medios por parte de figuras de gobierno; esto significa que se los tilda de tal o cual tendencia política de forma de desacreditar las informaciones que brindan a sus seguidores.
Lo más chistoso de todo (por no decir otra cosa), fue la respuesta del gobierno a la pregunta sobre qué opinión le merecía el informe de Cainfo. Precisamente hizo eso, estigmatizar al mensajero. Al presidenciable Álvaro Delgado no se le ocurrió mejor cosa que decir que el informe era tendencioso. ¡Pero claro que es tendencioso! Tiende a demostrar los errores que cometen las autoridades, sean éstas del color que sean.
Recuerdo que bien felices estaban los actuales gobernantes cuando eran opositores y algunos periodistas se esforzaban en agrandar las estupideces que cometió Sendic (el colchón que compró con la tarjeta corporativa es una minucia al lado de la casa asignada por Moreira, los tejes y manejes de Astesiano, el pasaporte de Marset y las acusaciones de abuso hacia Penadés); ahora que les toca estar del otro lado del mostrador se la deberían de bancar y comprender la vieja máxima: los gobiernos pasan, los periodistas quedan y aquellos periodistas que tienen verdadero compromiso con informar, no se fijan en quién gobierna para hacerlo, ni siquiera piensan en quién es y qué piensa el dueño de su medio. Si la información está confirmada, el o la periodista la larga, y si no le dejan largarla, se va o, como hicieron los trabajadores de El Observador hace unos meses, la difunde por otra vía.
Tranquila/o, no estoy haciendo un panegírico de la actividad a la que me dedico, ya mismo voy a cambiar de rumbo para que no se crea que acá estamos para darle para adelante a los colegas montevideanos, sólo quería ponerle en perspectiva lo que está pasando. En dos períodos de gobierno, cayó un Vicepresidente y por lo menos dos ministros a causa de investigaciones periodísticas, que por lo menos determinaron situaciones poco claras en su accionar y que por ello debieron dejar sus sillones. Si valdrá la pena la prensa libre.
Otra cuestión curiosa que se generó con el pedido de renuncia de la Moreira y su inicial rechazo a dejar el cargo hasta la jornada del lunes, fue el respaldo público de muchos legisladores frenteamplistas al Presidente. Es que no era para menos, le diré. El Presidente electo por voto popular, le guste a uno o no, tiene la potestad de designar y remover a todos los cargos de confianza política del Estado y si alguno se niega a acatar una decisión que éste tome (como casi hace Moreira y la barra cabildante), se están ante un caso de insubordinación y desconocimiento de la decisión del soberano (que vendríamos a ser nosotros, usted, yo, el vecino, la vecina, es decir a todos los que somos convocados cada cinco años para votar).
Fue por la razón por la que fue cesada pero también por la actitud que tomó que llegaron respaldos no pensados hacia Lacalle Pou. Leonardo Haberkorn, un periodista con el que no tengo demasiadas coincidencias, por lo general, comentó con acierto en su programa matutino en la tele que la actitud de Moreira y de Cabildo había cerrado por un rato la grieta y hubo casi unánime comprensión del momento en que entraba el país, con un partido militarista, amenazando con sublevarse. La izquierda y la derecha democrática, haciendo frente común, quizás por única vez, pero por el asunto central, la vida en democracia.
En definitiva, ocurrió -aunque sea por un rato-, lo que casi he reclamado en esta columna alguna otra vez, la necesidad de aislar a los partidos de extrema derecha. Con ellos no se debe pactar, como han establecido los sectores democráticos de algunos países europeos (ya sé, ya sé, en otros gobierna la extrema derecha).
Por supuesto que se presentan muchas interrogantes para el futuro ¿Cómo será el relacionamiento de blancos y cabildantes en el resto del período? ¿Quedarán dadas las condiciones para un nuevo acuerdo electoral en 2024 para evitar el cada día más posible triunfo del FA? ¿Les será necesario un acuerdo o la izquierda ganará en primera vuelta? ¿Qué tipo de relacionamiento tendrán en lo que queda del período? ¿Qué coaliciones circunstanciales se podrán dar en el año y poco que queda de este período de gobierno? Podría seguir planteando algunas más, pero con esas tenemos como para debatir un par de semanas.
Por lo pronto la columna elucubradora decide dejárselas por ahí, para que en la intimidad de su hogar, las piense y las evalúe usted misma/o. Usted bien sabe que al escriba le gusta sobre todo dejar interrogantes y no darle las respuestas, porque tampoco las tenemos. En este caso, es cuestión de dejar que pase el tiempo para ver qué ocurre en definitiva.
No le puedo prometer que no vuelva a hablar de los cabildantes en siete días, no tenga dudas que seguirán estando en el centro de la discusión por un tiempo más, pero si le prometo que la columna elucubradora dirá presente, como hace por lo menos 10 años, intentando entender qué pasa a nuestro alrededor. Hasta entonces.
Foto ilustrativa, tomada de la web.
Por Javier Perdomo.
