¿Qué le parece si en esta edición elucubradora dejamos de hablar del coronavirus? Usted, yo, la vecina de al lado y el veterano de la otra cuadra, todos estamos llegando a la saturación de mensajes contradictorios, erróneos, complementarios, paralelos y/o insustanciales sobre una enfermedad de la que nadie conoce con certeza todas sus consecuencias y al final lo que termina ocurriendo es que más nos enfermamos de tanta desinformación. Por eso es que la/o invito a elucubrar esta vez, viendo el tiempo pandémico casi de forma lateral (si es que eso es posible). Si le parece, vamos comenzando al saltar el renglón.
Debo confesarle que en mi rol de periodista -y no el de elucubrador- me he sumado en los últimos 15 días a la “competencia” por estar dando el último dato sobre los casos del coronavirus (aunque ya sobre el viernes pasado percibí que era hora de dejar de correr tras él), en este caso porque me ha parecido importante mantener informados a los lectores web de su periódico sobre el estado epidemiológico en la ciudad de Libertad, donde ustedes bien saben, está presente un interesante brote del “cobicho”.
No, válgame Dios -y el diablo también-, no tengo ninguna intención de entrar a escarbar en las responsabilidades de este asunto, porque le he dicho reiteradas veces que es probable que no haya ningún culpable y que a la vez lo seamos todos. Además, lejos está este para nada humilde escriba de pueblo en condiciones de dar lecciones de moralidad ni de comportamiento saludable a quienes siguen este espacio. Por suerte, no soy ejemplo de nada.
Simplemente le quería mencionar la importancia social del trabajo que a veces realizamos los medios, manteniendo informada a la gente en situaciones extremas como la que atraviesa la localidad desde la cual se edita este medio y hoy en día es posible hacerlo de forma casi instantánea gracias a las tecnologías de la información. Pero eso es también posible gracias a que hay un conjunto de gente que paga una suscripción por la edición papel -la que tiene usted en sus manos-, porque los consumidores de plataformas web exigen información pero no están dispuestos a abonar por esos contenidos y son los que siempre ponen su aporte mensual, los que sostienen la información instantánea que a ellos les está llegando en forma gratuita.
Yo sé que quizás a usted le tiene sin cuidado que yo le comente estas cosas (es un problema de tu negocio, podrá decir), pero lo que ocurre es que entiendo que la gente juega un papel importante en la democracia informativa y esta tendencia de los consumidores de redes -alentada a su vez por aficionados que juegan al periodismo virtual-, que parece ser irreversible (la de no pago por contenidos web), debe ser absorbida de alguna forma y no sólo por usted, que apuesta a seguir leyendo en papel y con calidad.
En Francia ya comenzaron a actuar en ese sentido y aplicarán al arranque de 2021 un impuesto digital a las grandes multinacionales como Google, Facebook, Instagram y otras plataformas, y es de estimar que parte de lo producido termine destinado a la producción nacional de ese país y creo que será una tendencia que irá en aumento en todo el mundo. Es de desear que en Uruguay esto ocurra prontamente, porque quienes informamos de verdad, estamos siendo afectados por los cambios en el comportamiento de los consumidores de medios.
Pasemos raya y cambiemos de tema con prontitud. Mire, tampoco llegué al diseño de esta columna con muchas ganas de ahondar más en la muerte de Tabaré Vázquez (pese a que hace una semana escribí que lo haría), porque decirse se dijeron muchas cosas y uno no quiere hacer panegíricos robando conceptos de otros, así que ya está casi todo dicho sobre la figura del Presidente.
Sin embargo me quería detener en los dichos de un ex presidente, el papá del que tenemos ahora, que nos dejó una frase que lo pinta en toda su estirpe, al ser consultado por la muerte de Vázquez. Dijo Lacalle Herrera algo así como que le admiraba la capacidad de ser popular sin ser ordinario y mostró de esa forma toda la impopular ordinariez a la que nos tiene acostumbrado uno de los presidentes más impopulares de la historia moderna de este país.
Para los de memoria corta y para los que no lo vivieron, les recuerdo que Lacalle Herrera terminó su mandato con un mínimo de popularidad, habiendo dejado al PN en la tercera posición de las elecciones de 1994 (no existía ballotage), luego de perder por paliza el referéndum con el que se detuvo la privatización de los servicios públicos que había hecho ley su administración, con el respaldo de los batllistas de Jorge Batlle (otro personaje que trae tristes recuerdos, dicho sea de paso).
Nada, sólo le quería hacer recuerdo de ese tiempo neoliberales gobernantes y recordarle que se vienen batallas similares a las que se enfrentaron en aquel tiempo, por más que el tema de la pandemia siga distrayendo. Al parecer, hubo acuerdo -finalmente-, sobre los artículos de la ley de urgente consideración contra los que se intentará recurrir mediante un referéndum y en estos días se anuncia el comienzo de la recolección de firmas.
Mire, yo era de la idea que era necesario generar un referéndum contra la LUC, que era importante poner un freno temprano al proyecto siempre privatizador del herrerismo (que es quien gobierna, lo de la coalición es para el reparto de cargo y levantar la mano en el palacio), pero las idas y venidas en lo referente a qué artículos se iba a recurrir, terminaron haciéndome dudar de la oportunidad de la cuestión.
Comienzo a pensar si no será cierto, como planteaban algunos grupos de la oposición, que había que esperar para usar el recurso de referéndum más adelante, porque es claro que habrá otros intentos privatizadores y/o desmonopolizadores en el corto tiempo (como algunas normas de la nueva ley de medios hoy en pleno debate parlamentario), como ya hicieron con el monopolio de Ancap en puertos y aeropuertos (norma que introdujeron en el presupuesto, de forma que no puede ser llevada a referéndum), porque esa es la orientación del herrerismo gobernante (por suerte en eso, los cabildantes no son tan prescindentes del Estado y los han frenado, si no ya habría más áreas desmonopolizadas).
Pero bueno, no sé a qué iba con todo esto, pero al terminar le quería comentar a los que se indignan y sorprenden por las redes porque en Estados Unidos el agua cotizará en la bolsa de valores, hay que decirles que en el país del norte y en muchos otros estados del mundo, el agua ya está en manos de intereses privados, por lo tanto ya es un bien y no un derecho para buena parte del mundo.
Acá es un derecho, pero para los que son jóvenes y/o desmemoriados, les recuerdo que existió “Uragua” en el departamento de Maldonado, una experiencia privatizadora que -por suerte-, terminó luego del plebiscito de 2004, que restringió a que sea el Estado el único proveedor del vital elemento.
Termino por acá, no le escribí del “cobicho” pero sí de problemas de futuro. Disculpe que insista en esto, pero entiendo que los servicios públicos, deben seguir siendo de todos y como quienes gobiernan piensan otra cosa, deberé recordarle el tema cada tanto. Por acá la dejo, se termina el espacio, con o sin bichos, nos vemos en siete días.